viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 8.

81Entonces -oráculo del Señor-
sacarán de sus tumbas
los huesos de los reyes de Judá,
los huesos de sus príncipes,
los huesos de los sacerdotes,
los huesos de los profetas,
los huesos de los vecinos de Jerusalén:
2los tenderán al sol, a la luna,
a los astros del cielo
a quienes amaron, a quienes sirvieron,
a quienes siguieron, a quienes consultaron,
a quienes adoraron;
no serán recogidos ni sepultados,
yacerán como estiércol en el campo.
3La muerte será preferible a la vida
para todo el resto,
para los supervivientes de esa raza perversa,
en todos los lugares por donde los dispensé
-oráculo del Señor de los ejércitos-.

No quieren convertirse (Jr 17,1)

4Diles: Así dice el Señor:
¿No se levanta el que cayó?,
¿no vuelve el que se fue? 5Entonces,
¿por qué este pueblo de Jerusalén
ha apostatado irrevocablemente?
Se afianza en la rebelión,
se niega a convertirse.
6He escuchado atentamente: No dicen la verdad,
nadie se arrepiente de su maldad
diciendo: ¿Qué has hecho?
Todos vuelven a sus extravíos
como caballo que se lanza a la batalla.
7Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo,
la tórtola, la golondrina, la grulla
vuelven puntualmente a su hora;
pero mi pueblo no comprende
el mandato del Señor.
8¿Por qué decís: Somos sabios,
tenemos la Ley del Señor?
Si la ha falsificado
la pluma falsa de los escribanos.
9Pues quedarán confusos los sabios,
se espantarán y caerán prisioneros:
rechazaron la palabra del Señor,
¿de qué les servirá su sabiduría?
10Por eso entregaré vuestras mujeres a extraños
y vuestros campos a los conquistadores;
porque del primero al último
sólo buscan medrar,
profetas y sacerdotes se dedican al fraude.
11Pretenden curar por encima
la fractura de mi pueblo
diciendo: Marcha bien, muy bien;
y no marcha bien.
12¿Se avergüenzan
cuando cometen abominaciones?
Ni se avergüenzan ni conocen el sonrojo;
pues caerán con los demás caídos,
tropezarán el día de la cuenta
-oráculo del Señor-.
13-Si intento cosecharlos -oráculo del Señor-
no hay racimos en la vid ni higos en la higuera,
la hoja está seca; los entregaré a la esclavitud.
14-¿Qué hacemos aquí sentados? Reunámonos,
entremos en las plazas fuertes para morir allí;
porque el Señor, nuestro Dios, nos deja morir,
nos da a beber agua envenenada,
porque pecamos contra el Señor.
15Se espera mejoría
y no hay bienestar, a la hora de curarse
sobreviene el delirio.
16Desde Dan se escucha
el resoplar de los caballos,
cuando relinchan los corceles,
retiembla la tierra;
llegan y devoran el país con sus habitantes,
la ciudad con sus vecinos.
17-Yo envío contra vosotros serpientes venenosas,
contra las que no valen encantamientos,
os picarán mortalmente -oráculo del Señor-.

Llanto del profeta (Jr 16,5-7)

18-El pesar me abruma, mi corazón desfallece,
19al oír desde lejos
el grito de auxilio de la capital:
¿No está el Señor en Sión,
no está allí su Rey?
-¿No me irritaron con sus ídolos,
ficciones importadas?
20-Pasó la cosecha, se echó el verano,
y no hemos recibido auxilio.
21-Por la aflicción de la capital ando afligido,
atenazado de espanto:
22¿No queda bálsamo en Galaad,
no quedan médicos?
¿Por qué no se cierra la herida
de la capital de mi pueblo?
23¡Quién diera agua a mi cabeza
y a mis ojos una fuente de lágrimas
para llorar día y noche
a los muertos de la capital!

Explicación.

8,1-2 Expresión enfática: cinco categorías, de jefes y pueblo, cinco actos de culto, que expresan una entrega total (cfr. Dt 10,12).

8,3 Véanse las maldiciones de Dt 28,65-67.

8,4-7 La raíz de "volver" se repite seis veces con cambio de significado: alejarse y volverse, apostatar y convertirse. Es verbo favorito de Jeremías. Al final el juego se vuelve sarcástico: sí vuelven... a sus extravíos. Para la comparación del caballo belicoso véase Job 39,21-25. Las aves migratorias que retornan dan una lección al pueblo (cfr. Is 1,3). El nombre hebreo de la cigüeña suena a "la fiel".

8,5 Jr 5,3.6.

8,6 Job 39,21.

8,8-9 El capítulo 7 presentaba la tensión entre templo y palabra profética. Aquí la palabra se opone a ley y sabiduría. El pueblo se cree sabio por poseer la ley: un texto tardío (Dt 4,6) hará consistir la sabiduría de Israel en su ley revelada. Esa ley está encomendada a un cuerpo de "letrados" para su interpretación y aplicación. Pero si ellos emplean su pericia para falsificar la ley, ¿de qué sirven ley y pericia? No serán garantía de salvación. 

8,10-12 Repiten, con buena lógica, la amenaza de 6,12-15.

8,13-17 Habla Dios: todo es inútil, no se convierten; comenta el pueblo: todo es inútil, el Señor nos condena, nos refugiaremos en las plazas fuertes; responde Dios: allá enviaré serpientes.

8,13 El Señor, que ha plantado a su pueblo como vid o higuera, espera fruto de él (Is 5,1-7). En vista de que no lo produce, decide venderlo como esclavo para cobrarse la deuda de sus esfuerzos.
       
       Hasta el capítulo 10 se suceden las denuncias reiterando temas y con cambios frecuentes de persona hablante. Los interlocutores son tres: Dios, el profeta, el pueblo; no siempre dialogan. Es muy difícil delimitar secciones en este fluir retórico. Intentaré ir explicando unidades menores.

8,14 El pueblo recoge la invitación de 4,5 y decide cumplirla con gesto desesperado: no esclavitud, sino muerte. Agua envenenada: de una ejecución capital (9,14; 23,15: Lam 3,15.19). En violento contraste con el agua de vida que es el Señor (2,13).

8,15-16 Estos versos, en forma impersonal, se pueden adjudicar también al profeta. El primero se repite en 14,19, donde encaja mejor; pero no disuena aquí. "Bienestar": o salud, como en 6,14 y 4,10. Desde Dan: como en 4,6.

8,17 Es la plaga de Nm 21,4-9. Véanse también Is 14,29 y Am 9,3.

8,18-23 Jeremías expresa su aflicción y cita la pregunta de la capital por la presencia del Señor; el cual responde con otra pregunta que es denuncia; el pueblo lamenta su desgracia y el profeta se entrega al llanto. El v.18 presenta un texto muy dudoso. En el v.19 es difícil explicar la cláusula "desde tierra lejana": ¿supone el destierro, o al menos la primera deportación, del rey y los notables? La capital alega a su favor la presencia del Señor en el templo; y éste replica alegando la idolatría de los habitantes.

8,20 La "salvación" en términos agrícolas. Dios se quejaba de que el pueblo no diera fruto (13); el pueblo se queja de que Dios no envíe la lluvia tempestiva. Quizá citando un proverbio.

8,21-22 El profeta no se siente irritado, sino afligido: le duele la desgracia de "su pueblo" aunque lo sabe culpable. Las medicinas responden al v.11; véanse también 46,11; 51,8; Ez 27,17.

8,23 Este verso encajaría mejor después de la catástrofe. Con todo, también habría muertos en la primera represión, del 598.

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