viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 20,7-18.

Confesiones de Jeremías (11; 15; 17; 18)

5. Final

207Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir;
me forzaste, me violaste.
Yo era el hazmerreír todo el día,
todos se burlaban de mí.
8Si hablo, es a gritos, clamando
"¡violencia, destrucción!",
la palabra del Señor se me volvió
escarnio y burla constantes,
y me dije: No me acordaré de él,
no hablaré más en su nombre.
9Pero la sentía dentro como fuego
ardiente encerrado en los huesos:
hacía esfuerzos por contenerla y no podía.
10Oía el cuchicheo de la gente: "Cerco de Pavor",
¡a delatarlo, a delatarlo!
Mis amigos acechaban mi traspié:
A ver si  se deja seducir,
lo violaremos y nos vengaremos de él.
11"Pero el Señor está conmigo como fiero soldado,
mis perseguidores tropezarán
y no me vencerán;
sentirán la confusión de su fracaso,
un sonrojo eterno e inolvidable.
12Señor de los ejércitos, examinador justo
que ves las entrañas y el corazón,
que yo vea cómo tomas venganza de ellos,
pues a ti encomendé mi causa.
13Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libró al pobre del poder de los malvados".
14¡Maldito el día en que nací,
el día que me parió mi madre no sea bendito!
15¡Maldito el que dio la noticia a mi padre;
"Te ha nacido un hijo", dándole un alegrón!
16¡Ojalá fuera ese hombre como las ciudades
que el Señor trastornó sin compasión!
¡Ojalá oyese gritos por la mañana
y alaridos al mediodía!
17¡Por qué no me mató en el vientre!
Habría sido mi madre mi sepulcro;
su vientre me habría llevado por siempre.
18¿Por qué salí del vientre
para pasar trabajos y penas
y acabar mis días derrotado?

Explicación.

20,7-10 La extraña oración toma la forma de una denuncia o acusación del profeta a su Dios. A juzgar por varias expresiones, a la luz de la legislación de Dt 22,23-29, pienso que la acusación se formula en términos de seducción y abandono. Como si el Señor hubiera requerido de amores al profeta (en papel femenino) hasta seducirlo (verbo pth según Ex 22,15). Hay que recordar que el Señor había prohibido al profeta casarse. Jeremías, seducido por bellas promesas, ahora se encuentra abandonado y hecho la burla de la gente; sus rivales se ensañan y pretenden aprovecharse de él. El grito de Jeremías es bivalente: significa ¡Violencia! y equivale al grito de socorro de la muchacha amenazada (Dt 22,24.27). Es él quien padece la "violencia"(hzq Dt 22,25) de Dios. El verbo ykl puntúa el proceso: prepotencia de Dios, impotencia del profeta, prepotencia del enemigo (7.9.10).

20,14-18 Aunque el texto presenta varias dificultades de lectura e interpretación, el sentido de conjunto es claro. Al maldecir el día de su nacimiento, maldice toda su existencia, fracasada y destrozada por haber aceptado la vocación profética. La mención de las ciudades malditas envuelve en una tonalidad sombría toda la imprecación, porque son ciudades modelo. En ellas se escucharon gritos y alaridos; los que debería haber escuchado el hombre que se imaginaba traer una buena noticia. Además, esas ciudades abrasadas sin compasión ¿no prefiguran la suerte de Jerusalén? Consumada la catástrofe, la asociación es inevitable.

20,11-13 Síntesis de canto de victoria y petición de justicia, inspirado en el lenguaje de los salmos. Véase p. ej. Sal 35,4.8.9.27.

20,17 Al morir retorna el hombre a la "madre de los vivientes" (Job 1,21; Eclo 40,1): un seno materno con una criatura muerta dentro sería como la tierra de los muertos. La idea no es lógica, porque no se trata de lógica. ¿Se puede anular una existencia con el deseo? No; pero la expresión del deseo absurdo revela el sinsentido de semejante existencia.

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