viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 15.

151El Señor me respondió:
-Aunque estuvieran delante Moisés y Samuel, no me conmovería por ese pueblo. Despáchalos, que salgan de mi presencia. 2Y si te preguntan adónde han de salir, diles: Así dice el Señor:
El destinado a la muerte, a la muerte;
el destinado a la espada, a la espada;
el destinado al hambre, al hambre;
el destinado al destierro, al destierro.
3Os daré cuatro clases de verdugos
-oráculo del Señor-:
la espada para matar,
los perros para despedazar,
las aves del cielo para devorar,
las bestias de la tierra para destrozar.
4Los haré escarmiento
de todos los reyes del mundo,
por culpa de Manasés, hijo de Ezequías,
rey de Judá, por todo lo que hizo en Jerusalén.
5¿Quién se apiada de ti, Jerusalén,
quién  te compadece?
¿Quién da un rodeo para preguntar cómo estás?
6Tú me rechazaste, te echaste atrás
-oráculo del Señor-,
y yo tendí la mano para aniquilarte;
cansado de compadecer,
7los aventé con la horquilla
por las ciudades del país;
dejé sin hijos, destruí a mi pueblo,
y no se convirtieron de su conducta.
8Las viudas que dejé
eran como la arena de la playa,
conduje en pleno día un devastador
contra la madre y el joven,
les metí de repente pánico y turbación,
9la madre de siete hijos
desfallecía exhalando el alma,
se le ponía el sol de día
y quedaba desconcertada,
el resto lo entregaré a la espada enemiga
-oráculo del Señor-.

Confesiones de Jeremías (Jr 11,18ss; 17; 18; 20)

2. Crisis de vocación

10¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste
hombre de pleitos y contiendas
con todo el mundo!
Ni he prestado ni me han prestado,
y todos me maldicen.
11De veras, Señor, te he servido fielmente:
en el peligro y en la desgracia he intercedido
en favor de mi enemigo; * 15tú lo sabes,
Señor, acuérdate y ocúpate de mí,
véngame de mis perseguidores,
no me dejes perecer por tu paciencia,
mira que soporto injurias por tu causa.
16Cuando recibía tus palabras, las devoraba,
tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima,
yo llevaba tu nombre, Señor, Dios de los ejércitos.
17No me senté a disfrutar
con los que se divertían,
forzado por tu mano me senté solitario,
porque me llenaste de tu ira.
19¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga
y mi herida enconada e incurable?
Te me has vuelto arroyo engañoso,
de agua inconstante.
19Entonces me respondió el Señor:
Si vuelves, te haré volver y estar a mi servicio,
si apartas el metal de la escoria, serás mi boca.
Que ellos vuelvan a ti, no tú a ellos.
20Frente a este pueblo te pondré
como muralla de bronce inexpugnable:
lucharán contra ti y no te vencerán
porque yo estoy contigo para librarte y salvarte
-oráculo del Señor-.
21Te libraré de manos de los perversos,
te rescataré del puño de los opresores.

Explicación.

15,1 Con toda solemnidad rechaza Dios la intercesión. No porque le falten méritos a Jeremías, que lo mismo sucedería con otros intercesores tradicionales: Ex 17,11; 32,9-14; Nm 14,13-19; 1 Sm 7,9; Sal 99,6. Los verbos "despachar y salir" eran clave del éxodo. El Faraón debía despachar o dejar salir; Moisés adelantaba la salida (Ex 11,8). Ahora el movimiento se invierte: "salir" de la presencia del Señor es salir al destierro. Es el anti-éxodo, y Jeremías será el anti-Moisés.

15,2 El atrio del templo funciona como tribunal supremo, y los reos salen de la audiencia camino de la ejecución, cada uno según la pena fallada por el juez.

15,3 Consumada la ejecución, acuden las fieras a despedazar y devorar los cadáveres, según lo anunciado en 7,33. Las fieras simbolizan además la ferocidad del enemigo.

15,4 Al menos la segunda parte suena como adición posterior, que intenta restringir la responsabilidad al malfamado rey Manasés: 2 Re 21,2-16; 23,26; 24,3s.

15,5 Imagen de una visita de estado a un soberano, quizá enfermo: 2 Sm 10,2s; 2 Re 8,29; Job 2,11s.

15,5-9 Dios mismo pronuncia este oráculo, en forma de elegía. Sólo que, en vez de dar el pésame por las desgracias, el canto gira para convertirse en denuncia de la culpa. La situación es trágica, pero merecida. Y lo más grave es que Jerusalén no ha escarmentado, que hará faltar rematar la trágica tarea. El oráculo encaja algo antes de la segunda deportación. Es notable el parentesco con las Lamentaciones.

15,6 La mano extendida puede ser gesto judicial de sentencia.

15,7 Véase la serie de Am 4,6.8.9.10.11. La imagen de aventar se aplica al juicio: véase Mt 3,12; Lc 3,17.

15,8 El texto es dudoso. ¿Aludirá a Jeconías y su madre?

15,9 La insistencia en el tema materno interpela a Jerusalén, la matrona: se va quedando sin hijos, sin fuerzas para dar a luz a otros, sin luz para seguir viviendo. Le queda su fracaso y desconcierto.

15,10-21 Si Dios no hace caso de su intercesión ni le deja interceder, ¿vale la pena seguir en el oficio de profeta? Además, sus oráculos son amenazas repetidas que no dan cabida al consuelo, antes le provocan antipatía y hostilidad. Finalmente, le han hecho saber que todo será en vano, que el pueblo no se convertirá, que llegará el castigo final. Parece que su oficio es permitir a Dios comentar en el desenlace: "os lo había dicho Jeremías".

            Extraño destino: haber nacido para ser profeta (1,4) y ser profeta para agravar la culpa y precipitar la desgracia. El estilo es impresionante por su sinceridad y audacia: de él aprenderá el autor de Job.

15,10 Las relaciones comerciales originaban pleitos, porque el prestamista tenía que reclamar el dinero (Eclo 29,1-7) y el prestatario buscaba subterfugios para no pagar o diferir el pago.

15,11 El pleito llama en causa a Dios, que ha tomado a Jeremías a su servicio, no tiene queja de él y lo maltrata. Tampoco ha merecido Jeremías malos tratos de sus rivales, pues incluso ha intercedido por ellos. 

        *Los versos 12.13-14 corresponden a 6,29 y 17,3-4.

15,15 Todo nace de la extraña conducta de Dios, que a fuerza de ser paciente con los injustos, deja sufrir y perecer a los inocentes. Toca a Dios reivindicar al profeta, ya que por servirle se encuentra desacreditado.

15,16 En nuestra reconstrucción, puede referirse a los oráculos iniciales de esperanza y consuelo, dirigidos a israelitas del norte. En todo caso suena como recuerdo nostálgico de la primera ilusión juvenil.

15,17 La vocación le impone una terrible soledad. Las palabras que devoraba gozosamente lo llenan por dentro de la cólera divina, que tiene que derramar en forma de oráculos (6,11; 10,25).

15,18 "Arroyo engañoso": como retorciendo la imagen de Dios (2,13); véase Job 6,15s. El pleito arroja este balance: buenos servicios mal pagados, buenas palabras mal cumplidas. ¿Llevará Dios razón también en este pleito?

15,19 Dios responde sin dar explicaciones, antes reiterando sus exigencias. La solidaridad con el pueblo no puede consistir en alejarse con ellos; él tiene que volver y arrastrar a los demás. La boca del profeta  tiene que ser acendrada: 6,29; Sal 12,7.

15,20 Dios reitera la promesa del día de la vocación. Escueta y categórica, capaz de dar temple al profeta para la crisis tremenda que se avecina.

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