10. A los pastores (Jr 10,21; 25,34-38; Ez 34)
231¡Ay de los pastores que dispersan y extravían las ovejas de mi rebaño -oráculo del Señor-.
2Pues así dice el Señor, Dios de Israel,
a los pastores que pastorean a mi pueblo:
Vosotros dispersasteis mis ovejas,
las expulsasteis, no hicisteis cuenta de ellas;
pues yo os tomaré cuentas
de vuestras malas acciones
-oráculo del Señor-.
3Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas
en todos los países adonde las expulsé,
las volveré a traer a sus pastos,
para que crezcan y se multipliquen.
4Les daré pastores que las pastoreen:
no temerán, ni se espantarán,
ni se perderán -oráculo del Señor-.
5Mirad que llegan días -oráculo del Señor-
en que daré a David un vástago legítimo.
Reinará como rey prudente,
y administrará la justicia
y el derecho en el país;
6en sus días se salvará Judá, Israel habitará en paz,
y le darán el título "Señor, justicia nuestra".
7Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que ya no se dirá: 8"Vive el Señor, que sacó a los israelitas del Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor, que sacó a la estirpe de Israel del país del norte y de todos los países adonde los expulsó, y los trajo a sus tierras".
11. A los profetas (Jr 14,13-16; 28-29; Ez 13)
9A los profetas:
Se me rompe el corazón en el pecho,
se me dislocan los huesos,
estoy como un borracho,
como uno vencido por el vino, a causa del Señor
y de sus santas palabras:
10El país está lleno de adulterios,
y por ello hace duelo la tierra,
se agostan los pastos en la estepa,
su curso es perverso, su poder un abuso;
11profetas y sacerdotes son unos impíos,
hasta que en mi templo encuentro maldades
-oráculo del Señor-;
12pues su camino se volverá resbaladizo,
empujados a las tinieblas caerán en ellas;
les enviaré la desgracia el año a la cuenta
-oráculo del Señor-.
13Entre los profetas de Samaría
he visto un desatino: profetizan por Baal
extraviando a Israel, mi pueblo;
14entre los profetas de Jerusalén
he visto algo espeluznante:
adúlteros y embusteros
que apoyan a los malvados,
para que nadie se convierta de la maldad;
para mí son todos sus vecinos
como Sodoma y Gomorra.
15Por eso dice el Señor de los ejércitos a los profetas:
Os daré a comer ajenjo
y a beber agua envenenada,
porque de los profetas de Jerusalén
se difundió la impiedad a todo el país.
16Así dice el Señor de los ejércitos:
No hagáis caso a vuestros profetas,
que os embaucan:
cuentan visiones de su fantasía,
no de la boca del Señor;
17a los que desprecian la palabra del Señor
les dicen: No os pasará nada malo.
18¿Quién asistió al consejo del Señor?
¿quién lo vio y escuchó su palabra?,
¿quién atendió a mi palabra y la escuchó?
19Mira, el Señor desencadena
una tormenta, un huracán
que gira sobre la cabeza de los malvados;
20la ira del Señor no cejará
hasta realizar y cumplir sus designios.
Al cabo de los años lograréis comprenderlo.
21Yo no envié a los profetas, y ellos corrían;
no les hablé, y ellos profetizaban;
22si hubieran asistido a mi consejo,
anunciarían mis palabras a mi pueblo,
para que se convirtiese del mal camino,
de sus malas acciones.
23¿Soy yo Dios sólo de cerca y no Dios de lejos?
-oráculo del Señor-.
24Porque uno se esconda en su escondrijo,
¿no lo voy a ver yo? -oráculo del Señor-,
¿no lleno yo el cielo y la tierra?
-oráculo del Señor-.
25He oído lo que dicen los profetas,
profetizando embustes en mi nombre,
diciendo que han tenido un sueño;
26¿hasta cuándo seguirán los profetas
profetizando embustes
y las fantasías de su mente?
27Con los sueños que se cuentan unos a otros
pretenden hacer olvidar mi nombre a mi pueblo,
como lo olvidaron sus padres a causa de Baal.
28El profeta que tenga un sueño,
que lo cuente;
el que tenga mi palabra, que la diga a la letra.
¿Qué hace el grano con la paja?
-oráculo del Señor-.
29¿No es mi palabra fuego -oráculo del Señor-
o martillo que tritura la piedra?
30Pues aquí estoy contra los profetas
-oráculo del Señor-
pues se roban unos a otros mis palabras;
31aquí estoy contra los profetas
-oráculo del Señor-
que manejan la lengua para soltar oráculos;
32aquí estoy contra los profetas
-oráculo del Señor-
que cuentan sus sueños falsos
y extravían a mi pueblo
con sus embustes y jactancias.
No los mandé, no los envié,
no aprovecharán a este pueblo
-oráculo del Señor-.
La carga del Señor
33Si este pueblo o un sacerdote o un profeta te preguntan cuál es la carga del Señor, les dirás: Vosotros sois la carga del Señor, y yo os arrojaré -oráculo del Señor-. 34Si un sacerdote o un profeta o uno del pueblo dicen "carga del Señor" lo castigaré a él y a su casa. 35Cuando habláis y comentáis entre vosotros, tenéis que decir: "¿Qué responde el Señor, qué dice el Señor?". 36Y que no se vuelva a mencionar la carga del Señor, pues cada uno cargará con sus palabras. Trastocáis las palabras del Dios vivo, del Señor de los ejércitos, nuestro Dios. 37Al profeta le hablaréis así: ¿Qué responde el Señor: Si os empeñáis en decir "carga del Señor", siendo así que yo os he prohibido decir "carga del Señor", entonces, 39por haberlo dicho, yo os levantaré en vilo y os tiraré lejos de mí, a vosotros y a la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres. 40Y os enviaré una afrenta eterna, un sonrojo eterno e inolvidable.
Explicación.
23,1-4 A la representación de los jefes en figura de pastores es imagen tradicional, qu en Israel cobró especial vigor por el antecedente de David (Sal 78,70-72). El oráculo presente ha atraído dos adiciones posteriores y sucesivas, que producen el siguiente esquema de historia de salvación: denuncia - castigo - sustitución - promesa. Esquema semejante al de Is 1,21-26, que es una unidad original. Culpa y castigo se corresponden.
23,1-2 El rebaño no es propiedad de los pastores, sino del Señor, ante el cual son responsables. "Dispersar y extraviar" pueden limitarse a un sentido político y ético; acoplados a "expulsar", parecen aludir a la deportación; quizá la provocada por Joaquín.
23,3-4 El Señor castiga a los responsables, pero no se desentiende del rebaño. Realiza su tarea en dos tiempos: repatriación y gobierno nuevo. Aquí toma la responsabilidad de la expulsión, "las expulsé", mostrando que controla los sucesos: como expulsó, puede reunir y repatriar.
23,5-6 Adición en futuro indefinido, expresión de esperanza escatológica. De los pastores salta al futuro rey davídico, objeto y alimento de la esperanza mesiánica. Será "vástago legítimo", es decir, descendiente y sucesor, no usurpador. Legítimo también por su gobierno justo (2 Sm 23,3-4 testamento de David). Su nombre, que equivaldría a Yehosedeq (cfr. Ag 1,1; Zac 6,11; Esd 3,2), puede aludir polémicamente a Sedecías (el mismo nombre en otro orden), que no administró la justicia. Además, el componente sdq pertenece a la tradición de Jerusalén.
23,7-8 Nueva adición, que por el tema se vincula al v.3 y enuncia el principio teológico del nuevo éxodo. Con el cambio se actualiza un viejo título de Yhwh. Estos versos se leen también en 16,14-15.
23,9-32 Los falsos profetas fueron la pesadilla de Jeremías (14,13-16). Aquí leemos una vigorosa invectiva, con recurso a la burla y el sarcasmo, hasta culminar en el desafío singular del Señor: "aquí estoy yo". El amplio desarrollo está unificado: por el tema, por las reiteradas alegaciones "oráculo del Señor" (reducidas en la versión griega), por la relación delito-castigo, por el tono apasionado del portavoz del Señor. Con todo, algunos autores piensan que varios versos son breves comentarios añadidos, que interrumpen el curso retórico (10.18-20.23-24). Varias paronomasias juegan irónicamente con el término "profetas" (nby´ym mn´pym).
23,9-12 Observan el esquema clásico: delito, agravantes, sentencia; se adelanta la reacción lírica del profeta. La sequía (14,1-10) es el "duelo" de la tierra que acompaña al dolor del profeta. Las "santas palabras" son probablemente el mensaje profético auténtico, por el que sufre Jeremías. "Adúlteros": metáfora de la infidelidad al Señor. Los sacerdotes se han puesto de acuerdo con los falsos profetas (20,1-6), metiendo de esta manera la maldad en el templo, como en tiempo de Elí (1 Sm 1,23). El castigo será tinieblas y caída, como Os 4,5 y Miq 3,6s.
23,13-15 Repiten con más rigor el esquema deilto-castigo. Emparejar los dos reinos hermanos para encarecer la culpa de Judá era el recurso de 3,6-11 (cfr. Ez 16,44-52; 23,1-12). También al reino del norte enviaba el Señor profetas, Oseas y Amós. Si unos extravían, los otros impiden la conversión, y el resultado es que las dos capitales son como dos ciudades malditas de la Pentápolis (cfr. Is 1,10). Es normal que el amo sustente a sus empleados, los profetas (1 Re 18): el Señor lo hará suministrándoles.. ajenjo y veneno (8,14; 9,14).
23,16 Desde aquí discute y comenta varias actividades y medios proféticos: visión (16), sueño (25.27.28.32), oráculo (reiterado), y por encima de todos, la palabra (17.22.28.29.30). "Embaucar": sale en hebreo de la raíz hbl, soplo, vanidad, título despectivo de los ídolos. "Fantasía": en hebreo corazón, su sede psicológica, con la que sintoniza el "corazón" del pueblo (17).
23,17 Engañan halagando: 6,14; 14,13; Is 30,10; Miq 2,11; 3,15.
23,18 Se imagina a Dios como soberano que convoca a su corte e invita al profeta para que comunique las resoluciones. Véase el texto clásico de 1 Re 22, el fondo implícito de Is 6 y la alusión de Am 3,7. "Mi palabra" polemiza con la "fantasía" del falso profeta.
23,19-20 Esta sería la resolución. Versos que se leen en 30,23-24. Entre los meteoros que Dios emplea como ejecutores de su sentencia se cuenta el huracán (Eclo 39,28; Am 1,14; Is 29,6). Dios desencadena el torbellino y selecciona el punto donde debe descargar. Nada ni nadie le podrá resistir. Y cuando se ejecute la sentencia, aprenderán los que antes no quisieron (Is 28,19).
23,21 Son los dos tiempos clásicos del profeta. En vez de "ir", "correr", con una punta de ironía.
23,23-24 Dios no necesita acudir al escondrijo del falso profeta para enterarse, pues está presente en todas partes, no sólo en el templo (Sal 139; Eclo 17,15s). Su divinidad trasciende la distinción de cerca y lejos, pues su inmensidad lo llena todo (Is 6,3). Si envía un profeta, no es para mantener las distancias o para franquear una distancia radical (cfr. Is 55,8-11).
23,25 Decir mentiras en nombre de Dios es como invocar su nombre en vano (Ex 20, 7): es falsificarlo, desacreditarlo.
23,26 Si el dueño puede ser instrumento de comunicación divina, los sueños de los falsos profetas son juegos de la fantasía. Nosotros diríamos deseos proyectados por la mente cuando cae la inhibición de la vigilia.
23,27 Al caer en descrédito, el nombre cae en desuso. A la larga, el nombre del Dios verdadero no se conserva en un clima de falsedad. Véase el desenlace en Egipto: 44,26.
23,28 Cita de un refrán. "Grano" es en hebreo componente de "palabra": bar de dabar.
23,29 Formulada puntualmente, la palabra de Dios es como fuego: no sólo para el profeta (20,9), sino en sus efectos ya anunciados.
23,30-32 Termina con triple desafío triunfante del Señor: el Dios que desde lejos ve, se presenta para actuar. Profetas ladrones (nby´ymm mgnbym) son los que se roban unos a otros los oráculos, usándolos fuera de ocasión, o buscando crédito y provecho. Profetas "oraculantes": es un verbo burlesco, creado por Jeremías para presentarlos remedando el oráculo auténtico (cfr. 28,2-4). "Jactancia" (pahzut) palabra rebuscada, quizá por su consonancia con el nombre de Pasjur (20,1-6).
23,33-39 Entre las formas proféticas había un género que se solía llamar ma masa (sustantivo derivado del verbo nsa´= cargar, entonar), y que de ordinario iba dirigido contra naciones paganas.
También la gente sabe inventar sus burlas, y pide al profeta un oráculo contra el extranjero. Dios retuerce la burla: "vosotros sois la carga", con la que cargué en otro tiempo (Ex 19,4), con la que no podía Moisés (Nm 11,11s); carga liviana un día, pesada ahora, que os ponéis "cargantes"; que se dispone a descargar. Por su parte el pueblo ha de "cargar" con su responsabilidad y con sus consecuencias. Falta un uso del verbo: perdonar.
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