sábado, 21 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 52.

Epílogo narrativo (2 Re 24,20-25,30)

521Cuando Sedecías subió al trono tenía veintiún años y reinó once años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jamutal, hija de Jeremías, natural de Alba.
2Hizo lo que el Señor reprueba, igual que había hecho Joaquín. 3Esto les sucedió a Jerusalén y a Judá por la cólera del Señor, hasta que las arrojó de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.
4El año noveno de su reinado, el diez del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor.
5La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, 6el nueve del mes cuarto. El hambre apretó en la ciudad y no había pan para la población.
7Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa.
8El ejército caldeo persiguió al rey; alcanzaron a Sedecías en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban abandonándolo. 9Apresaron al rey y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, provincia de Jamat, y lo procesó.
10El rey de Babilonia hizo ajusticiar en Ribla a los hijos de Sedecías, ante su vista, y a todos los nobles de Judá también los hizo ajusticiar en Ribla. 11A Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce, lo llevó a Babilonia y lo encerró en prisión de por vida.
12El día diez del mes quinto (que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia) llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia. 13Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén y puso fuego a todos los palacios.
14El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. 15Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivo al resto del pueblo que había quedado en Jerusalén, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe. 16De la clase baja dejó algunos como viñadores y hortelanos.
17Los caldeos rompieron las columnas de bronce, los pedestales y el depósito de bronce que había en el templo para llevarse el bronce a Babilonia. 18También tomaron las ollas, palas, cuchillos, aspersorios, bandejas y todos los utensilios de bronce empleados en el culto.
19Nabusardán, jefe de la guardia, tomó las palanganas, los braseros, aspersorios, ollas, candelabros, bandejas, fuentes, en dos lotes, de oro y de plata.
20También las dos columnas, el depósito y los doce toros que sostenían el pedestal -que había encargado el rey Salomón para el templo-; imposible calcular lo que pesaba el bronce de aquellos objetos.
21Cada columna medía nueve metros de altura, ocho centímetros de espesor y eran huecas; tenía un anillo de veinticinco centímetros de circunferencia. 22Estaba rematada por un capitel de bronce de dos metros y medio de altura, adornado con trenzados y granadas alrededor, todo de bronce. 23Sobresalían noventa y seis granadas, y el total de las granadas sobre la circunferencia era cien.
24El jefe de la guardia apresó también al sumo sacerdote, Serayas; al vicario, Sofonías, y a los tres porteros. 25En la ciudad apresó a un cortesano jefe de la tropa y a siete hombres del servicio personal del rey que se encontraban en la ciudad; al secretario del general en jefe, que había hecho la leva entre los terratenientes, y a sesenta terratenientes que se encontraban en la ciudad. 26Nabusardán, jefe de la guardia, los apresó y los llevó al rey de Babilonia, a Ribla. 27El rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat. Así marchó Judá al destierro.
28Éste es el número de deportados por Nabucodonosor: el año séptimo, tres mil veintitrés judíos; 29el año decimoctavo de Nabucodonosor, ochocientos treinta y dos vecinos de Jerusalén; 30el año vigésimo tercero de Nabucodonosor, deportó Nabusardán, jefe de la guardia, setencientos cuarenta y cinco judíos. Total, cuatro mil seiscientos.
31El año trigésimo séptimo del destierro de Jeconías, rey de Judá, el día veinticindo del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, el año de su ascensión al trono, concedió gracia a Jeconías, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel. 32Le prometió su favor, y colocó su trono más alto que los de los otros reyes que había con él en Babilonia. 33Le cambió el traje de preso y lo hizo comer a su mesa mientras vivió.
34De parte del rey se le pasaba una pensión diaria, toda la vida, hasta que murió.

Explicación.

52,1 Como indica el último verso del capítulo 51, este relato es una adición artificial al libro de Jeremías. Es copia de 2 Re 24, 18-25,30, con una ligera modificación en la lista de los desterrados. El que añadió este relato quiso mostrar que se cumplió la profecía de Jeremías sobre Judá; cosa que ya hacían comprender los fragmentos recogidos en 39,1-2.4-10. Las cifras nos hablan de un monarca joven; sus hijos eran niños cuando fueron ejecutados por el emperador.

52,2 "Arrojar de la presencia" es negar el favor, romper las relaciones; en el discurso del templo (7,15); fórmula del deuteronomista: 2 Re 13,23; 17,20; 24,20; variante en Sal 51,13.

52,6 El "hambre" anunciada: Jr 5,12; 14, 15; 34,17 etc.

52,8 La "dispersión": Jr 9,15; 13,24; 18,17.

52,9-10 Véase 34,10.

52,13 El incendio: 32,29; 34,22.

52,31-34 Esta noticia, colocada aquí, completa y contrarresta el oráculo de 22,24-30. Jeconías forma parte de los "higos buenos" (24,4).

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