domingo, 1 de noviembre de 2015

ISAÍAS III. CAPÍTULO 60.

La luz de la nueva Jerusalén (Ap 21,10-14.23-25)

601¡Levántate, brilla, que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
2Mira: las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos;
pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti;
3y acudirán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
4Echa una mirada en torno, mira:
todos ésos se han reunido, vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
5Entonces lo verás, radiante de alegría;
tu corazón se asombrará, se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti el tráfico del mar
y te traigan las riquezas de los pueblos.
6Te inundará una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro
y proclamando las alabanzas del Señor.
7Reunirá para ti los rebaños de Cadar
y los carneros de Nebayot
estarán a tu servicio;
subirán a mi altar como víctimas gratas
y honraré mi noble casa.
8¿Quiénes son esos que vuelan como nubes
y como palomas al palomar?
9Son navíos que acuden a mí,
en primera línea las naves de Tarsis,
trayendo a tus hijos de lejos,
y con ellos su plata y su oro,
por la fama del Señor, tu Dios,
del Santo de Israel, que así te honra.

Homenaje de los pueblos (Is 49,14-26; 54,11-17)

10Extranjeros reconstruirán tus murallas
y sus reyes te servirán;
si te herí con ira, con amor te compadezco.
11Tus puertas estarán siempre abiertas,
ni de día ni de noche se cerrarán;
para traerte las riquezas de los pueblos
con sus reyes desfilando.
12El puebloy el rey
que no se te sometan, perecerán;
las naciones serán arrasadas.
13Vendrá a ti el orgullo del Líbano,
con el ciprés y el abeto y el pino,
para adornar el lugar de mi santuario
y ennoblecer mi estrado.
14Los hijos de tus opresores
vendrán a ti encorvados,
y los que te despreciaban
se postrarán a tus pies;
te llamarán Ciudad del Señor,
Sión del Santo de Israel.
15Estuviste abandonada, aborrecida,
sin un transeúnte,
pero te haré el orgullo de los siglos,
la delicia de todas las edades.
16Mamarás la leche de los pueblos,
mamarás al pecho de reyes;
y sabrás que yo, el Señor, soy tu salvador,
que el Campeón de Jacob es tu redentor.
17En vez de bronce, te traeré oro;
en vez de hierro, te traeré plata;
en vez de madera, bronce,
y en vez de piedra, hierro;
te daré por inspector la paz,
y por capataces, la justicia.
18No se oirá más en tu tierra "¡Violencia!",
ni dentro de tus fronteras
"¡Ruina, destrucción!";
tu muralla se llamará "Salvación",
y tus puertas, "Alabanza".

Luz perpetua (Zac 14,6-7; Ap 21,23; 22,5)

19Ya no será el sol tu luz en el día,
ni te alumbrará la claridad de la luna;
será el Señor tu luz perpetua,
y tu Dios será tu esplendor;
20tu sol ya no se pondrá ni menguará tu luna,
porque el Señor será tu luz perpetua
y se habrán cumplido los días de tu luto.
21En tu pueblo todos serán justos
y poseerán por siempre la tierra:
es el brote que yo he plantado,
la obra de mis manos, para gloria mía.
22El pequeño crecerá hasta mil,
y el menor se hará pueblo numeroso:
yo soy el Señor y apresuraré el plazo.

Explicación.

60 Con este capítulo comienza una sección que se extiende al menos hasta el final del capítulo 62. Forma una unidad amplia y bien trabada, que se articula así: mensaje para Jerusalén, vocación del profeta, mensaje a Jerusalén, llegada del Salvador. Tiene notables parentescos, formales y temáticos con 40-55, pero está fuertemente arraigada en esta parte del libro.

60,1-22 Ese poema canta con espléndidas imágenes y entusiasmo nacional el triunfo de la luz en Jerusalén y la peregrinación de los pueblos. Por lo segundo, el sentimiento es nacionalista, ceñido al contexto histórico; por lo primero, se desprende y transforma la ciudad en símbolo de gran alcance. El punto de partida de la inspiración puede ser el poema del monte, 2,2-5.

          El esquema nos hace apreciar la función de la luz: una aurora, 1-3, sin ocaso, 19-20; en medio la venida, 4-9, y la reconstrucción, 10-18. Una paráfrasis del esquema facilitará la lectura. Es de noche: oscuridad universal; el centinela anuncia la aurora. Va esclareciendo en un punto central, no en oriente, y todos se vuelven a contemplar esa luz inesperada, que los cita. Se ponen en movimiento los hijos dispersos, y pueblos extranjeros se ofrecen a llevarlos. Van llegando una inundación de camellos y un volar de navíos. Se hace de día: trabajos de reconstrucción, acumulación de tesoros. Triunfan la justicia y la paz. Pasa el día y la noche no llega: ha comenzado el día sin término, de luz y vida, justicia y fecundidad.

60,1 El doble imperativo inicial empalma con 51,17 y 52,1. El nombre de la ciudad se sobrentiende. La gloria del Señor es la nueva aurora (compárese con 40,5).

60,2-3 La luz baña primero la ciudad, y ésta la refleja en torno, a distancia. Compárese con Ez 10-11 y 43,1-5. En 2,5 inicia la marcha la Casa de Jacob.

60,4 Desde su altura, la ciudad ha de contemplar la peregrinación convergente: caravanas desde oriente, flotas desde poniente. Reconocerá a sus hijos que vuelven: 43,6; 49,18.22. Es la tercera reunión, la definitiva, más gloriosa que el éxodo de Egipto o el de Babilonia.

60,5 "Radiante": verbo homófono de confluir (2,2). "Tráfico": la palabra significa ruido y multitud; se aplica al movimiento de las olas marinas (17,12; 51,15; Sal 46,4). El oleaje es ahora el tráfico comercial de los que traen y vuelcan tesoros. Una interpretación más comedida traduce "marineros o tropa marina".

60,6 "Multitud"; se aplica también al mar (Dt 33,19; job 22,11; 38,34), o a un tropel montado (2 Re 9,17; Ez 26,10). En el contexto conserva cierta ambigüedad imaginativa.

60,8 Las velas de las naves que se divisan a lo lejos se deslizan como nubes, se agitan como alas de paloma.

60,9 Aceptamos la corrección del texto, armonizado en hebreo con 51,5.

60,10 A los dones se añade la prestación personal del trabajo (cfr. Jos 9,23.27). El Señor ha pasado de la ira a la compasión: 40,2; 54,8.

60,11 Las puertas se cerraban al oscurecer, para seguridad de la ciudad. Ahora no hay peligro de agresión (54,15-17), y la afluencia de dones es tan grande, que no se interrumpe el acarreo. "Día y noche" es expresión convencional de continuidad, que será pronto desmentida.

60,12 Disuena por forma y contenido. Parece adición, al estilo de Zac 14,17-19.

60,14 Relevo de generaciones y cambio de puestos: la humillada recibirá el homenaje de los vasallos. El nombre de la ciudad: a la luz de 1,26 y 62,4, puede ser el nombre que recibe del marido.

60,15 El tema matrimonial pasa a primer plano, sobre el fondo citado o aludido de 49,14.21 y 54,6.11.

60,16 La imagen es insólita para nosotros, su sentido es claro y expresivo: la ciudad es como una niña glotona que se alimenta a costa de otros. Pueblos y reyes actúan como genios nutricios. Con todo, la ciudad no olvida a su Dios (cfr. Dt 32,13-15), sino que lo reconoce agradecida (49,23.26).

60,17a Es como una vuelta a los tiempos de Salomón, transfigurados (1 Re 10,21-27).

60,17b-18 Más importante es la transformación interna, marcada por las correspondencias acumuladas con el capítulo precedente. Los "capataces" tienen mala fama de crueles ( Is 9,3); si la justicia en persona ocupa su puesto, nada hay que temer. Murallas y puertas cambian de nombre y de oficio (compárese con Zac 2,5-9).

60,19-20 Esto supera la visión de 30,26 y está más cerca de Zac 14,7; concuerdan en la perspectiva escatológica. La creación queda superada por la presencia de Dios mismo, y las lumbreras que dividen el tiempo cesan en su función. El tema se aplica a la Jerusalén celeste en Ap 21,23 y 22,5.

60,21-22 Se cumple la bendición del Génesis fundida con la de Abrahán. Un pueblo compuesto totalmente de hombres honrados (Sal 104,35)es la gran creación de Dios. "Brote", uno de los títulos de 11,1, se extiende a todo el pueblo. La última frase deja el sentido suspenso: siempre hay que estar esperando a un Dios que siempre está por llegar. El capítulo acumula elementos que desbordan el realismo histórico; el Apocalipsis nos ofrece una clave para prolongar esas sugerencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario