631¿Quién es ese que viene de Edom, de Bosra,
con las ropas enrojecidas?
¿Quién es ése vestido de gala
que avanza lleno de fuerza?
-Yo, que sentencio con justicia
y soy poderoso para salvar.
2-¿Por qué están rojos tus vestidos
y la túnica, como quien pisa en el lagar?
3-Yo sólo he pisado el lagar
y de otros pueblos nadie me ayudaba.
Los pisé con cólera, los estrujé con furor:
su sangre salpicó mis vestidos
y me manché toda la ropa.
4Porque es el día que pienso vengarme,
el año del rescate ha llegado.
5Miraba sin encontrar un ayudante,
espantado al no haber quien me apoyara;
pero mi brazo me dio la victoria,
mi furor fue mi apoyo;
6pisoteé a los pueblos con mi cólera,
los embriagué con mi furor,
para que su sangre bajara a la tierra.
Meditación histórica (Sal 77,12-21)
7Voy a recordar la misericordia del Señor,
las alabanzas del Señor:
todo lo que hizo por nosotros el Señor,
sus muchos beneficios a la casa de Israel,
lo que hizo con su compasión
y su gran misericordia.
8Él dijo: "Son mi pueblo, hijos que no engañarán".
9Él fue su salvador en el peligro:
no fue un mensajero ni un enviado,
él en persona los salvó,
por su amor y su clemencia los rescató,
y los liberó y los llevó siempre a cuestas
en todos los peligros.
10Pero ellos se rebelaron
e irritaron su santo espíritu;
entonces él se volvió su enemigo
y guerreó contra ellos.
11Se acordaron del pasado,
del que sacó a su pueblo:
¿Dónde está el que sacó de las aguas
al pastor de su rebaño?
¿Dónde el que metió en su pecho
su santo espíritu?
12¿El que estuvo a la derecha de Moisés
guiándolo con su brazo glorioso?
¿El que dividió el mar ante ellos,
ganándose renombre perpetuo?
13¿El que los hizo andar
por el fondo del mar
como el caballo por la estepa sin tropezar,
14y como ganado que baja a la cañada?,
es espíritu del Señor
los llevó al descanso:
así condujiste a tu pueblo
ganándote renombre glorioso.
Invocación a Dios Padre (Sal 103)
15Otea desde el cielo, mira
desde tu morada santa y gloriosa:
¿dónde está tu celo y tu valor,
tu entrañable ternura y compasión?
16No la reprimas, que tú eres nuestro padre:
Abrahán no sabe de nosotros,
Israel no nos conoce;
tú, Señor, eres nuestro padre,
tu nombre de siempre
es "Nuestro Redentor".
17Señor, ¿por qué nos extravías
lejos de tus caminos
y endureces nuestro corazón
para que no te respete?
Vuélvete, por amor a tus siervos,
a las tribus de tu heredad.
18Por un momento nuestros enemigos
se apoderaron de tu pueblo santo,
y pisotearon tu santuario.
19Estamos como antaño,
cuando no nos gobernabas
y no llevábamos tu nombre.
Explicación.
63,1-6 La invitación a los centinelas parece iniciar un diálogo a las puertas de la ciudad, al estilo de los salmos 24 y 118. Dos preguntas y dos respuestas en primera persona. El rey ha tenido que enfrentarse con el enemigo, que retenía a su presa (49,24); no ha sido fácil hacer triunfar el derecho de los oprimidos (42,1-3). Por eso la liberación ha sido dramática, y el guerrero lleva las señales de la batalla (9,4). El día de gracia era un día de desquite (61,2). El "desquite" ejecuta la legislación sobre el "vengador de la sangre" (Nm 35,9.29; Dt 9,11-13). Es un acto de justicia vindicativa, una obligación que recae sobre los familiares según orden preciso. Dios, como pariente cercano, tiene que salir por su pueblo para rescatarlo (62,212).
La especificación jurídica induce la imagen dominante de la sangre, con su color rojo de vino. Es una escena en "rojo mayor": rojo se dice adam, el enemigo edom; vendimiar se dice bsr, y el campo de batalla se llama Bosra. La sangre es de color del vino, y la pelea es como pisar en el lagar. El vino-sangre salpica los vestidos, el vino embriaga mortalmente a los vencidos y su sangre empapa la tierra. En hebreo "manchar" es homófono de "rescatar".
63,3 Ante la opresión, otros pueblos se desentienden; entonces élo, indignado ante la injusticia, se rebela y toma fuerzas de su "furor", que es sentido de justicia (59,16).
63,6 La sangre de los culpables queda cubierta y no clama al cielo (Job 16,18). Cita una frase Ap 19,15, y la liturgia cristiana lee este pasaje en la semana santa.
63,7-64,11 En posición simétrica respecto a 59,1-15, estos versos forman una unidad poco ordenada, con elementos de súplica y confesión de pecados. En una situación de desgracia nacional, el pueblo pide a su Dios que intervenga. Y como la desgracia ha sido provocada en parte por sus pecados, el pueblo confiesa la culpa y pide perdón (compárese con oraciones penitenciales postexílicas: Esd 9; Neh 9; Bar 1,15-3,8 etc). El pecado contrasta con los beneficios precedentes del Señor. Por el modo de argumentar, el texto forma grupo con los salmos 44, 74, 77, 79 y 89.
Es característica de la pieza: a) el remover a segundo plano las mediaciones humanas: no Moisés ni Abrahán ni Israel; b) el apelar a la relación de filiación y paternidad; en la tradición de Os 11; Is 1,2-4; Jr 31,9.20; c) la acción del espíritu y la función del nombre. Se puede proponer otra distribución:
7-14 recuerdo histórico; 15-16 petición;
17-19a situación trágica; 19b-4a petición;
4b-6 pecado y castigo; 7-11 petición.
63,7 La iniciativa generosa y cordial del Señor servirá de contraste: a la rebeldía del pueblo, a la actitud presente del Señor.
63,8 Compárese con Dt 32,5-6; la filiación es agravante del delito. La esperanza de Dios termina en desilusión.
63,9 Como corrigiendo textos tradicionales que introducían mensajeros: Ex 23,20-23; 32,34; 34,2s.
63,10 De amigo se vuelve enemigo: Dt 32,15.19-20.22-25. El "santo espíritu": Sal 51,13.
63,11 El paso a la memoria es típico del Sal 78. La memoria contiene en germen salvación: recordando, el pueblo está suplicando. "Sacar" consuena en hebreo con "Moisés". Sobre el espíritu carismático de Moisés, véase Nm 11,17.
63,12-14a El paso del Mar Rojo simboliza cualquier clase de peligro que haya que atravesar (43,2; cfr. Sal 77).
63,14b Con la tercera mención del espíritu concluye la meditación histórica.
63,15-19 Súplica con motivaciones clásicas: cualidades, títulos, agresión enemiga, desgracia del pueblo. Las cuatro cualidades sintetizan afecto y eficacia. Dos títulos: Padre y Redentor, e implícito, Gobernante.
63,16 Como corrigiendo la frase divina de 51,2, apelando a otra suya de Ex 4,23. Si bien los patriarcas llevan el título genérico de "nuestros padres", no pueden actuar como tales a lo largo de la historia. Son recuerdo, no presencia, y el pueblo necesita uno que se haga responsable ahora.
63,17 La primera pregunta parece hacer al Señor culpable del pecado del pueblo. Es pregunta retórica y sincera. Como si no pudieran entender esa dureza interior que mantienen y sufren, que lamentan y no logran extirpar; hasta imaginar que ha de ser Dios el autor de esa fuerza superior a sus fuerzas. ¿Dónde queda el corazón de carne (Ez 36,26)?
63,18a El texto es dudoso. Otros corrigen y traducen: "¿Por qué los malvados han hollado tu santuario?"
63,19 Ahora (bajo los persas) como antño en Egipto, los judíos viven sometidos a un poder extranjero, y el Señor no ejerce como su rey.
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