viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 5.

¿No he de vengarme yo mismo? (Jr 9,1-10; Is 9,7-21)

51Repasad las calles de Jerusalén,
mirad, inspeccionad,
buscan en vuestras plazas a ver si hay alguien
que respete el derecho y practique la sinceridad;
y le perdonaré.
2Cuando dicen: "¡Vive el Señor!", juran en falso,
3y tus ojos, Señor, buscan la sinceridad.
Los heriste y no les dolió,
los consumiste y no escarmentaban;
endurecían la cara como roca
y se negaban a convertirse.
4Me dije:éstos son pobretones e ignorantes,
no conocen el camino del Señor,
el precepto de su Dios;
5me dirigiré a los jefes para hablarles,
pues ellos sí conocen el camino del Señor,
el precepto de su Dios.
Pero todos juntos rompieron el yugo,
hicieron saltar las correas;
6pues bien, los herirá un león de la selva,
un lobo de la estepa los despedazará,
una pantera acecha sus ciudades
y arrebata al que sale,
porque son muchas sus culpas
y graves sus apostasías.
7Después de todo, ¿podré perdonarte?
tus hijos me abandonaron,
juraron por dioses falsos;
yo los sacié, ellos fueron adúlteros,
se iban en tropel a los burdeles;
8son caballos cebados y lascivos que relinchan
cada cual por la mujer del prójimo.
9Y de todo esto, ¿no os tomaré cuentas?
-oráculo del Señor-;
de un pueblo semejante,
¿no he de vengarme yo mismo?
10Subid a sus azoteas, destruid sin aniquilar;
arrancad sus sarmientos,
pues ya no son del Señor;
11porque me han sido infieles Israel y Judá
-oráculo del Señor-;
12renegaron del Señor diciendo: "No es él",
no nos pasará nada,
no veremos espada ni hambre.
13Sus profetas son viento,
no tienen palabras del Señor,
por eso así dice el Señor, Dios de los ejércitos:
14Por haber hablado así, así les sucederá;
haré que mi palabra sea fuego en tu boca
que consumirá a ese pueblo como leña.
15Israel, yo voy a conducir contra vosotros
un pueblo remoto -oráculo del Señor-:
un pueblo vetusto, un pueblo antiquísimo,
un pueblo de lengua incomprensible,
no entenderás lo que diga:
16su boca es una tumba abierta
y todos son guerreros:
17comerá a tus hijos e hijas,
comerá tus vacas y ovejas,
comerá tu viña y tu higuera,
conquistará a espada
las fortalezas en que confías.
18Pero en aquellos días -oráculo del Señor-
no os aniquilaré.
19Cuando te pregunten: "¿Por qué nos ha hecho todo esto el Señor, nuestro Dios?", contestarás: Como me abandonasteis para servir a dioses extranjeros en vuestro país, así serviréis a dioses extranjeros en tierra extraña.
20Anunciad esto a Jacob, pregonad en Judá:
21Escúchalo, pueblo necio y sin juicio,
que tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye:
22¿A mí no me respetáis,
no tembláis en mi presencia?
-oráculo del Señor-.
Yo puse la arena como frontera del mar,
límite perpetuo que no traspasa;
hierve impotente, mugen sus olas,
23pero no lo traspasan; en cambio, este pueblo
es duro y rebelde de corazón, y se marcha lejos;
24no piensan: Debemos respetar
al Señor, nuestro Dios,
que envía las lluvias tempranas
y tardías en su sazón
y observa las semanas justas para nuestra siega.
25Vuestras culpas han trastornado el orden,
vuestros pecados os dejan sin lluvia,
26porque hay en mi pueblo criminales
que ponen trampas como cazadores
y cavan fosas para cazar hombres:
27sus casas están llenas de fraudes
como una canasta está llena de pájaros,
28así es como medran y se enriquecen,
engordan y prosperan;
rebosan de malas palabras,
no juzgan según derecho,
no defienden la causa del huérfano
ni sentencian a favor de los pobres.
29Y de todo esto, ¿no tomaré cuentas?
-oráculo del Señor-;
de un pueblo semejante,
¿no he vengarme yo mismo?
30Espantos y abominaciones suceden en el país:
31los profetas profetizan embustes,
los sacerdotes dominan por la fuerza,
y mi pueblo tan contento.
¿Qué haréis en el desenlace?

Explicación.

5,1-31 Algunas señales formales sujetan las dos piezas de este capítulo: 1-17 y 20-31, separadas por una inserción 18-19. Son: es estribillo de 9 y 29 (prolongado en 9,8), preguntas retórcias en 7 y 22, los imperativos de 1.10.20, referencias a los jefes en 5.13.28.31. El modelo genérico de la requisitoria asegura la unidad temática.

5,1-17 Hemos asistido a la visión de una catástrofe portentosa. Ahora nos recogemos a un espacio reducido, que aporta la clave de lo precedente. Un juez dirige un proceso: interpela a sus inspectores, al reo, a los verdugos; un abogado o fiscal toma la palabra. En esquema:

5,1 El juez da órdenes a sus inspectores.
5,2-5 Jeremías las cumple en dos tiempos; en vano.
5,6-9 El juez saca la conclusión, justifica su sentencia.
5,10-14 El juez da orden a los verdugos, motivando la pena.
5,15-17 El juez se encara con el reo intimándole la sentencia.

Es curioso el afán del juez por justificarse, que es más que motivar la sentencia. El querría perdonar, porque quiere al reo. Para justificar el perdón encarga a sus corchetes que busquen atenuantes o eximentes. Al fracasar éstos, tiene él que condenar: ¿qué otra cosa puede hacer? ¿Se salvarán algunos? El texto encaja mejor en tiempo de Joaquín.

5,1 El Señor toma la iniciativa que tomaba Abrahán a favor de Sodoma (Gn 18). "Alguien": Sal 14. Virtud salvadora es la justicia en la sociedad.

5,2-3 Interviene el profeta como fiscal. El Señor busca sinceridad, y ellos juran en falso: Ex 20,7; Lv 19,12. Con el agravante de no escarmentar: 2,30; 7,28; 17,23; 35,15, y la contumacia.

5,4-5 La primera inspección conduce al pueblo que, por ignorancia, podría tener excusa o atenuante. Pero resulta que los jefes, aunque bien informados, encabezan la rebelión (2,8; Sal 2,3).

5,6 Un cerco de tres fieras que no dejan escapatoria. León, lobo y pantera forman parte del bestiario que explotará la apocalíptica (cfr. Dn 7).

5,7-8 Al pecado de idolatría se suman los delitos sexuales, fornicación y adulterio (Dt 5,18); para la imagen véase Ez 23,20. El esquema de hartura y depravación se lee en Dt 32,15.

5,9 Quizá sea intencionado evitar el nombre clásico del pueblo, ´am (usado en el v.14).

5,10 Orden a los verdugos. El juez limita la pena: arrancar sarmientos sin descepar la vid (cfr. Is 6,13; 10,5-7). A la luz del v.14, algunos piensan que la limitación de la pena es adición, inducida por el inserto de 18-19.

5,11 Los dos reinos por igual: 3,5-11.

5,12 En hebreo "no él": frase elíptica que recuerda expresiones de Isaías II: 41,4; 43,10.13; 46,4 etc. No reconocen a Yhwh como Dios suyo o como soberano de la historia (cfr. Sal 10,11; 14,1).

5,13a En boca del pueblo: niegan la autenticidad de los profetas que denuncian; no hay que temer. En boca de Jeremías: los falsos profetas respaldan la impunidad del pueblo; no tienen palabra de Dios y se quedan sin palabra; no tienen "espíritu" de Dios y quedan reducidos a "viento".

5,14 Sentencia motivada. La palabra que pronuncia Jeremías será eficaz, atraerá el castigo por el fuego (23,29), definitivo, como sucedió a Sodoma (cfr. Is 1,9). La destrucción total contradice el límite del v.10; a no ser que tomemos "ese pueblo" en sentido restrictivo, cuantos actúan así.

5,15 Vendrá como ejecutor un pueblo sacado de la lejanía del espacio, del tiempo, del lenguaje; pero controlado por el Señor. A pesar de su lejanía, acertará con su blanco.

5,16 Corregido: el hebreo dice "aljaba"; cfr. Sal 5,10.

5,17 Voracidad fantástica, cuyo segundo plato son muchachos y muchachas. Véanse las maldiciones de Dt 28,30-33.51-52.

5,18-19 Con la destrucción y la comilona ha terminado la primera requisitoria. Una mano posterior ha aprovechado la pausa para introducir las palabras del profeta o imitadas. La pregunta de 19 supone que el castigo, la deportación, ya se ha ejecutado (cfr. Dt 29,21-27). El autor aclara: el castigo fue justo, según la ley del talión, pero no fue total ni definitivo.

5,20-31 La segunda requisitoria dedica más espacio a describir el desorden del pecado y sus consecuencias. La necedad del pueblo consiste en no comprender el sentido y las causas de lo que está viviendo. Busca en los baales la causa y remedio de sus males. El pueblo agrícola cuenta con la regularidad de las lluvias; al sobrevenir la sequía, invoca a los ídolos. Eso es necedad, porque el orden de las lluvias lo gobierna el mismo que controla las aguas oceánicas. El pueblo debería aprender del océano a no transgredir el mandato de Dios; entonces las lluvias guardarían su ritmo. Pero el pueblo quebranta el orden de la ley divina, provocando así el desorden de la sequía punitiva (14,1-10). No entenderlo es gran necedad y, en consecuencia, gran temeridad. Los pecados enumerados están bajo el denominador común de la injusticia.

5,21 Véanse Is 6,9s; 42,18-20; 43,8; su aplicación a los ídolos en Sal 135,16s.

5,22 Véanse Job 38,10s; Sal 104,9.

5,24 Véanse Lv 26,3 y Dt 11,11s; 28,12.

5,26 Texto algo dudoso. La expresión da a entender que no está pervertido el pueblo entero.

5,28 Se refiere a los magistrados, como Is 1,23.

5,30-31 La culpa principal es de los jefes; pero el pueblo acepta ser engañado y sometido, y así se convierte en cómplice complaciente de su propia sujeción.

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