viernes, 16 de octubre de 2015

ISAÍAS II. CAPÍTULO 55.

Alianza del Señor (2 Sm 7; Sal 89)

551¡Atención, sedientos!, acudid por agua,
también los que no tenéis dinero:
venid, comprad trigo, comed sin pagar,
vino y leche de balde.
2¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta?,
¿y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos, y comeréis bien,
saborearéis platos sustanciosos.
3Prestad oído, venid a mí, escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros alianza perpetua,
la promesa que aseguré a David:
4a él le hice mis testigo para los pueblos,
caudillo y soberano de naciones;
5tu llamarás a un pueblo desconocido,
un pueblo que no te conocía correrá hacia ti:
por el Señor, tu Dios;
por el Santo de Israel, que te honra.

La palabra del Señor (Is 40,6-8)

6Buscad al Señor mientras se deje encontrar,
invocadlo mientras esté cerca;
7que el malvado abandone su camino
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad;
a nuestro Dios, que es rico en perdón.
8Mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos
-oráculo del Señor-.
9Como el cielo está por encima de la tierra,
mis caminos están por encima de los vuestros
y mis planes de vuestros planes.
10Como bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan para comer,
11así será mi palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.

Epílogo: Salida de Babilonia (Is 48,20-22; 52,11-12)

12Saldréis con alegría, os llevarán seguros:
montes y colinas
romperán a cantar ante vosotros
y aplaudirán los árboles silvestres.
13En vez de espinos, crecerá el ciprés;
en vez de ortigas, el arrayán:
serán el renombre del Señor
y monumento perpetuo, imperecedero.

Explicación.

55,1-3a El heraldo adopta el estilo de un pregonero ambulante (cfr. Prov 1,20; 8,1), que ofrece de balde una mercancía abundante y excelente: agua y pan del primer éxodo, leche de la tierra prometida, vino del banquete, enjundia del sacrificio de comunión (Sal 63,6; 65,12). Y la vida prometida en Dt.

55,3b-5 Coincide con varios temas y expresiones del salmo 89: alianza, perpetua, lealtad y fidelidad, testigo. Es como si en el texto presente el Señor respondiese al problema planteado en dicho salmo. En cambio, 5a procede de otro salmo davídico: 18,44.

55,6-11 Palabra y camino. El heraldo ha pronunciado muchas palabras: tan magníficas que resultan increíbles; además algunas eran tan extrañas. ¿Serán verdad? Sí, porque el Señor que las pronunció las cumplirá. Lo que pasa es que Dios tiene otro estilo o modo de planear y actuar (40,14s).

            El hombre tiene que superar su perspectiva a ras de tierra para remontarse a la perspectiva celeste y comprender el acierto del "camino" de Dios.

            En transposición ética: el pueblo emprenderá pronto el camino de vuelta; pero ese camino pasa por la vuelta al Señor (Éx 19,4). Por el pecado desterrados, por la conversión repatriados.

55,7 "Rico en perdón": Ex 34,9; 1 Re 8, 30.34.36.39.50.

55,10-11 Entre la cercanía (6) y la lejanía (9) de Dios media su palabra, que baja del cielo para realizar y revelar la salvación. Es como la lluvia: bendición primaria, don activo que desata actividad, riego que fecunda y hace engendrar. Su ritmo no es el de la eficiencia, sino el de la fecundidad. La lluvia pone en movimiento un ciclo: alimento hoy, semilla para la cosecha de mañana.

55,12-13 En un epílogo resuenan temas del nuevo éxodo: salida (Is 48,20; 49,9; 52,11s), alegría (35,10; 51,3.11), ser llevados (40,11; 46,3.7), seguridad y paz (48,18; 52,7), himno de la naturaleza (44,23; 49,13), parque (41,19). Todo para su gloria, para su nombre: 41,25; 42,8; 43,7; 48,1.9; 50,10.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 54.

Fecundidad de la estéril (Is 49,14-26; 62,1-9; 66,7-14; Bar 4,30-5,9; Tob 13,10-18)

541Canta de gozo, la estéril que no dabas a luz;
rompe a catar de júbilo,
la que no tenías dolores, porque la abandonada
tendrá más hijos que la casada -dice el Señor-.
2Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega sin miedo tus lonas,
alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas;
3porque te extenderás a derecha e izquierda,
tu estirpe heredará naciones
y poblará ciudades desiertas.
4No temas, no tendrás que avergonzarte,
no te sonrojes, no te afrentarán;
olvidarás el bochorno de tu soltería,
ya no recordarás la afrenta de tu viudez.
5Pues el que te hizo te toma por esposa:
su nombre es Señor de los ejércitos.
Tu redentor es el Santo de Israel,
se llama Dios de toda la tierra.
6Como a mujer abandonada y abatida
te vuelve a llamar el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada
-dice tu Dios-.
7Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te reuniré.
8En un arrebato de ira
te escondí un instante mi rostro,
pero con lealtad eterna te quiero
-dice el Señor, tu redentor-.
9Me sucede como en tiempo de Noé:
juré que las aguas del diluvio
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra ti
ni reprocharte.
10Aunque se retiren los montes
y vacilen las colinas,
no te retiraré mi lealtad
ni mi alianza de paz vacilará
-dice el Señor, que te quiere-.

Reconstrucción de Jerusalén (Is 60,10-18; Tob 13)

11¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada!
Mira, yo mismo te coloco
piedras de azabache, te cimento con zafiros,
12te pongo almenas de rubí,
y puertas de esmeralda,
y muralla de piedras preciosas.
13Tus hijos serán discípulos del Señor,
tendrán gran paz tus hijos.
14Tendrás firme asiento en la justicia;
quedará lejos la opresió,
y no tendrás que temer,
y el terror, que no se te acercará.
15Si alguno de asedia, no es de parte mía;
si lucha contigo, caerá frente a ti.
16Yo he creado al herrero que aviva las brasas
y saca una herramienta, y yo he creado
al devastador funesto:
17ninguna arma forjada contra ti dará resultado;
y a la lengua que te acuse en juicio
le probarás que es culpable.
Ésta es la herencia de los siervos del Señor,
yo soy su vindicador -oráculo del Señor-.

Explicación.

54,1-10 Desarrollan con coherencia e intensidad la imagen matrimonial, de larga historia: Os 2; Is 1,21-26; 5,1-6; Jr 3; 31,21-22; Ez 16.

            Antes de la alianza, Israel era como soltera que no encuentra marido: sola y sin hijos, afrentada. Por la alianza, Israel es esposa del Señor y madre fecunda. A causa de su infidelidad, ha sido repudiada por el marido y ha quedado como soltera o viuda, otra vez sola y sin hijos. Pero Dios no olvida su amor: el repudio o abandono ha sido momentáneo, volverá a tomarla por esposa, a estar con ella, a hacerla fecunda. La reconciliación será perpetua y tendrá firmeza cósmica. Israel está personificado en la ciudad, en figura matriarcal y beduina. Todo el discurso lo pronuncia el marido, aunque sea el profeta su portavoz.

54,1 Repitió la experiencia de la estéril fecunda: Sara (Gn 18; is 51,2). Puede verse Sal 113,9.

54,2 Véase Jr 10,20.

54,3 Véase Gn 28,14.

54,4 Se repite la historia de Sara frente a Agar (Gn 16), de Raquel frente a Lía (Gn 30), de Ana frente a Feniná (1 Sm 1).

54,5 El marido da nombre a la mujer (Is 4,1); el Señor tiene un nombre ilustre y único. El "Dios de toda la tierra" escoge una ciudad, como escogió un pueblo en propiedad (Ex 19,5). El Señor es santo y santa será la ciudad (52,1), como debía serlo el pueblo (Ex 19,6).

54,6 Véase Jr 2,2; 3,1-13.

54,7-8 Puede más el amor incondicional: Os 2.

54,9 La evocación de Noé se abre a un horizonte universal.

54,10 Véanse Sal 46,3; Hab 3,6; Job 14,18.

54,11,17 En esa segunda parte domina la imagen física de la ciudad, que ha de ser reconstruida. La ciudad está amenazada por un peligro interno y otro externo. Interno sería faltar a su destino de justicia (Sal 122; Is 1,21-26). El externo, provocado por el interno, sería el ataque justificado del enemigo. Justificado en el fuero del enemigo y el de Dios (es la teología de Jeremías). Así sucedió. Pero ahora la nueva era vence ambos peligros: la ciudad será reconstruida con riqueza y belleza fantásticas; volverá a ser morada de justicia; el enemigo no podrá acusarla ni condenarla ni atacarla con éxito.

54,11 Véase Os 1,5.8; 2,3.25.

54,12 Véanse Tob 13,16s; Ap 21,10-21.

54,13 "Hijos": con cambio de vocal diría que los "constructores" son aprendices del Señor.

54,15 Véanse Sal 56,7; 59,4; 140,3.

54,16 El "devastador": Ex 12,13.23.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 53.

531¿Quién creyó nuestro anuncio?
¿A quién mostró el Señor su brazo?
2Creció en su presencia como brote,
como raíz en el páramo:
no tenía presencia ni bellez
que atrajera nuestras miradas
ni aspecto que nos cautivase.
3Despreciado y evitado de la gente,
un hombre hecho a sufrir, curtido en el dolor;
al verlo se tapaban la cara;
despreciado, lo tuvimos por nada;
4a él, que soportó nuestros sufrimientos
y cargó con nuestros dolores,
lo tuvimos por un contagiado,
herido de Dios y afligido.
5Él, en cambio, fue traspasado
por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Sobre él descargó el castigo que nos sana
y con sus cicatrices nos hemos curado.
6Todos errábamos como ovejas,
cada uno por su lado,
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
7Maltratado, aguantaba, no abría la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
no abría la boca.
8Sin arresto, sin proceso, lo quitaron de en medio, 
¿Quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
9Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
10El Señor quería triturarlo con el sufrimiento:
si entrega su vida como expiación,
verá su descendencia, prolongará sus años
y por su medio triunfará el plan del Señor.
11Por los trabajos soportados
verá la luz, se saciará de saber;
mi siervo inocente rehabilitará a todos
porque cargó con sus crímenes.
12Por eso le asignaré
una porción entre los grandes
y repartirá botín con los poderosos:
porque desnudó el cuello para morir
y fue contado entre los pecadores,
él cargó con el pecado de todos
e intercedió por los pecadores.

Explicación.

53,1 Toma la palabra el "nosotros" coral. El "brazo del Señor" se revela en acción, pero no siempre es reconocido. Especialmente ahora, muchos se resisten a reconocerlo. Hay que creer para comprender.

53,2-11 Lo que anuncian no es una teoría ni una ideología, sino la biografía escueta de un personaje: nacimiento y crecimiento (2), sufrimiento y pasión (3.7), condena y ejecución (8), sepultura (9), glorificación (10-11). Quienes proclaman el mensaje expresan su participación profunda, su cambio de actitud, su conciencia lúcida del sentido de los hechos.

53,2-3 "Como brote": compárese con 11,1. Es una pura presencia, llamativa por su dolor y humillación. Hombre, pero desfigurado; en una sociedad, pero despreciado. Los demás interpretan su sufrimiento como castigo de Dios y temen contagiarse: Sal 31,11s; 38,8-9.12; Lam 3,1.14.

53,4-5 En salmos de súplica el orante puede confesar su pecado, p. ej. en 38,5.19; Lam 3,40.42; aquí los espectadores son quienes lo confiesan. El dolor demuestra un pecado, no de quien sufre, sino de los que lo contemplan. Sin ser pecador, él aceptaba la consecuencia del pecado, y sufriendo en silencio, abría los ojos a los pecadores. El dolor es suyo, el pecado es nuestro.

53,6 Imagen clásica del rebaño (Jr 23,1-3; Ez 34,4-6). Ha sido Dios quien ha realizado su designio: cfr. Lam 1,14.18; 2,1-9; 3,38; 4,16.

53,7 El silencio se aprecia como palabra elocuente; recuérdese la mudez de Ezequiel (3,26).

53,8 Por la condena, entra con fuerza el tema de la injusticia humana: véanse Sal 7, 7.9.12; 35,11.23.24. Pero el juicio de Dios es destino, no condena.

53,9 La sepultura sella una vida de dolores y desprecios. Termina en la fosa común de los ajusticiados (cfr. 14,19). Los narradores añaden, como una lápida, que era inocente en obras y palabras: ¿no es demasiado tarde? Él no protestó su inocencia (como p. ej. Sal 7,9; 17,1-5; Job 31).

53,10-11a En salmos de acción de gracias, la liberación consistía en conservar la vida librando de la muerte. Aquí la liberación tiene que alcanzar más allá de la muerte. Sólo una liberación total librará de la destrucción total, y la muerte ya no será definitiva. Se ha cumplido el designio de Dios: véanse 42,21; 44,28; 46,10; 48,14.

             "Expiación" es término típico del culto (Lv 4-5; 7; 14). Vida larga y descendencia pertenecen a las bendiciones clásicas (Dt 4,40; 5,33; 30,20; Sal 91,16). Tener éxito: Sal 1,3. El texto hebreo de 11a es dudoso: dice sólo "verá", el griego añade el complemento "luz"; para "ver + saciarse" cfr. Sal 17,15.

53,11b-12 Dios confirma el mensaje. Anula el juicio humano declarando inocente a su siervo. Más aún, su pasión inocente servirá para llevar a la justicia a los demás. Esos hombres rehabilitados, liberados de una condena merecida, serán el despojo o botín de la victoria. Su pasión y muerte ha sido "intercesión" aceptada, su silencio ha sido escuchado. El NT cita o alude a este texto, según la siguiente cita de versículos:1 52,15; 2 Rom 15,21; 53,1:3  Rom 10,16; 4; Mt 8,17; Heb 2,10; 5: Rom 4,25; 1 Pe 2,24; 6: 2 Cor 5,21; 7: Mt 26,63; Hch 8,32; 8: Mt 27,26; Hch 8,33; 9; Mt 27,57; 1 Pe 2,22; 10: 1 Pe 2,1; 11: Lc 22,37.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 52.

"Despierta, Sión"


521¡Despierta, despierta,

vístete de tu fuerza, Sión;
vístete el traje de gala, Jerusalén, santa ciudad!,
porque no volverán a entrar en ti
incircuncisos ni impuros.
2Sacúdete el polvo,
ponte en pie, Jerusalén cautiva;
desátate las correas del cuello,
3porque así dice el Señor:
De balde fuisteis vendidos
y sin pagar os rescataré.
4Porque así dice el Señor:
Al principio mi pueblo bajó a Egipto,
para residir allí como extranjero;
al final, Asur lo oprimió.
5Pero ahora, ¿qué hago yo aquí
-oráculo del Señor-.
A mi pueblo se lo llevan de balde,
sus dominadores lanzan aullidos
-oráculo del Señor-
y todo el día, sin cesar, ultrajan mi nombre.
6Por eso mi pueblo reconocerá mi nombre,
comprenderá aquel día
que era yo el que hablaba, y aquí estoy.


El mensajero de paz (Nah 2,1-3; Is 40,1-10)



7¡Qué hermosos son sobre los montes

los pies del heraldo que anuncia la paz,
que trae la buena nueva, que pregona la victoria,
que dice a Sión: "Ya reina tu Dios"!
8Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara
al Señor, que vuelve a Sión.
9Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén,
que el Señor consuela a su pueblo,
rescata a Jerusalén.
10El Señor desnuda su santo brazo
a la vista de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la victoria de nuestro Dios.


Salida de Babilonia (Is 48,20-22; 55,12-13; Bar 5,5-9)



11¡Fuera, fuera! Salid de allí,

no toquéis nada impuro.
¡Salid de ella, purificaos,
portadores del ajuar del Señor!
12No saldréis apresurados ni os iréis huyendo,
pues en cabeza marcha el Señor,
y en la retaguardia, el Dios de Israel.


Cuarto cántico: pasión y gloria del siervo (Is 42,1-9; 49,1-13; 50,4-9; Hch 8; Lam 3)



13Mirad, mi siervo tendrá éxito,

subirá y crecerá mucho,
14Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre
ni tenía aspecto humano;
15así asombrará a muchos pueblos;
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.


Explicación.


52,1-6 Después de espabilarse y volver en sí, ahora le toca levantarse, limpiarse, vestirse. El cambio de vestido inaugura una etapa gozosa y gloriosa: véase 2 Re 25,29 y la explotación en Jdt 10,3s. La nueva era es de libertad recobrada tras la esclavitud de una cautiva de guerra. El que los vendió sin cobrar, los rescatará sin pagar (1 Pe 1,18). No vendió en provecho propio, sino del pueblo, o bien, en provecho de su nombre y fama. Le basta con ser reconocido. Un desarrollo en tres etapas amplifica el tema: Egipto, Asiria, Babilonia.

52,1 Tras la profanación (Sal 74,7; 79,1), Sión recobra su carácter sagrado.

52,5 Citado en Rom 2,24.

52,6 "Yo soy": Éx 3,14; Is 43,10.25; 46,4. Hablaba por medio de los profetas, ahora se presenta en persona (cfr. Heb 1,1).

52,7-10 Un himno de júbilo acoge la noticia en Jerusalén, donde el "aquí estoy" se vuelve realidad gozosa. Repitiendo varios temas de 40,1-10, invita a una pausa mayor. El poeta se concentra en datos visuales y auditivos y avanza con rapidez.

52,7 El "heraldo", como en 40,9. En los salmos emparentados (96,10; 97,1; 98,9; 99,1) el reinado del Señor es universal.

52,8 Compárese con el centinela singular de 21,8. Aquí están concentrados todos los centinelas. "Cara a cara": Nm 14,14. "Vuelve" es la transposición típica del segundo éxodo; se debe comparar con la llegada de Jos 5,14.

52,9 Poéticamente, como un coro de piedras vivas, de ruinas resucitadas.

52,11-12 Orden de partida. Es el nuevo éxodo, visto como procesión litúrgica (35,1-10), superior al primero. Entonces recibían vasos de los egipcios y salían apresurados (Ex 12,33.34.39); ahora salen con calma, llevando los vasos del templo; entonces los guiaban el fuego y la nube, ahora el Señor de la alianza abriendo y cerrando la marcha.

52,13--53,12 Poema de un siervo paciente y glorificado. Un hablante principal, Dios, pronuncia introducción y epílogo, enmarcando el cuerpo, anticipando y confirmando el sentido de los hechos. El cuerpo es la narración que un grupo hace de la pasión, muerte y triunfo del personaje. El sentido es claro, la identificación enigmática: ¿quién narra?, ¿quién es el siervo? respecto a "él" y a "nosotros" ¿dónde se coloca el lector?

                Un inocente sufre (contra la doctrina de la retribución), mientras son respetados unos culpables (escándalo de algunos salmos); un humillado triunfa (hay otros casos), un muerto vive (¿ilusión poética?). El poema es así, y el lector puede limar la extrañeza calificando de hiperbólico lo extraño para hacer el mensaje razonable. Pero el texto protesta, proclamando que se trata de algo "inaudito, inenarrable".

                Se han buscado y propuesto varias identificaciones del personaje anónimo: Moisés, Josías, Jeconías, Jeremías, el yo de Lam 3. La tradición cristiana, desde Hch 8,34s, lo identifica con Jesucristo.


52,14-15 Humillación y glorificación están presentados indirectamente, por el efecto que producen los espectadores. El sufrimiento desfigura al hombre, imagen de Dios (cfr. Job 2,12-13); también la exaltación provoca asombro (Sal 64,10s). El silencio pesa en el poema.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 51.

511Escuchadme, los que vais tras la justicia,
los que buscáis al Señor:
Mirad la roca de donde os tallaron,
la cantera de donde os extrajeron;
2mirad a Abrahán, vuestro padre;
a Sara, que os dio a luz:
cuando lo llamé, era uno,
pero lo bendije y lo multipliqué.
3El Señor consuela a Sión, consuela a sus ruinas:
convertirá su desierto en un edén,
su yermo en paraíso del Señor;
allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias
al son de instrumentos.
4Hazme caso, pueblo mío; nación mía, dame oído;
pues de mí sale la ley,
mi mandato es la luz de los pueblos.
5En un momento haré llegar mi victoria,
amanecerá como el día mi salvación,
mi brazo gobernará los pueblos:
me están aguardando las islas,
ponen su esperanza en mi brazo.
6Levantad los ojos al cielo,
mirad abajo, a la tierra:
el cielo se disipa como humo,
la tierra se gasta como ropa,
sus habitantes mueren como mosquitos;
pero mi salvación dura por siempre,
mi victoria no tendrá fin.
7Escuchadme los entendidos en derecho,
el pueblo que lleva mi ley en el corazón:
no temáis la afrenta de los hombres,
no desmayéis por sus oprobios:
8pues la polilla los roerá como a la ropa,
como los gusanos roen la lana;
pero mi victoria dura por siempre,
mi salvación de edad en edad.

"Despierta, Señor" (Sal 74; 93)

9¡Despierta, despierta;
revístete de fuerza, brazo del Señor;
despierta como antaño, en las antiguas edades!
¿No eres tú quien destrozó al monstruo
y traspasó al dragón?
10¿No eres tú quien secó el mar
y las aguas del Gran Océano;
el que hizo un camino por el fondo del mar
para que pasaran los redimidos?
11Los rescatados del Señor volverán:
vendrán a Sión con cánticos,
en cabeza alegría perpetua,
siguiéndolos gozo y alegría,
pena y aflicción se alejarán.
12Yo, yo soy vuestro consolador.
¿Quién eres tú para temer a un mortal,
a un hombre que será como hierba?
13Olvidaste al Señor que te hizo,
que desplegó el cielo y cimentó la tierra.
Y temías sin cesar, todo el día,
la furia del opresor,
cuando se disponía a destruir.
¿Dónde ha quedado la furia del opresor?
14Se suelta a toda prisa el preso encorvado,
no morirá en el calabozo ni le faltará el pan.
15Yo, el Señor, tu Dios,
agito el mar, y mugen sus olas:
mi nombre es Señor de los ejércitos
16Puse en tu boca mi palabra,
te cubrí con la sombra de mi mano;
extiendo el cielo, cimento la tierra,
y digo a Sión: "Mi pueblo eres tú".

"Despierta, Jerusalén" (Lam 1-2)

17¡Espabílate, espabílate, ponte en pie, Jerusalén!,
que bebiste de la mano del Señor
la copa de su ira,
y apuraste hasta el fondo el cuenco del vértigo.
18Entre los hijos que engendró,
no hay quien la guié;
entre los hijos que crió,
no hay quien la lleve de la mano:
19esos dos males te han sucedido,
¿quién te compadece?;
ruina y destrucción, hambre y espada,
¿quién te consuela?
20Tus hijos yacen desfallecidos
en las encrucijadas, como antílope en la red,
repletos de la ira del Señor,
del reproche de tu Dios.
21Por tanto, escúchalo, desgraciada;
borracha y no de vino.
22Así dice el Señor, tu Dios,
defensor de su pueblo:
Mira, yo quito de su mano la copa del vértigo,
no volverás a beber del cuenco de mi ira;
23lo pondré en la mano de tus verdugos,
que te decían:
"Dobla el cuello, que pasemos encima";
y presentaste la espalda como suelo,
como calzada para los transeúntes.

Explicación.

51,1a En paralelismo buscar al Señor y perseguir la justicia, conductas inseparables.

51,1b-3 Para el pueblo diezmado y desterrado. Abrahán es paradigma de fecundidad y portador de una promesa. Los judíos, el resto menguado, participan de dicha fecundidad y conservan la promesa. La tierra, otra promesa patriarcal, se concentra en la capital: será un paraíso divino (Ez 28,13; Sal 36,9), donde se celebra una fiesta litúrgica.

51,4-5 El siervo comienza a cumplir su misión universal (42,6; 49,6). La salvación procede de Jerusalén (2,2-5) y se funda en el derecho y la ley del Señor (42,1-4; Dt 4,6). Las islas, o costas remotas y anónimas, esperan vagamente el momento de Dios, con una actitud profunda y no articulada que responde al proyecto del Señor.

51,6 Cielo y tierra son modelo de estabilidad (Sal 89,3; 93,1); pero comparados con la salvación, resultarán modelos de caducidad (Sal 102,25-29), como los habitantes vistos desde la altura divina (40,22).

51,7-8 La ley que sale de Sión reside ya en el corazón de un pueblo fiel (Jr 31,33), que ha de sufrir por ella, contando con la victoria del Señor.

51,9-52,12 Podemos contemplar esta unidad como magnífica arcada cuyos apoyos formales son imperativos duplicados y otras duplicaciones:

51,9 Despierta, despierta: el pueblo al Señor

51,12 Yo, yo soy: el Señor al pueblo.

51,17 Espabílate, espabílate: el Señor a Jerusalén.

52,1 Despierta, despierta: el Señor a Jerusalén.

51,11 Fuera, fuera: el profeta a los desterrados.

Otras repeticiones en 51,10.18; 52,1.7.8-9.11

            El contenido es síntesis de la presente profecía: lamentación del pueblo y respuesta del Señor. Hay que leerlo como diálogo patético de desconsuelo, amonestación y esperanza.

51,9a Lenguaje clásico de los salmos de súplica: 44,24; 74,22; 80,4. Dios se ha hecho el dormido (Sal 78,65; cfr. 1 Re 18,27); en rigor, no duerme (Sal 121,3s). Hay que recordar que la liberación sucedión en noche de vela: Ex 14; Is 37.

51,9b-10 En lenguaje mitológico recuerda el paso del Mar Rojo: Sal 74,13; 89,10s. Quizá polemizando contra la religión de Babilonia.

51,11 Está desplazado, como cita casi literal de 35,10; parece atraído por la designación "redimidos".

51,12-16 En la respuesta recoge el Señor la imagen del monstruo marino mitológico, reducido a sus dimensiones. Dios domeña su ímpetu (Sal 93); más aún, si se agita, lo hace impulsado por Dios (véase 37,28-29). La hostilidad oceánica primordial puede aparecer en figura histórica (Is 30,7; Sal 87,4; 89,11): Dios reprime ambos poderes (Sal 65,8). Por tanto, no hay razón para temer. El temor cohíbe la esperanza; la intimidación es instrumento de opresión, la esperanza es liberadora. Temer al hombre es como olvidarse de Dios, de su acción cósmica e histórica.

51,13 Is 30,7; Sal 89,11.

51,14 Véanse dos casos en 2 Re 25,27 y Jr 38,6-13.

51,16 La primera frase encaja mejor detrás de 49,2. La conclusión es impresionante: el poder cósmico de Dios gravita sobre la elección de Sión, confiriéndole peso y consistencia.

51,17-23 El Señor no está dormido, es Jerusalén quien está aturdida: no con sueño normal, reparador, sino con vértigo (Sal 60,5) y borrachera de droga. La droga es la ira del Señor. Para la imagen de la copa: Jr 25,15.29; Ez 23,31-34; Sal 75,9; probablemente uso de un narcótico antes de la ejecución capital. Es como si la mujer, turbada por una pesadilla o alucinación, viera a su marido dormido y le gritara; cuando fue el marido quien suministró la droga, quien ahora la sacude para que espabile y despierte.

          El abandono de los hijos y la opresión son temas de las Lamentaciones. Nadie conduce piadosamente a la mujer perturbada, porque sus hijos han marchado al destierro. Los enemigos se aprovechan para una suprema humillación: la mujer, la faz pegada al suelo, se ha de ofrecer como calzada hollada y dolorida.

           Todo ellos suena como discurso del Señor. Lo cual significa que ha escuchado las quejas, las ratifica, se deja conmover por ellas. Léase en contraste Lam 1,16. Ella ha de reconocer la voz amada, para salir del sopor que la impide comprender el pasado y encararse con el futuro.

51,23 Véanse Jos 10,24; 1 Re 5,17; Sal 66,12.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 50.

Pleito con el pueblo (Is 40,27-31; 41,21-29; 44,6-8)

501Así dice el Señor:
¿Dónde está el acta de repudio
con que despedí a vuestra madre?
¿O a cuál de mis acreedores os he vendido?
Mirad, por vuestras culpas fuisteis vendidos,
por vuestros crímenes
fue repudiada vuestra madre.
2¿Por qué cuando vengo no hay nadie,
cuando llamo nadie responde?
¿Tan corta es mi mano que no puede redimir?
¿O es que no tengo fuerza para librar?
Mirad: con un bramido seco el mar,
convierto los ríos en desierto;
por falta de agua se pudren sus peces,
muertos de sed.
3Yo visto el cielo de luto, lo cubro de sayal.

Tercer cántico del siervo: sufrimiento y confianza (Is 42,1-9; 49,1-13; 53)

4Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.
5El Señor me abrió el oído:
yo no me resistí ni me eché atrás:
6ofrecí la espalda
a los que me apaleaban, las mejillas
a los que me mesaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes y salivazos.
7El Señor me ayuda, por eso no me acobardaba;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
8Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleitará contra mí?
Que se me acerque.
9Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Mirad, todos se gastan como ropa,
los roe la polilla.

Discurso del siervo (Sal 102)

10¿Quién de vosotros respeta al Señor
y obedece a su siervo?
Aunque camine en tinieblas,
sin un rayo de luz,
que confíe en el Señor y se apoye en su Dios.
11Atención, vosotros, los que atizáis
el fuego y encendéis teas:
id a la hoguera de vuestro fuego,
de las teas que habéis encendido.
Así os tratará mi mano, yaceréis en el tormento.

Explicación.

50,1-3 El pueblo se queja de que Dios haya sido desleal a la alianza. En términos matrimoniales, ha repudiado a la madre; en términos comerciales, ha vendido a los hijos para pagar deudas. El Señor rebate la objeción, o negando o justificando el cargo. O no lo ha hecho o estaba bien hecho.

           El texto avala la segunda interpretación. Repudiada, sí, pero legítimamente, por su culpa (Dt 24,1-4; Jr 3,8). Vendidos, sí, pero no por deudas, sino en castigo (Jue 3,8; 4,2). El cambio de Dios es por pura bondad y compasión.

           Al reto nadie responde: los presuntos acreedores por temor, el pueblo por duda. Para disipar toda duda, el Señor apela a su poder cósmico.

50,2 Ex 5,23; 18,8ss.

59,4-9 Un personaje anónimo toma la palabra: ¿es, quizá, el siervo del cap. 49? No lleva ese título, pero se asemeja a él; no se llama profeta, pero narra su vocación como la de un profeta: para la palabra (cfr. Jr 1,2.7.9; 15,16.19; 17,15; 20,8s); sufrimientos de la misión (Jr 1,8.17; 10,17s; 17,17s; 18,18; 20,7-10): confianza en el Señor (Jr 15,20s; 20,11-13).

50,4 La misión es consolar: 40,1. El profeta vive a la escucha, porque no dispone a su antojo de provisiones de palabras.

50,5 El Señor modela enteramente a su profeta: oído y lengua. Y éste no opone resistencia: tal es su justificación. Tampoco resiste a las injurias humanas. Es su segunda justificación.

50,8 La no resistencia podía tomarse como confesión de culpa, dando razón al contrario. El profeta, fiándose de Dios, acude tranquilo al juicio humano. Dios demostrará la inocencia del acusado, logrará su absolución. Cfr. Jn 16,8-11; Rom 8,33s.

50,10-51,8 Parece un discurso del siervo como portavoz del Señor; lo cual explica los cambios de persona. Se divide en cuatro partes: 10-11.1-3.4-6.7-8, de las que tres comienzan con una invitación a escuchar. Excepto la segunda, todas se articulan en aliento y amenaza. Esto significa que el discurso distingue entre buenos y malos, también dentro de la comunidad judía.

50,10 Algunas versiones antiguas leen "que escuche al siervo".

50,11 Es dudosa la interpretación de la imagen: es fuego que controlan, signo de confianza inmanente (44,16); o bien, fuego agresivo dirigido contra otros (Dn 3,22); o bien, fuego de sacrificios ilegítimos (Jr 7,31).

ISAÍAS II. CAPÍTULO 49.

Segundo cántico del siervo: la misión (Is 42,1-9; 50,4-9; 53)

491Escuchadme, islas; tended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó;
en las entrañas maternas,
y pronunció mi nombre.
2Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
3y me dijo: "Tú eres mi siervo (Israel),
de quien estoy orgulloso".
4Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas";
en realidad mi derecho lo defendía el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.
5Y ahora habla el Señor, que ya en el vientre
me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel
-tanto me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza-:
6Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
7Así dice el Señor, redentor y Santo de Israel,
al despreciado, al aborrecido de las naciones,
al esclavo de los tiranos:
Te verán los reyes, y se alzarán;
los príncipes, y se postrarán;
porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel te ha elegido.
8Así dice el Señor:
En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo;
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
9para decir a los cautivos: "Salid";
a los que están en tinieblas: "Venid a la luz";
aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
10no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el que los compadece
y los guía a manantiales de agua.
11Convertiré mis montes en caminos
y mis calzadas se nivelarán.
12Mirad, unos vienen de un país remoto;
mirad, otros del norte y del poniente,
y aquellos del país de Siene.
13Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped en aclamaciones, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados.

Consuelo de Sión (Is 54; 66,7-14; bar 4,30-5,9)

14-Decía Sión: "Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado".
15-¿Puede una madre olvidarse de su criatura,
dejar de querer al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
16Mira, en mis palmas te llevo tatuada,
tus muros están siempre ante mí;
17los que te construyen van más aprisa
que los que te destruían,
los que te arrasaban se alejan de ti.
18Levanta los ojos en torno y mira:
todos se reúnen para venir a ti;
por mi vida -oráculo del Señor-,
a todos los llevarás como vestido precioso,
serán tu cinturón de novia.
19Porque tus ruinas,
tus escombros, tu país desolado,
resultarán estrechos para tus habitantes,
mientras se alejarán los que te devoraban.
20Los hijos que dabas por perdidos
te dirán otra vez: "Mi lugar es estrecho,
hazme sitio para habitar".
21.Pero tú te preguntarás:
"¿Quién me engendró a éstos?
Yo, sin hijos y estéril, ¿quién los ha criado?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vienen éstos?".
22-Esto dice el Señor: Mira, con la mano
hago seña a las naciones,
alzo mi estandarte para los pueblos:
traerán a tus hijos en brazos,
a tus hijas las llevarán al hombro.
23Sus reyes serán tus ayos;
sus princesas, tus nodrizas;
rostro en tierra te rendirán homenaje,
lamerán el polvo de tus pies,
y sabrás que yo soy el Señor,
que no defraudo a los que esperan en mí.
24-Pero ¿se le puede quitar la presa a un soldado,
se le escapa su prisionero a un tirano?
25-Esto responde el Señor:
Sí, a un soldado le quitan su prisionero
y la presa se le escapa a un tirano;
yo mismo defenderé tu causa,
yo mismo salvaré a tus hijos.
26Hará a tus opresores comerse su propia carne,
se embriagarán de su sangre como de vino;
y sabrá todo el mundo
que yo soy el Señor, tu salvador,
y que tu redentor es el Campeón de Jacob.

Explicación.

49,1-13 Es opinión común considerar este capítulo como segundo canto del Siervo del Señor. El problema consiste en identificarlo. ¿Es un individuo, Ciro o profeta o personaje anónimo? ¿Es designación colectiva? El texto habla de un individuo, llamado Israel (3a), que tiene una tarea a favor de un grupo, llamado Jacob = Israel (6-7). En la tradición bíblica, sólo el patriarca lleva el nombre de Israel como individuo. Por eso algunos piensan que el nombre en 3a es glosa (aunque sólo falte en un manuscrito). Cabe hipotizar que el siervo lleva como nombre emblemático el del pueblo y el del patriarca. Esta hipótesis presta dos servicios. 

a) Ayuda a repartir las alocuciones del poema: habla el Israel individual citando al Señor (1-3): el Señor al siervo para que reúna a Israel pueblo (5-6); el Señor es un personaje en singular (¿el siervo?) (7-9a); cambioi de persona sin precisar (9b-13).

b) Despierta nuestra atención hacia resonancias de relatos patriarcales, según las siguientes correspondencias

1 en el vientre: Gn 25,29.

1 pronunció el nombre: 32,29; 35,10.

4 trabajo y salario: 30,25-43; 31,1-18.36.

5 traer a Jacob: 31,3.13.17s; 33,1s.13s.

Utilizar las figuras patriarcales para personificar poéticamente a la comunidad es práctica profética conocida desde Oseas. El siervo habla de su vocación y misión en términos proféticos: compárese con Jr 1,5-10.

49,1-3 La llamada comienza en la raíz de la existencia, en un horizonte universal, al servicio de la palabra (51,16s). La palabra de Dios es espada (Ef 6,17; Ap 1,16) y es flecha (Sal 57,5; 64,4; 127,4): arma de cerca y de lejos.

49,4 El fracaso aparente es la paradoja de la misión; Dios se encarga de pagar el servicio: Gn 31,42s; Jr 15,10-18; Ez 33,30-33.

49,5 "Traer y reunir" pueden aludir al destierro y también al cisma que será anulado (11,13).

49,6 La tarea del patriarca era doméstica, fundacional; la del nuevo personaje será internacional: un cambio de la suerte espectacular.

49,7 El rey está sentado en el trono, los nobles de la corte asisten de pie.

49,8-13 Es casi una síntesis de la entera profecía: salida, camino transfigurado, llegada. Abarca los extremos, Babilonia y Sión. El tono es exultante y cordial.

49,8 Citado por Pablo en 2 Cor 6,2. Repartidor de la tierra como Josué. Es también mediador de la alianza, como Moisés.

49,10 Citado en Ap 7,16. "Compasivo": 49,10.13.15; 54,7.8.10; cfr. Ex 34,6.

49,12 Cambia el punto de vista: Bar 4,36-37; 5,5-6.

49,14-26 El profeta interpela a Sión, presentada en figura de matrona. Como una madre abandonada por el marido, indefensa, no ha podido proteger a sus hijos; el enemigo los ha arrebatado como cautivos de guerra, y ella ha quedado solitaria (cfr. cap. 46). En la soledad rumia su desgracia, reprochando al marido ausente. Y cuando escucha palabras de consuelo, interpone las dudas de su dolor. Así discurre el desarrollo en tres ondas, cada una introducida por una queja u objeción de Sión: la primera piensa en el marido, la segunda duda ante los hijos, la tercera duda ante el enemigo.

49,14-20 Primera objeción: cfr. Is 40,27; Lam 5,3.20. La respuesta de Dios suena con acento de pasión maternal (cfr. Nm 11,12). Un amor que no se basa en la respuesta del niño, que tiene algo de irremediable e invencible.

49,16-17 La ciudad ceñida de la muralla es como un plano tatuado en las manos del artesano;no ha sido destruido. Toca a los constructores realizarlo.

49,18 Joyas y cinturón son como volver al noviazgo, con la primitiva ilusión: Os 2,16; Ez 16,10-13. Se ciñe un cinturón de hijos recobrados: novia y madre a la vez.

49,19 Como respuesta a Sal 74,3; vénase también Lam 2,1-3.7-9.16-17.

49,20 El resto se multiplica de nuevo y reclama su espacio. Véase Zac 2,8.

49,21 Segunda objeción: como los pensamientos de la vieja Sara (Gn 18,12), como Noemí a sus nueras (Rut 1,11-13). Suenan fórmulas de Lam 1,5.15-16.18.20; 2,12; 4,2-5.

49,22 Los hijos retornan: Jr 31,17; Bar 5.

49,23 Gesto de  vasallaje. Sal 72,11.

49,24-26 Tercera objeción. El enemigo se ha llevado a los judíos como botín por derecho de guerra (cfr. Dt 21,10-15); podría invocar la decisión del Señor para defender ese derecho (Jr 25,1-14). Además tiene fuerza: 5,29.

49,25 Más derecho y más fuerza tiene el Señor: él se encargará de liberar a los prisioneros.

49,26 La expresión violenta se ha de leer superpuesta a Lam 2,20 y 4,10. El "opresor" no tiene "derecho", sufre un castigo merecido. Como redentor, el Señor ejerce el derecho y función del rescate; como paladín, doblega la resistencia enemiga.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 48.

Pleito con el pueblo (Is 43,22-28; 50,1-3)

481Escuchad esto, casa de Jacob,
que lleváis el nombre de Israel,
y brotáis de la semilla de Judá,
que juráis por el nombre del Señor,
e invocáis al Dios de Israel,
pero sin verdad ni rectitud, 
2aunque tomáis nombre de la ciudad santa
y os apoyáis en el Dios de Israel,
cuyo nombre es "Señor de los ejércitos".
3El pasado lo predije de antemano;
de mi boca salió y lo anuncié;
de repente lo realicé y sucedió.
4Porque sé que eres obstinado,
que tu cerviz es un tendón de hierro
y tu frente es de bronce;
5por eso te lo anuncié de antemano,
antes de que sucediera te lo predije,
para que no dijeras: "Mi ídolo lo ha hecho,
mi estatua de leño o metal lo ha ordenado".
6Lo oíste; míralo todo, ¿por qué no lo anuncias?
y ahora te predigo algo nuevo,
secretos que no conoces;
7ahora son creados, y no antes,
ni de antemano los oíste,
para que no digas: "Ya lo sabía".
8Ni lo habías oído ni lo sabías,
aún no estaba abierta tu oreja;
porque yo sabía lo pérfido que eres,
que desde el vientre de tu madre
te llaman rebelde.
9Por mi nombre doy largas a mi cólera,
por mi honor me contengo
para no aniquilarte.
10Mira, yo te he refinado como plata,
te he probado en el crisol de la desgracia;
11por mí, por mí lo hago: porque mi nombre
no ha de ser profanado
y mi gloria no la cedo a nadie.

Misión de Ciro (Is 41,1-5; 45,1-8)

12Escúchame, Jacob; Israel, a quien llamé:
yo soy, yo soy el primero
y yo soy el último.
13Mi mano cimentó la tierra,
mi diestra desplegó el cielo;
cuando yo los llamo, comparecen juntos.
14Reuníos todos y escuchad:
¿quién de ellos lo ha predicho?
Mi amigo cumplirá mi voluntad
contra Babilonia y la raza de los caldeos.
15Yo, yo mismo he hablado y lo he llamado,
lo he traído y he dado éxito a su empresa.
16Acercaos y escuchad esto:
No hago predicciones en secreto,
y cuando sucede, ya estoy yo allí;
-y ahora el Señor Dios
me ha enviado con su espíritu-.
17Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel:
Yo, el Señor, tu Dios,
te enseño para tu provecho,
te guío por el camino que sigues.
18Si hubieras atendido a mis mandatos,
será tu paz como un río,
tu justicia como las olas del mar;
19tu descendencia sería como la arena,
como sus granos, los vástagos de tus entrañas;
tu nombre no sería aniquilado
ni destruido ante mí.

Salida de Babilonia (Is 52,11-12; 55,12-13)

20¡Salid de Babilonia, huid de los caldeos!
Con gritos de júbilo
anunciadlo y proclamadlo,
publicadlo hasta el confín de la tierra.
Decid: el Señor ha redimido a su siervo Jacob.
21No pasaron sed cuando los guió por la estepa,
agua de la roca hizo brotar,
hendió la roca y manó agua.

Explicación.

48,1-12 Este es un capítulo complejo, en el que sorprendemos dos hilos diversos o dos melodías distintas. Dominan los motivos del oráculo de salvación: el pueblo ha sufrido por su pecado (9-11), pero llega el término del castigo, por mano de un extranjero (14); las predicciones del pasado cumplidas (3-5) garantizan el futuro anunciado (7-8); salga el pueblo cantando himnos (20-21). La voz cantante es acompañada de otra voz en contrapunto, que recuerda a Israel su pecado y rebelión (4.8.18-19, que algunos consideran adición), insiste en que la salvación es inmerecida y exhorta a mantenerse fieles. ¿Hay que separar las dos voces para entender lo que dice cada una? El salmo 81 recoge en una acción litúrgica ambos elementos. Ensayemos una lectura unificada.

            Por su culpa sufrieron los judíos el castigo, escarmiento, del destierro. El pueblo intenta desvirtuar su sentido, explicando por otras causas la desgracia. Para que no se refugien en explicaciones evasivas, el Señor se adelanta a predecir el futuro. El cumplimiento del pasado, destierro, garantiza el cumplimiento pendiente, repatriación. Esta sucederá a pesar de la resistencia del pueblo, sólo por el buen nombre de Dios. El pueblo no tendrá escapatoria: en cuanto a la predicción, no podrá decir que lo sabía, dándoselas de experto; en cuanto a la salvación, no podrá atribuirla a sus méritos.

48,1-2 Es interesante la unión de Israel y Judá. O piensa en la futura reunificación, como Ez 37,15-28 e Is 11,12-14, o bien asigna a los judíos el nombre histórico o ideal de Israel. Insiste en nombres y títulos del Señor y del pueblo; pero adelantando un reproche.

48,3-5 Suena la predicción, se mantiene, de repente se cumple. De repente, no en el plan de Dios, sino en la expectación humana. El pueblo se resiste de tres modos: se obstina, se aferra a su ídolo, no confiesa al Señor. Véanse 32,9; 33,3.5; 34,9; Dt 9,6.13.

48,5 Véase la explicación de las mujeres en Jr 44,18.

48,6a Al pueblo le toca divulgar el suceso y su sentido.

48,6b-8 Apunta una nueva era en la historia, como una nueva creación. "Ya lo sabía" equivale a negar la novedad (43,19). "Rebelde" de nacimiento: véanse Ez 16,3; Sal 58,4.

48,9-11 Ésta es la novedad, ni sabida ni merecida. El buen nombre del Señor está empeñado en la historia; como en tiempo de Moisés, Nm 14,16-18. Ahora, sin intercesión mencionada (pero véase 53,12), el Señor cambia de actitud: Dt 32,26s; OS 2,16; 11,8. Su nombre es santo: se profanaría con la victoria de la muerte. Su gloria pasaría a otro si abdicase de dirigir la historia.

48,12-19 El anuncio toma elementos del pleito. A los ídolos de Babilonia les denuncia su ignorancia para predecir, su impotencia para actuar, y les opone su poder cósmico, su dominio de la historia; al pueblo le hace comprender lo justificado del castigo y abre una puerta a la esperanza.

48,12-13 Dominio sobre el tiempo y el universo. Cielo y tierra son los testigos clásicos del Señor: Is 1,2; Sal 50,4.

48,14-15 Simple ejecutor del designio divino; lleva el mismo título que Abrahán (41,8).

48,17 Dios guía: Dt 8,1-6. El camino de la conducta se une ahora con el camino del retorno.

48,18-19 Véase Sal 81,14-17.

48,20-21 Salid: Véase Gn 12,1 y Ex 12,31. "Roca y agua": ¿habrá una alusión velada a dos títulos o símbolos del Señor? (8,6.14).

48,22 Su sitio está en 57.21.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 47.

Humillación de Babilonia y de sus magos (Jr 50-51; Ap 18; Ez 28)

471Baja, siéntate en el polvo, joven Babilonia;
siéntate en tierra, sin trono,
capital de los caldeos,
que ya no te volverán a llamar
blanda y refinada.
2Agarra un molino, muele harina, quítate el velo,
alza las faldas, descubre el muslo,
vadea los canales,
3aparezca tu desnudez, véanse tus vergüenzas.
Tomaré venganza inexorable.
4Nuestro redentor, que se llama
el Señor de los ejércitos,
el Santo de Israel, dice:
5Siéntate y calla, entra en las tinieblas,
capital de los caldeos,
que ya no te llamarán Emperatriz.
6Airado contra mi pueblo, profané mi heredad,
la entregué en tus manos:
no tuviste compasión de ellos,
abrumaste con tu yugo a los ancianos,
7diciéndote: "Seré señora por siempre jamás",
sin considerar esto, sin pensar en tu desenlace.
8Pues ahora escúchalo, lasciva,
que reinabas confiada,
que te decías: "Yo y nadie más.
No me quedaré viuda, no perderé a mis hijos".
9Las dos cosas te sucederán,
de repente en un solo día:
viuda y sin hijos te verás a la vez,
a pesar de tus muchas brujerías
y del gran poder de tus sortilegios.
10Tú te sentías segura en tu maldad,
diciéndote: "Nadie me ve";
tu sabiduría y tu ciencia te han transformado,
mientras pensabas: "Yo y nadie más".
11Pues vendrá sobre ti una desgracia
que no sabrás conjurar,
caerá sobre ti un desastre
del que no te podrás librar;
vendrá sobre ti de repente
una catástrofe que no te imaginabas.
12Insiste en tus sortilegios,
en tus muchas brujerías,
que han sido tu tarea desde joven;
quizá te aprovechen, quizá los espantes.
13Estás harta de consejos:
que se levanten y te salven
los que conjuran al cielo,
los que observan las estrellas,
los que pronostican cada mes
lo que te va a suceder.
14Míralos convertidos en pajas:
el fuego los consume
y no pueden librarse del poder de las llamas;
ni siquiera son brasas para calentarse
ni hogar para sentarse enfrente.
15En eso han parado
aquellos con quienes traficabas,
con quien te atareabas desde joven:
cada uno se pierde por su lado,
y no hay quien se salve.

Explicación.

47,1-15 El oráculo contra Babilonia sigue modelos conocidos: pecado y castigo o denuncia del delito y sentencia de condena. Al presentar a la capital en figura de matrona, el poema prepara por contraste la figura de Jerusalén (49 y 54). Es notable el acoso irónico de imperativos, que el poeta dispara contra ella, sin dejarle siquiera hablar. Incluso su grito de triunfo se reduce a cita trágica o burlesca (7.8.10). "Yo y nadie más" es afirmación que sólo el Señor tiene derecho a pronunciar (45,6; 46,9).

47,1-3 La soberana de título ilustre tiene que ocuparse en menesteres domésticos de esclava, expuesta a la vergüenza.

47,3 Lam 1,8.

47,4 "Señor de los Ejércitos" es título clásico; "Santo de Israel" es típico de Isaías; "Redentor" es frecuente en Isaías II.

47,6 El destierro no fue simple triunfo humano, sino castigo divino. Babilonia se excedió cruelmente, incurriendo en delito.

47,7 "Se por siempre" es prerrogativa divina: Eclo 7,36.

47,8-9 Conmina la pena. "Viuda y sin hijos" son temas fundamentales de Is 49 y 54,  referidos a Jerusalén. La última frase podría ser causal: "por tus muchas..."

47,10-11 De nuevo delito y castigo. "Nadie me ve" puede equivaler a ateísmo práctico: Sal 10,4; 73,11; 94,7; Eclo 16,17-23. Babilonia comparte con otras potencias la actividad intelectual, especialmente de carácter mágico. El castigo frustrará la seguridad del saber, y Babilonia no "sabrá ni podrá" librarse. Hace falta humildad para prever y prevenir la desgracia.

47,12-15 Desarrolla irónicamente el tema de la magia, en particular la predicción mensual, casi burocrática. Puesto especial ocupa la astrología, especialidad babilonia. Todo el esfuerzo y el cúmulo de predicciones acaban en paja y la paja en el fuego.

ISAÍAS II. CAPÍTULO 46.

Contra los dioses de Babilonia (Dn 14)

461Se encorva Bel, se deploma Nebo;
sus imágenes las cargáis sobre bestias y acémilas,
y las estatuas que les cargan en andas
son una carga abrumadora;
2a una se encorvan y se desploman;
incapaces de librar al que los lleva,
ellos mismos marchan al destierro.
3Escuchadme, casa de Jacob,
resto de la casa de Israel,
con quien he cargado desde que nacisteis,
a quien he llevado
desde que salisteis de las entrañas:
4hasta vuestra vejez yo seré el mismo,
hasta las canas yo os sostendré;
yo lo he hecho, yo os seguiré llevando,
yo os sostendré y os libraré.
5¿A quién me compararéis, me igualaréis 
o me asemejaréis que se me pueda comparar?
6Sacan oro de la bolsa y pesan plata en la balanza;
asalarian un orfebre
que con ello fabrique un dios,
se postran y lo adoran.
7Se lo cargan a hombros, lo transportan;
donde lo ponen, allí se queda;
no se mueve de su sitio.
Por mucho que le griten, no responde,
no los salva del peligro.

Dios, dueño del futuro (Is 48,1-11)

8Recordadlo y meditadlo:
reflexionad, rebeldes,
9recordando el pasado predicho.
Yo soy Dios, y no hay otro;
no hay otro dios como yo.
10De antemano yo anuncio el futuro;
por adelantado,
lo que aún no ha sucedido.
Digo: "Mi designio se cumplirá,
mi voluntad la realizo".
11Llamo al buitre de oriente, de tierra lejana
al hombre de mi designio.
12Escuchadme, los valientes,
que os quedáis lejos de la victoria:
13Yo acerco mi victoria, no está lejos;
mi salvación no tardará;
traeré la salvación a Sión
y mi honor a Israel.

Explicación.

46,1-7; 8-13 Los desterrados en Babilonia están expuestos a dos tentaciones que los atenazan: por un lado la victoria aparente de los dioses ajenos, demostrada en la guerra y la política; por otro lado la impotencia o cansancio de su Dios. A las dos responde este texto, descalificando a los dioses paganos e invitando al pueblo a la esperanza.

46,1-7 Forman el eje semántico tres verbos: cargar, llevar, transportar. Los dioses no pueden cargar con el pueblo porque tienen que ser transportados en bestias de carga; son transportados en procesión, y lo serán, para salvarse, camino del destierro. En cambio el Señor ha cargado con su pueblo (Ex 19,4): desde que nació, como una nodriza (Nm 11) y hasta la vejez (Sal 71,9.18). El Señor no se cansa: 40,28-31.

46,1 Nebo es nombre, Bel (=Baal) es título. Recuérdese el episodio de Dagón que aparece en 1 Sm 5,3s.

46,7 No son esos dioses quienes dan la riqueza, sino que hace falta riquezas para fabricar tales dioses. Véase el desarrollo burlesco de la Carta de Jeremías.

46,8 El pueblo no acaba de creer, es decir, de esperar.

46,9-13 Mientras la consistencia de los ídolos es su peso e inercia, la del Señor es cumplir su palabra. Tiene un plan y designio cuyo contenido es salvación y victoria. Puede parecer que está lejos la ejecución y el ejecutor, pero no es así, porque el encargado se presentará con la rapidez del buitre.

46,12 "Valientes" o esforzados suena a título irónico. La versión griega ha leído "desanimados".