El ayuno (Is 1,10-20; Zac 7)
581Grita a voz en cuello, sin cejar,
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
2Consultan mi oráculo a diario,
muestran deseo de conocer mi camino
como un pueblo que practicara la justicia
y no abandonase el mandato de su Dios.
Me piden sentencias justas,
desean tener cerca a Dios.
3¿Para qué ayunar, si no haces caso?
¿Mortificarnos, si tú no te fijas?
Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés,
y apremiáis a vuestros servidores;
4mirad: ayunáis entre riñas y disputas,
dando puñetazos sin piedad.
No ayunáis como ahora,
haciendo oír en el cielo vuestras voces.
5¿Es ése el ayuno que el Señor desea,
el día en que el hombre se mortifica?
Mover la cabeza como un junco,
acostarse sobre estera y ceniza,
¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?
6El ayuno que yo quiero oír es éste:
abrir las prisiones injustas,
hacer saltar los cerrojos de los cepos,
dejar libres a los oprimidos,
romper todos los cepos;
7partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo
y no cerrarte a tu propia carne.
8Entonces romperá tu luz como la aurora,
en seguida te brotará la carne sana;
te abrirá tu camino tu justicia,
detrás irá la gloria del Señor.
9Entonces clamarás al Señor, y te responderá;
pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy.
Si destierras de ti los cepos,
y el señalar con el dedo, y la maledicencia;
10si das tu pan al hambriento
y sacias el estómago del indigente,
surgirá tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad se volverá mediodía.
11El Señor te guiará siempre,
en el desierto saciará tu hambre,
hará fuerte tus huesos,
serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas
cuya vena nunca engaña,
12reconstruirás viejas ruinas,
levantarás sobre los cimientos de antaño;
te llamarán tapiador de brechas,
restaurador de casas en ruinas.
El sábado (Jr 17,19-27)
13Si detienes tus pies el sábado,
y no traficas en mi día santo;
si llamas al sábado tu delicia,
y honras el día consagrado al Señor;
si lo honras absteniéndote de viajes,
de buscar tu interés, de tratar tus negocios,
14entonces el Señor será tu delicia.
Te pondré a caballo de las alturas de la tierra,
te alimentaré con la herencia
de tu padre Jacob
-ha hablado la boca del Señor-.
Explicación.
58,1-14 Requisitoria de Dios contra el pueblo, con elementos típicos: invalidez del culto (2,5); denuncia de injusticias (4,6); preceptos específicos (6-7.9-10.13); exhortación con promesas (8-9.11-12.14). A este esquema se sobrepone la consulta religiosa y la respuesta oracular: ejemplos típicos en Ageo.
58,1-12 Como en casos semejantes (Sal 50; Is 1,10-20; Jr 7), lo importante es la tensión entre actos cúlticos -aquí el ayuno- y la justicia social. La raíz de ayunar suena siete veces. Los hombres lo definen y consideran eficaz para "agradar" a Dios, para que "se fije" y "responda"; al fallar esos resultados, acusan a Dios y o a su ayuno. Pero Dios se burla de los gestos, desenmascara la falsedad, "como si...", denuncia las injusticias de los devotos ayunadores.
Después define el ayuno que él "prefiere", que consiste en obras de misericordia. Si se enmiendan, Dios promete estar cerca y escuchar las súplicas.
58,1 En una jornada de ayuno litúrgico, la voz del profeta ha de resonar como trompeta: Jl 2,15; Os 8,1; Sal 81,4. Se dice "mi pueblo" aludiendo a la alianza (Sal 50,4.7), base de la querella.
58,2-3a El pueblo viene a Dios con pretensiones, alegando como méritos sus buenos deseos: de conocer el camino de Dios, el mandato de Dios, la cercanía de Dios. Vanas pretensiones mientras siguen su camino (56,11), no cumplen los mandatos (cfr. Sant 1,22-24), buscan una cercanía mecánica (Jr 7). Como si bastara consultar.
58,3b-5 La respuesta del Señor es irónica. Desenmascara la farsa piadosa: ayunar y perseguir el negocio, mortificarse uno y golpear al prójimo. "Apremiar" trae dolorosas resonancias de la opresión egipcia: Ex 3,7; 5,9.13.14; y va contra la legislación de Dt 15, 2s. La voz que se debe escuchar en el cielo es la de la oración sincera (p. ej. Sal 5,4; 27,7; 55,18); ahora se escuchan voces y ruidos, de golpes y riñas. De rodillas e inclinándose rítmicamente parecen un campo de juncos que se comban al paso del viento: ¿qué viento los mueve?
58,6-7 "Liberar cautivos": el don de la libertad se aprecia más después de la experiencia del destierro. En vez de "afligirse" uno mismo, debe sentir la "aflicción" del prójimo. "Carne" subraya la debilidad e invalidez común a todos. Si el egoísmo cierra, la compasión abre. El dolor compartido establece y mantiene la solidaridad.
58,8-9 Mäs aún. El ayuno auténtico, las obras de misericordia, transfiguran al hombre, casi lo divinizan, como sol que amanece (cfr. Sal 112,4). Abre su cortejo la Justicia, lo cierra la Gloria del Señor (cfr. Sal 85,14; 97,2). Por la caridad el hombre resplandece, porque revela la gloria de Dios (Mt 5,16).
58,10 "Pan": corrigiendo el hebreo según testimonios antiguos. La aurora culmina en mediodía. (Véase la relación entre luz y generosidad en Mt 6,22-23).
58,11-12 Vuelve a dos piezas del esquema del éxodo, introduciendo algunas transformaciones. La comida en el desierto se conserva sin cambio. El agua y la sed: son ellos el desierto, en el que aflora el agua (la beneficencia) que los transforma en huerto. La tierra es ahora la ciudad que será reconstruida. Hay que salir del egoísmo y construir con la caridad. Si ellos reparten pan, no habrá hambre y el desierto será un paraíso; si ellos dan casa, la ciudad será reconstruida. "Tapiador de brechas": véase Am 9,11 y Neh 5.
58,13-14 El sábado crece en importancia después del destierro. Como un templo es un espacio acotado para la divinidad, así el sábado es un tiempo sustraído al interés humano y dedicado a Dios. No artificio para aumentar la productividad, sino sacrificio de ella para profesar un valor más alto. Y se ha de observar con gozo, con "delicia". En el reposo del sábado culmina el nuevo éxodo.
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