viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 18.

En el taller del alfarero (Is 29,16; Eclo 38,29-30; Rom 9,19-21)

181Palabras que el Señor dirigió a Jeremías:
2-Anda, baja al taller del alfarero y allí te comunicaré mi palabra.
3Bajé al taller del alfarero, y lo encontré trabajando en el trono.
4A veces, trabajando el barro, le salía mal una vasija; entonces hacía otra vasija, como mejor parecía.
5Y me dirigió la palabra el Señor:
6-Y yo, ¿no podré trataros, israelitas, como ese alfarero? Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mis manos, israelitas. 7Primero me refiero a un pueblo y a un rey y hablo de arrancar y arrasar; 8si ese pueblo al que me refiero se convierte de su maldad, yo me arrepentiré del mal que pensaba hacerles. 9Después me refiero a un pueblo y a un rey y hablo de edificar y plantar; 10si me desobedecn y hacen lo que yo repruebo, yo me arrepentiré de los beneficios que les había prometido. 11Y ahora habla a los judíos y a los vecinos de Jerusalén:
Así dice el Señor: Yo, el alfarero,
os preparo un castigo
y medito un plan contra vosotros.
Que se convierta cada cual de su mala conducta,
enmendad vuestra conducta
y vuestras acciones.
12Responden: No queremos,
seguiremos nuestros planes,
cada uno seguirá la maldad
de su corazón obstinado.
13Pues bien, así dice el Señor:
Preguntad a los paganos
quién oyó tal cosa: la capital de Israel
ha cometido algo horripilante.
14¿Abandona la nieve del Líbano
las rocas escarpadas?
¿Se corta el agua fresca que fluye caprichosa?
15Pues mi pueblo me olvida
y sacrifica a una ficción:
tropiezan caminando por las viejas veredas
y caminan por sendas y caminos sin aplanar,
16convirtiendo así su tierra
en desolación y burla perpetua,
los viandantes se espantan y sacuden la cabeza.
17Como vino solano
los aventaré ante el enemigo,

darán la espalda y no la cara el día de la derrota.

Confesiones de Jeremías (Jr 11; 15; 17; 20)

4. Persecución

18Dijeron: Vamos a tramar
un plan contra Jeremías,
que no nos faltará
la instrucción de un sacerdote,
el consejo de un docto, el oráculo de un profeta;
vamos a herirlo en la lengua,
no hagamos caso de lo que dice.
19Hazme tú caso, Señor, escucha a mis rivales,
20¿es que se pagan bienes con males?
Me han cavado una fosa.
Recuerda que estuve ante ti
intercediendo por ellos
para apartar de ellos tu enojo.
21Ahora entrega sus hijos al hambre,
ponlos a merced de la espada,
queden sus mujeres viudas y sin hijos,
mueran sus hombres asesinados
y los jóvenes a filo de espada en el combate.
22Que se oigan gritos salir de sus casas,
cuando de repente los asalten bandidos,
pues cavaron una fosa para atraparme,
escondieron trampas para mis pies.
23Deñor, tú conoces su plan homicida contra mí:
no perdones sus culpas,
no borres de tu vista sus pecados;
caigan derribados ante ti,
ejecútalos en el momento de la ira.

Explicación.

18,1-17 De la actividad artesana del alfarero, que modela su cerámica, surge un día la imagen de Dios como alfarero, que modela al hombre de barro de la tierra: Gn 2,7-8,19. De ahí resulta que el hombre posee un carácter o "modelado": Gn 6,5; 8,21. De aquí se pasa a usar como sinónimos "creador" y "modelador", del hombre y también de la historia: especialmente Isaías II. Puede verse: Is 27,11; 43,21; 44,2; 49,5; 64,7; Zac 12,1; Sal 33,15; 139,16.

El presente capítulo puede estar inspirado en Is 29,16. Jeremías es enviado a contemplar a un alfarero trabajando, desde la escena se remonta a predicar sobre la situación del momento: de lo cotidiano a lo trascendente, como la olla de 1,13s. La diferencia fundamental entre el barro y el hombre es que el hombre es responsable. El alfarero deshace lo que le salió mal y con el mismo barro comienza otra vasija; el hombre tiene que reformar lo que ha deformado. Si Dios es soberano, el hombre es responsable. Si el hombre se resiste al cambio, el alfarero tendrá desechar toda la masa. EL barro humano tiene la terrible capacidad de resistirse al modelado de Dios. Él la quiere modelar con su palabra, no a la fuerza; es decir, con un dinamismo que actúe desde dentro.

La amenaza añade fuerza a la exhortación y es condicionada. Si cumple la condición, el hombre convierte la amenaza en predicción, haciendo que se cumpla. Tal es la lógica del oráculo.

18,7-10 Cambio de dirección o modelado. Divide la acción en dos tiempos contrapuestos, usando los verbos programáticos de la vocación del profeta, "arrancar y arrasar, edificar y plantar", y los complementos "pueblo y reyes". Primero la amenaza, que resulta frustrada por la conversión; después la promesa, que resulta frustrada por la perversión. Dios "se arrepiente" o retracta: Gn 6,6s; Ex 32,12-14; Am 7,2s; Jl 2,13.

18,11-12 Paradoja de los planes: si el pueblo cambia sus planes perversos, Dios cambiará los suyos; si el pueblo se obstina, Dios cumplirá sus planes.

18,14-17 Sentencia motivada, con el esquema tradicional. La comparación es difícil y dudosa. La nieve es fiel al Líbano (perpetua): alejad de allí, se derrite, sólo en la altura se conserva. También el agua fluyente ha de conservarse unida a la fuente, so pena de secarse o agotarse. El Señor es Roca (Sal 19,15) y "manantial" (2,13).

18,17 El viento solano es asolador: Ez 17,10; 27,26; Sal 48,8. "Volver la espalda" al enemigo como castigo por haber vuelto la espalda a Dios: 2,27; 32,33.

18,18-23 En la composición actual del libro van alternando los oráculos de amenaza con las confesiones de persecución, sugiriendo un entrelazarse de ambas realidades en la vida del profeta. A la mirada del profeta la persecución ha llegado a ser mortal: por eso invoca la ley del talión ante el tribunal de Dios, pues él no se tomará la venganza por su mano.

Los enemigos quieren acallar para siempre esa lengua que denuncia, sin comprender que es lengua que intercede. Se cortan su último apoyo. Pues bien, la intercesión se convierte en petición de sentencia capital. Si Dios ha prometido estar del lado del profeta, tendrá que enfrentarse con los enemigos del profeta. La neutralidad será complicidad. Y el juez no puede alegar ignorancia, pues "conoce sus planes homicidas". Pero ¿es ésa la única forma de frustrar el plan del enemigo: castigándolo antes de que lo ejecute? El lenguaje de esta súplica se inspira en motivos y fórmulas de salmos, especialmente del 109.

18,18 Los rivales no necesitan de Jeremías, porque cuentan con consejeros institucionales que prestan mejores servicios sin fallar: el sacerdote con su instrucción (torâ), el doctor con su consejo de prudencia humana, el profeta de corte con su oráculo halagador. Jeremías sólo tiene una lengua importuna, y hay que acabar con ella.

18,19-20 Sal 35,1.12; 38,21; 109,5; Prov 17,13.

18,21 Sal 63,11; 109,9.

18,22 Sal 35,7; 119,110; 140,6; 142,4.

18,23 Sal 109,14. La ira es la sentencia de condena, que se ha de ejecutar sin remisión ni dilación.

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