Proclamad la guerra santa (Miq 1,10-16)
61Huid, benjaminitas, de Jerusalén,
tocad la trompeta en Tecua,
haced señales en Bet Kerem*:
asoma por el norte la desgracia, una ruina gigante.
2Se me antoja Sión una finca de recreo
3donde entran pastores y rebaños,
plantan en círculo las tiendas,
y a pastar cada uno por su lado.
4Declaradle la guerra santa;
¡arriba, al ataque a mediodía!;
¡ay, que se acaba el día,
se alargan las sombras de la tarde!;
5¡arriba, al ataque de noche,
a destruir sus palacios!;
6pues así dice el Señor de los ejércitos:
Cortad árboles,
construid un talud contra Jerusalén;
es una ciudad sentenciada,
donde domina la opresión;
7como brota el agua de un pozo,
brota de ella la maldad,
violencias y atropellos se escuchan en ella,
siempre tengo delante golpes y heridas.
8Escarmienta, Jerusalén,
si no quieres que me harte de ti
y te convierta en desolación,
en tierra deshabitada.
9Así dice el Señor de los ejércitos:
Rebusca el resto de Israel,
como racimos en una viña,
pasa la mano por los pámpanos,
como un vendimiador.
10¿A quién conjurar
para que me escuche?:
tienen oídos incircuncisos,
incapaces de atender,
toman a burla la palabra de Dios
porque no les agrada;
11pero yo reoboso de la ira del Señor
y no puedo contenerla.
Derrámala en la calle sobre los chiquillos
y sobre las pandillas de jóvenes,
de golpe, caerán presos
marido y mujer, viejos y ancianos,
12pasarán a extraños sus casas,
sus campos y sus mujeres,
cuando extienda la mano
contra los habitantes del país
-oráculo del Señor-,
13porque del primero al último
sólo buscan medrar,
profetas y sacerdotes se dedican al fraude.
14Pretenden curar por encima
la fractura de mi pueblo,
diciendo: Marcha bien, muy bien.
Y no marcha bien.
15¿Se avergüenzan
cuando cometen abominaciones?
Ni se avergüenzan ni conocen el sonrojo;
pues caerán con los demás caídos,
tropezarán el día de la cuenta
-lo ha dicho el Señor-.
16Así decía el Señor:
Paraos en los caminos a mirar,
preguntad por la vieja senda:
"¿cuál es el buen camino?",
seguidlo y hallaréis reposo;
ellos respondieron: No queremos caminar.
17Os di centinelas:
"Atención al toque de trompeta";
ellos respondieron: No nos importa.
18Pues bien, oíd, naciones;
aprende, asamblea, lo que va a pasar;
escucha tierra: 19Yo traigo
contra este pueblo una desgracia,
resultado de sus planes,
porque despreciaron mis palabras,
rechazaron mi Ley.
20¿Qué me importa el incienso de Sabá
y la exótica caña aromada?
Vuestros holocaustos no me agradan,
vuestros sacrificios no me son gratos.
21Así dice el Señor:
Yo pondré a este pueblo obstáculos
en que tropiecen:
padres e hijos, vecinos y amigos
acabarán juntos.
22Así dice el Señor:
Mirad, un ejército viene desde el norte,
una multitud se moviliza
en el extremo del mundo,
23armados de arcos y jabalinas,
implacables e inexorables,
sus gritos resuenan como el mar,
avanzan a caballo,
formados como soldados contra ti, Sión.
24Al oír su fama nos acobardamos,
nos atenazan ansias
y espasmos de parturienta.
25No salgas a descampado,
no vayas por el camino,
que la espada enemiga
siembra en torno el terror.
26Capital de mi pueblo, vístete de sayal
y revuélcate en el polvo,
haz funeral como por un hijo único,
un duelo amargo,
porque llega de repente nuestro devastador.
27Te nombro examinador de mi pueblo,
para que examines y pruebes su conducta.
28Todos son revoltosos y propalan calumnias,
todos son bronce y hierro de mala calidad;
29el fuelle resopla, el fuego deja plomo,
en vano funde el fundidor,
la escoria no se desprende.
30Plata de desecho hay que llamarlos,
porque el Señor los desecha.
Explicación.
6,1-30 El capítulo entero prolonga temas y motivos del anterior: el asalto a la capital, como castigo por sus culpas, invitación a convertirse. Algunas introducciones nos ayudan a articular el curso fluido de la proclamación: 9.16.22. Con gran movilidad cambia la persona que habla y el destinatario inmediato: la lírica se contagia de drama en acción. Dominan los imperativos incitando o invitando a actuar. A veces la voz del profeta se confunde con la divina, otras veces se distingue en el diálogo.
6,1-8 En la primera sección se dirige Dios a los benjaminitas (paisanos de Jeremías) para que huyan de la ciudad amenazada. Después, suponiendo que se han puesto a salvo, invita al asalto al ejército enemigo; en primera persona del plural se escuchan voces de los asaltantes. En un último intento, se dirigen a Jerusalén, que con la enmienda, todavía puede evitar la catástrofe. Esto supone que los babilonios amenazan la capital, antes de la primera o mejor, de la segunda invasión, pues alude al asedio.
6,1 Los que antes se refugiaban en la capital (4,5), como en sitio más seguro, ahora deben abandonarla, cmo lugar más amenazado. Tecua y tocar consuenan en hebreo y producen una paronomasia que se prolonga en 3b y 8a. El enemigo penetra por el norte: 1,14; 5,6. * =Casalhuerto.
6,2-3 La capital, hermosa finca, queda hollada y destrozada; otros se aprovechan de su lujo refinado. Véanse Dt 28,54-56; Is 13, 22; Am 6,4-6.
6,4-5 Dios como soberano declara la guerra y como general dirige las operaciones. La guerra será santa, en nombre del Señor y ejecutando la justicia vindicativa. La sentencia está motivada por el delito de opresión. Los asaltantes son insaciables, incansables: oscurece, y siguen luchando.
6,6-7 Técnica de un asedio: Dt 20,19. La ciudad es un manantial, no de "agua mansa" y limpia (Is 8,6), sino de crímenes. Véase Ez 22; Sal 55.
6,8 Es como un ultimátum.
6,9-15 Leo la segunda sección como un diálogo de Dios con el profeta. Dios le ordena que haba un rebusco; el profeta lo cumple y declara que está repleto de ira; Dios le ordena que derrame esa ira punitiva, y lo razona citando los delitos del reo. Encaja mejor después de la primera deportación.
6,10-11 Ha intentado el rebusco, la conversión, con su palabra profética, pero no la aceptan. El balance de su intento esira e indignación hasta el colmo (15,17). Ahora debe pronunciar una sentencia y provocar la ejecución. La sentencia no distinguirá edad ni sexo: Is 13,16-18; Dt 32,25 y Lam.
6,12-13 Dt 28,30. Delito de codicia y afán de lucro es tema frecuente: 1 Sm 8,3; Is 56,11; Hab 2,9; Prov 15,27 etc.
6,14 La misma palabra significa, en contexto político, paz y prosperidad, en contexto médico, salud e integridad, en contexto médico, salud e integridad. El profeta juega con el doble sentido: como un médico que, examinando una fractura, diagnostica "salud": engaña al enfermo y cobra honorarios. La frase retorna en 14,13 y 23,17.
6,15 Es la vergüenza de reconocer y confesar la culpa, que puede atraer el perdón. Al fracasar este intento, no queda más que ejecutar la sentencia.
6,16-21 La tercera sección se articula en dos segmentos paralelos, según el siguiente esquema:
a) Imperativo, delito.
b) Imperativo, castigo 16-19; a´) pregunta, no se acepta composición, b´) castigo 20-21.
El primer segmento es refinado: seis imperativos invitan a la conversión, y el pueblo rehúsa; entonces tres imperativos invitan al público a presenciar el castigo.
6,16-17 El Señor dio al pueblo leyes precisas que señalaban el buen camino; añadió la palabra profética, centinelas (Ez 3,17; 33,2-7) para situaciones particulares. El pueblo no lo aprovechó, sino que se refugió en un culto deformado (20).
6,19 La desgracia es a la vez fruto de planes políticos desatinados y castigo de Dios. En otros términos: Dios castiga dejando que sucedan las consecuencias de una conducta: Is 3,10; Os 10,13; Prov 1,31.
6,21 Para conjurar el peligro, el pueblo recurre al culto, sin convertirse, contando con una expiación mecánica. Semejante culto no se acepta: Sal 5; Is 1,10-20; Eclo 34,18-35,14.
6,22-26 La cuarta sección repite aproximadamente el movimiento de 4-8: asistimos al desenlace, poéticamente evocado. Sólo que al final, en vez de invitar a la conversión, invita al duelo. Todo ha sido inútil. Compárese el avance del enemigo con Is 5,26-30.
6,24-25 Sin introducción, se escuchan voces anónimas dentro de la escena. Véanse 4,31; 13,21; 22,21; 22,23; 30,6. La frase "terror en torno" se repite en 20,3.10; 46,5; 49,29.
6,26 Véanse Am 8,10 y Zac 12,10.
6,27-30 Dios se dirige al profeta dándole un nuevo cargo: será un fundidor que ejecutará sus tareas minuciosamente. Concluido el proceso, ha de constatar que el trabajo ha sido inútil, porque no hay metal aprovechable en el mineral. El fundidor atestigua que es justo el dictamen del Señor.
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