El pueblo pide una teofanía (Sal 68)
6319b¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes
641con tu presencia, como fuego
que prende en los sarmientos
o hacer hervir el agua!
Para mostrar a tus enemigos quién eres,
para que tiemblen ante ti las naciones,
2cuando hagas portentos que no esperábamos.
3Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios fuera de ti
que hiciera tanto por el que espera en él.
4Sales al encuentro del que practica
gozosamente la justicia.
y tiene presentes tus caminos.
Confesión del pecado y súplica (Is 59,9-15; Sal 79)
Estabas airado, y nosotros fracasamos:
aparta nuestras culpas, y seremos salvos.
5Todos estábamos contaminados,
nuestra justicia era un paño asqueroso;
todos nos marchitábamos como follaje,
nuestras culpas nos arrebataban
como el viento.
6Nadie invoca tu nombre
ni se esforzaba por aferrarse a ti;
pues nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas en poder de nuestra culpa.
7Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre,
nosotros la arcilla y tú el alfarero:
somos todos obra de tu mano.
8No te excedas en la ira, Señor,
no recuerdes siempre nuestra culpa:
mira que somos tu pueblo.
9Tus santas ciudades son un desierto,
Sión se ha vuelto un desierto,
Jerusalén un yermo.
10Nuestro templo, nuestro orgullo,
donde te alabaron nuestros padres,
ha sido pasto del fuego,
y lo que más queríamos
está reducido a escombros.
11¿Te quedas insensible a todo esto, Señor,
te callas y nos afliges sin medida?
Explicación.
64,3 Citado en 1 Cor 2,9.
64,4a El texto hebreo dice: "en tus caminos se acuerdan de ti". Este verso se puede unir al siguiente como fondo de contraste: con el honrado eres benévolo, con nosotros pecadores estabas airado.
64,4b La segunda frase es muy dudosa. Otras lecturas: "desde antiguo y nos rebelamos", "cuando te ocultabas..."
64,5 El pecado es mancha que profana y provoca repugnancia, es contagio que marchita al hombre y como viento escatológico lo arrebata después.
64,6 Se han roto todas las relaciones, y el Señor sanciona la ruptura ocultando el rostro. Entrega al hombre en poder de su máximo enemigo: su culpa (Rom 1,26).
64,7 Al título paterno, decisivo, se añade la imagen artesana del alfarero: véanse Gn 2; Is 29,16; 45,9; Jr 18; Sal 103,13-14.
64,8 Véanse 57,16 y Sal 103,9.
64,10 Responde a la situación de los repatriados antes de la reconstrucción del templo (Ag 4,1-4). "Lo que más queríamos": Ez 24,21.25. Se fija más en la "alabanza" oral que en los sacrificios.
64,11 El pueblo no acaba de comprender el silencio de Dios, aun confesando que es padre misericordioso.
Es una ordenación seguida de los capítulos, esta sección es un volver atrás o un descender de las magníficas alturas soñadas y prometidas. En una disposición piramidal, la respuesta a un capítulo se puede encontrar en otro anterior. P. ej. el silencio cesa en 62,1.6; la desolación desemboca en exaltación en 60 y 62; el espíritu añorado de Moisés (63,11) revive en 61,1; en vez de un pueblo pecador (64,4), habrá un pueblo de justos (60,21); los enemigos que pisotean el santuario (63,18), ayudan en su reconstrucción (60,10).
Los capítulos 60-62 son centro y culminación de la tercera parte del libro.
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