viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 12.

El problema de la retribución (Sal 73)

121Aunque tú, Señor, llevas la razón
cuando discuto contigo,
quiero proponerte un caso:
¿Por qué prosperan los malvados
y viven en paz los traidores?
2Los plantas, arraigan, crecen, dan fruto;
sí, tú estás cerca de sus labios
y lejos de su corazón,
4c pues dicen: "No ve nuestras andanzas"*.
5Si corriendo con los infantes te cansas,
¿cómo competirás con los caballos?
Aunque en tierra tranquila te sientas seguro,
¿qué harás en la maleza del Jordán?

He desechado mi heredad

7He abandonado mi casa y desechado mi heredad,
he entregado el amor de mi alma
en manos enemigas;
8porque mi heredad se había vuelto contra mí,
rugiendo como león feroz; por eso la detesté;
9mi heredad se había vuelto un leopardo,
y los buitres giraban sobre él:
¡Venid, fieras agrestes, acercaos a comer!
10Entre tantos pastores destrozaron mi viña
y pisotearon mi parcela,
convirtieron mi parcela escogida
en desierto desolado,
11la dejaron desolada, yerma, ¡qué desolación!
Todo el país desolado, ¡y a nadie le importaba!
12Por todas las dunas de la estepa
llegaron bandoleros,
porque la espada del Señor
devora de punta a punta,
y ningún ser vivo queda incólume.
4¿Hasta cuándo hará duelo la tierra
y se agostará la hierba del campo?
Por la maldad de sus habitantes
se escapan el ganado y las aves del cielo*.
13Sembraron trigo y cosecharon cardos,
quedaron baldados en balde,
¡qué miseria de cosecha!,
por la ira ardiente del Señor.

Cada uno a su heredad

14Así dice el Señor a todos los vecinos maleantes que tocaron la herencia que yo regalé a mi pueblo, Israel:
-Yo los arrancaré de sus campos, arrancaré de allí a los judíos. 15Después de arrancarlos, volveré a compadecerme de ellos y a traer a cada uno a su tierra y su heredad. 16Y si aprenden la costumbre de mi pueblo, de jurar por mi nombre, "vive el Señor", como ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, se establecerán en medio de mi pueblo. 17Pero a la nación que no obedezca, la arrancaré y la destruiré, oráculo del Señor.

Explicación.

12,1-5 El colosal problema de la retribución se encoge en un par de versos. En una pregunta ingenuamente audaz y una respuesta amistosamente evasiva se agota el minúsculo diálogo. La terminología es de debate o pleito. Partiendo del oráculo precedente, sería el asunto personal: el profeta se sabe inocente y sus enemigos son los culpables. El problema abarca también la situación política; en tal caso, ¿es inocente el pueblo judío y culpables los babilonios? Dios no acepta el planteamiento simplista del problema y cuestiona la capacidad de comprender del profeta.

12,1 Es el tema de los salmos 37; 73 y de Job.

12,2 "Su corazón: " o sus riñones, sede de afectos y pasiones: 11,20; 17,10; 20,12; Sal 7,10.

12,4* El v.4 detrás de 12,12.

12,4c Compárese con Sal 94,2 y su contexto.

12,5 La espesura del Jordán era refugio proverbial de fieras.

12,7-13 Si la tierra es heredad (7.8.9) y parcela (10) del pueblo, el pueblo lo es de Dios. Si Dios abandona su heredad (7), la tierra se agosta con la sequía (4) produce cardos (13) silvestres o queda a merced de la codicia del jefe (10) o de la espada del invasor (12). Esa lógica del desarrollo está turbada por la imagen de la fiera en una metamorfosis insólita (8-9). Se dice de la tierra lo que correspondería a un animal doméstico.

12,8 Dt 32,15.

12,9 Los buitres revuelan al olor de la carnaza. Véase Eclo 39,17.

12,10 Los pastores meten sus rebaños en un huerto a pastar, y lo destrozan.

12,12 Los bandoleros entran a destruir o saquear (Jue 6,3-6).

12,4 * Detrás del v.12.

12,13 Como en las maldiciones de Gn 3,18; Lv 26,16; Dt 28,38.

12,14-17 Adición posterior, después de consumada la tragedia. En 1-5 se planteaba el problema de la retribución de los malvados y se usaba el término "plantar"; aquí se da una respuesta, usando el equivalente "construir" y el correlativo "arrancar". El Señor, que había plantado a los hebreos en la tierra o heredad, los arrancó a causa de sus pecados, por medio de pueblos extranjeros. Pasado un tiempo, el Señor instalará de nuevo a su pueblo en su heredad. Y los extranjeros, que un día ejecutaron la sentencia divina, si se convierten, podrán incorporarse y establecerse entre los judíos; si no se convierten, serán arrancados de raíz. El destierro de los judíos ha sido a la vez expiación de culpas y misión entre los paganos. Véanse Is 19,16-25; Zac 8,20-23.

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