viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 32.

Compra de un terreno (Lv 25,25; Rut 3-4)

321Palabras que el Señor dirigió a Jeremías el año décimo* del reinado de Sedecías en Judá, que corresponde al año dieciocho de Nabucodonosor.
2Entonces asediaba a Jerusalén el ejército del rey de Babilonia, y el profeta Jeremías estaba preso en el atrio de la guardia, en el palacio real de Judá. 3Lo había encarcelado Sedecías, acusándole:
-Tú has profetizado: "Así dice el Señor: Yo entregaré esta ciudad en manos del rey de Babilonia, para que la conquiste. 4Sedecías, rey de Judá, no escapará de manos de los caldeos, sino que será entregado sin falta en manos del rey de Babilonia, que le hablará cara a cara, y sus ojos verán sus ojos. 5Y llevará a Sedecías a Babilonia, y allí quedará (hasta que yo me ocupe de él) -oráculo del Señor-. Si lucháis con los caldeos, no venceréis".
6Jeremías contestó:
7-El Señor me ha dirigido la palabra: Hanamel, hijo de su tío Salún, vendrá a decirte: Cómprame el campo de Anatot, porque a ti te corresponde rescatarlo y comprándolo. 8Y vino a visitarme mi primo, como había dicho el Señor, al atrio de la guardia, y me dijo: "Cómprame el campo de Anatot, en territorio de Benjamín, porque a ti te corresponde rescatarlo y adquirirlo: cómpramelo". Yo comprendí que era una palabra del Señor. 9Y, así, compré el campo de Anatot a mi primo Hanamel; pesé el dinero: diecisiete siclos de plata. 10Escribí el contrato, lo sellé, hice firmar a los testigos y pesé la plata en la balanza. 11Después tomé el contrato sellado, según las normas legales, y la copia abierta, 12y entregué el contrato a Baruc, hijo de Nerías, de Majsías, en presencia de Hanamel, mi primo, en presencia de los testigos que habían firmado el contrato y en presencia de los judíos que estaban en el atrio de la guardia. 13En presencia de ellos ordené a Baruc: 14"Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estos contratos, el sellado y el abierto, y mételos en una jarra de loza, para que se conserven muchos años. 15Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Todavía se comprarán casas y campos y huertos en esta tierra".
16Después de entregar a Baruc, hijo de Nerías, el contrato, oré al Señor: 17¡Ay, mi Señor! Tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, con brazo extendido, nada es imposible para ti. 18Tú tratas con misericordia por mil generaciones, pero castigas el pecado de los padres en los hijos que les suceden. Dios grande y esforzado, cuyo nombre es Señor de los ejércitos. 19Grande en ideas, poderoso en acciones, cuyos ojos están abiertos sobre los pasos de los hombres, para pagar a cada uno su conducta, lo que merecen sus acciones. 20Tú hiciste signos y prodigios en Egipto un día como hoy, en Israel y entre todos los hombres, y te has ganado fama que dura hoy. 21Sacaste de Egipto a tu pueblo, Israel, con prodigios y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con gran terror. 22Les diste esta tierra, que habías jurado a sus padres darles, tierra que mana leche y miel, 23y entraron a poseerla. Pero ellos no obedecieron, no procedieron según tu Ley, no hicieron lo que les habías mandado hacer; por eso les enviaste todas estas desgracias. 24Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad está entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo estás viendo. 25Y tú, mi Señor, me dices: "Cómprate el campo con dinero, ante testigos", mientras la ciudad cae en manos de los caldeos.
26El Señor dirigió la palabra a Jeremías:
27-Yo soy el Señor, Dios de todos los humanos: ¿hay algo imposible para mí? 28Pues bien, así dice el Señor: Yo entrego esta ciudad en manos de los caldeos, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia; para que la conquiste. 29Los caldeos que la atacan entrarán en esta ciudad y le pondrán fuego. La quemarán con las casas, en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y se hacían libaciones a dioses extranjeros, para irritarme. 30Porque israelitas y judíos hacen lo que yo repruebo desde su juventud; los israelitas me irritan con las obras de sus manos -oráculo del Señor-. 31Esta ciudad ha provocado mi ira y mi cólera desde que la construyeron hasta hoy. La tendré que apartar de mi presencia. 32por todas las maldades que cometen israelitas y judíos, irritándome todos, con sus reyes y príncipes, con sus sacerdotes y profetas, los judíos y los habitantes de Jerusalén. 33Me dan la espalda, y no la cara. Yo los aleccionaba sin cesar, y ellos no escuchaban ni escarmetaban. 34Ponían abominaciones en la casa que llevaba mi nombre, profanándola. 35Construían capillas a Baal, en el Valle de Ben Hinón, para pasar por el fuego a sus hijos e hijas, en honor de Moloc. Cosa que yo no mandé ni se me pasó por la cabeza. Hicieron abominaciones semejantes, haciendo pecar a Judá.
36Pues ahora así dice el Señor, Dios de Israel, a esta ciudad de la que decís: "Ca a caer en manos del rey de Babilonia, por la espada y el hambre y la peste. 37Mirad que yo los congregaré en todos los países por donde los dispersó mi ira y mi cólera y mi gran furor. Los traeré a este lugar, y los haré habitar tranquilos. 38Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 39Les daré un corazón entero y una conducta íntegra, para que me respeten toda la vida, para su bien y el de sus hijos que los sucedan. 40Haré con ellos alianza eterna, y no cesaré de hacerles bien. Les infundiré respeto a mí, para que no se aparten de mí. 41Gozaré haciéndoles el bien. Los plantaré de verdad en esta tierra, con todo mi corazón y toda mi alma. 42Porque así dice el Señor: Lo mismo que envié a este pueblo esta gran calamidad, también yo mismo les enviaré todos los bienes que les prometo. 43Se comprarán campos en esta tierra, de la que decís: "Está desolada, sin hombres ni ganado, y cae en manos de los caldeos". 44Se comprarán campos con dinero, ante testigos, se escribirá y sellará el contrato en el territorio de Benjamín y en el distrito de Jerusalén, en las poblaciones de Judá, de la Sierra, de la Sefela y del Négueb, porque cambiaré su suerte -oráculo del Señor-.

Explicación.

32,1-44 A primera vista se trata de un incidente: la compraventa de un terreno según las normas y el procedimiento de la legislación judía. El narrador se complace en registrar todos los detalles, mostrando que se ha cumplido estrictamente la ley y que el acto es jurídicamente válido. Lo sorprendente de esa compraventa es que se realiza en vísperas de la catástrofe ya inevitable. ¿Qué sentido tiene en ese momento comprar un terreno para que quede en posesión de la familia? Todo está perdido ya. Precisamente lo absurdo del acto es clave de su sentido. A efectos legales inmediatos, de nada servirá la compra; a efectos proféticos, es un admirable acto de esperanza en el futuro. Es un oráculo en acción, Jeremías profetiza en vivo: no sólo palabras, ni acción simbólica, sino acto real jurídico. Ese acto significa el futuro en cuanto que lo está anticipando: la jarra de loza en que se guarda el contrato es una prenda que Dios otorga. A pesar de que lo que está por suceder, la tierra sigue siendo propiedad de los judíos: la tierra prometida a los patriarcas y poseída durante siglos.

Para dejar claro el sentido, el autor lo desarrolla en una introducción narrativa y en dos largas intervenciones, a manera de diálogo del profeta con su Dios. La introducción muestra que el profeta es consciente de la situación y no retracta nada de lo dicho sobre el destino próximo de Judá y Jerusalén. Los discursos sirven para situar el incidente en un gran contexto de comprensión teológica o para hacer gravitar los siglos sobre el momento presente.

32,1 * Año 507.

32,2-5 Son un resumen de los sucesos que se cuentan a partir del capítulo 34. Enfocan la atención hacia el rey y la capital, unidos en destino común.

32,7 Según la legislación, las propiedades hereditarias debían quedar en posesión de la familia. Si un miembro se veía forzado a vender algo de dicha propiedad, tocaba a otro miembro de la familia, por orden establecido, comprarlo o "rescatarlo". Este detalle imprime al acto un carácter de solidaridad familiar.

32,8 Al pariente toca rescatar un trozo de tierra, al profeta toca rescatar un trozo de futuro. Es palabra del Señor.

32,10 En un pergamino se escribía dos veces el contrato, o se escribía el texto y un resumen. Una parte se enrollaba y sellaba, la otra parte se enrollaba sin sellar. Así se podía consultar el contrato sin violar los sellos o se rompían éstos para comprobar la validez. El dinero se pesaba, pues todavía no se solía acuñar moneda. La jarra de loza preservaba la humedad. El acto era público, y los testigos se encargarían de hacer correr la noticia del hecho, pues Jeremías era personaje conocido.

32,15 El oráculo contrasta por su brevedad con la lentitud precedente. Lo que sigue se puede condensar en unos versos: 17.19.24.25.26.28.43-44. Es probable que el texto primitivo haya sido sometido a amplificaciones posteriores.

32,16-25 La oración de Jeremías suena como reproche al Señor por lo incoherente de su proceder. Habría sido más lógico pronunciarla antes del acto de la compra. El narrador hace constar que el profeta obedece antes de rezar.

La oración que el texto presenta abarca desde la creación hasta el momento presente. Dios es creador y remunerador, 16-19, libro a los israelitas, éstos fueron rebeldes y él los castigó, 20-24. Los títulos de Dios son clave anticipada: ve y controla todo en la creación y la historia, castiga el pecado y mantiene la lealtad (Ex 20,5s; 34,7; Dt 5,9s). La oración está compuesta en prosa muy rítmica, con versos intercalados y está llena de reminiscencias litúrgicas.

32,27-44 En su respuesta recoge el Señor algunas sugerencias del profeta y abarca a su vez un arco gigantesco. Lo más notable de su discurso es el corte violento, ilógico, a la mitad (35/36), y la novedad del futuro. Con la misma soberanía con que entrega su ciudad al enemigo, realizará una generosa restauración. La lealtad por mil generaciones sobrepasa el castigo inmediato. El estilo es retórico y reiterativo; abundan las citas y reminiscencias de otros textos.

32,29 Pena del talión: 19,13.

32,31 Afirmación insólita. Isaías distinguía los buenos tiempos antiguos antes de la corrupción posterior (Is 1,21-26), y le sigue Ez 22. 

32,32 En los pecados históricos están hermanados los dos reinos, los grupos dirigentes (2.8.26) y el pueblo.

32,34 Véase Ez 7.

32,35 Véanse 2,23; 7,29-8,3; 19,3-13.

32,39-40 La restauración se afianzará por la transformación interna del pueblo. "Corazón entero": no dividido o repartido entre varios dioses y lealtades divergentes. El "respeto" o reverencia profunda mantiene un vínculo personal: no es un temor que asuste o aleje de la persona temida.

32,41 "Con todo mi corazón...": la expresión se aplica al hombre en Dt 6,5. Proyectarla a Dios es una audacia: sola la audacia puede saltar la lógica mezquina para alcanzar un dinamismo de la acción salvadora en su manantial.

32,44 Reino de Judá con sus dependencias.

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