viernes, 20 de noviembre de 2015

JEREMÍAS. CAPÍTULO 44.

Últimos oráculos

441Palabras que recibió Jeremías para los judíos que habitaban en Egipto: en Migdol, en Tafne, en Menfis y en tierra de Patros:
2-Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todas las calamidades que envié sobre Jerusalén y sobre las ciudades de Judá: ahí las tenéis hoy, arruinadas y sin habitantes. 3A causa de las maldades que cometieron, irritándome, quemando incienso y dando culto a dioses extraños, que ni ellos ni sus padres conocían. 4Sin cesar os envié a mis siervos los profetas para que os dijeran: No cometáis esas abominaciones que detesto. 5Pero no escuchasteis ni prestasteis oído para enmendaros de la maldad dejando de quemar incienso a dioses extraños. 6Entonces se derramó mi cólera y mi ira, y quemó las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, que se convirtieron en ruina y desolación hasta el día de hoy. 7Pues ahora, así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué os hacéis daño grave a vosotros mismos extirpando de Judá hombres y mujeres, niños y lactantes, sin dejar un resto, 8y me irritáis con las obras de vuestras manos, quemando incienso a dioses extraños en Egipto, donde habéis venido a residir; y así sois extirpados y os convertís en maldición y oprobio de todas las naciones del mundo? 9¿Habéis olvidado las maldades de vuestros padres, de los reyes de Judá y sus mujeres, las maldades vuestras y las de vuestras mujeres cometidas en Judá y en las calles de Jerusalén? 10Hasta hoy no os habéis arrepentido, no habéis temido, no habéis procedido según mi Ley y mis preceptos, que yo os promulgué a vosotros y a vuestros padres.
11Por eso, así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
Yo me enfrentaré con vosotros para mal,
para extirpar a Judá.
12Arrebataré el resto de Judá
que se empeñó en ir a Egipto
para residir allí.
Se consumirán todos en Egipto,
caerán a espada o se consumirán de hambre,
del menor al mayor morirán a espada o de hambre,
y serán execración y espanto,
maldición y burla.
13Castigaré a los habitantes de Egipto,
como castigué a los de Jerusalén,
con espada, hambre y peste.
14No quedarán supervivientes del resto de Judá
que vino a residir en Egipto,
ni volverán a Judá,
adonde ansían volver para vivir allí
(No volverán más que algunos fugitivos).
15Todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a dioses extraños y todas las mujeres que asistían y los que habitaban en Patros respondieron a grandes voces a Jeremías:
16-No queremos escuchar esa palabra
que nos dices en nombre del Señor,
17sino que haremos lo que hemos prometido:
quemaremos incienso a la reina del cielo
y le ofreceremos libaciones;
igual que hicimos nosotros y nuestros padres,
nuestros reyes y jefes en las ciudades de Judá
y en las calles de Jerusalén.
Entonces nos hartábamos de pan, nos iba bien,
y no conocíamos la desgracia.
18Pero desde que dejamos de quemar incienso
a la reina del cielo y de ofrecer libaciones,
carecemos de todo,
y morimos a espada y de hambre.
19Cuando nosotras quemamos incienso y ofrecemos libaciones a la reina del cielo, ¿acaso hacemos tortas con su imagen y le ofrecemos libaciones sin el consentimiento de nuestros maridos?
20Respondió Jeremías al pueblo, hombres y mujeres, y a todos los que habían respondido igual:
21-¿Y no recordaba el Señor y no pensaba en todo el incienso que quemabais en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros, vuestros padres, vuestros reyes y príncipes y todos los terratenientes? 22El Señor ya no podía soportar vuestras malas acciones, las abominaciones que cometíais; por eso se convirtió vuestra tierra en ruina y espanto y maldición, sin habitantes hasta hoy: 23por haber quemado incienso y haber pecado contra el Señor, desobedeciendo al Señor, no procediendo según su Ley, preceptos y mandatos. Por eso os ha sucedido esa calamidad, que dura hasta hoy.
24Dijo Jeremías al pueblo y a las mujeres:
-Escuchad la palabra del Señor, judíos que vivís en Egipto: 25Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
Con la boca lo decís, con la mano lo cumplís:
"Tenemos que cumplir
los votos que hemos hecho
de ofrecer incienso y libaciones
a la reina del cielo".
Ratificaréis vuestros votos,
cumpliréis vuestras promesas.
26Pero escuchad la palabra del Señor, judíos que habitáis en Egipto: Mirad: Yo juro por mi nombre ilustre -dice el Señor- que ya no invocará mi nombre ninguna boca judía, diciendo "vive mi Señor", en todo el país de Egipto. 27Yo vigilaré sobre vosotros para mal no para bien. Se consumirán los judíos de Egipto, con la espada y el hambre y la peste, hasta acabarse. 28(Sólo los escapados de la espada, pocos en número, volverán de Egipto a Judá). Entonces sabrá el resto de Judá que ha venido a residir en Egipto cuál es la palabra que se cumple, la mía o la de ellos.  29Ésta será la señal -oráculo del Señor-: Os castigaré en este lugar, para que sepáis que mis amenazas contra vosotros se cumplen. 30Así dice el Señor: Yo os entregaré al faraón Ofra, rey de Egipto, en manos de los enemigos que lo persiguen a muerte, como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el enemigo que lo perseguía a muerte.

Explicación.

44,1 Jeremías sigue siendo profeta del Señor en Egipto, sugiriendo que los prófugos, a pesar de todo, siguen siendo pueblo del Señor. El narrador presenta sus últimas palabras como un discurso en estilo deuteronomístico invitando a la conversión. Como una recapitulación a la desesperada de temas dichos y repetidos (especialmente en 7; 11,1-12; 16,10-13; 25,1-11). por la contumacia de los oyentes, el discurso se convierte en sentencia final con motivación. Todos los delitos se concentran en la idolatría, porque se opone al primer mandamiento, que los engloba todos.

44,2 El Señor sigue afirmando su protagonismo, asumiendo la responsabilidad de los hechos y justificando su conducta.

44,4-10 Ni la predicación reiterada de los profetas ni el escarmiento terrible y reciente han servido. El pueblo prosigue en Egipto su idolatría, cambiando divinidades según el lugar de residencia (cfr. Jos 24,14-15). Como en otra ocasión aducía el ejemplo de Siló (7,12) añade ahora el ejemplo de Sión.

44,9 El delito de las mujeres preocupa al predicador (cfr. 1 Re 11,1-4 y 2 Re 11).

44,11-14 Concluye con la sentencia, en prosa rítmica. Insiste en los hombres de Judá y Egipto, en los verbos habitar y volver, en la espada y el hambre. A partir de Egipto no habrá un segundo éxodo.

Al final de un texto categórico, un lector posterior añadió una glosa histórica.

44,15-18 Se llega a la desobediencia formal, al desafío, a retorcer la interpretación de la historia. En términos radicales de bien y mal, bienestar y desgracia, afirman que discurre la historia gobernada por la reina del cielo (Istar). La predicación fundamental del Deuteronomio (29-30) queda rechazada, el puesto del Señor lo ocupa una diosa rival. Quebrantando el primer mandamiento, se rechaza prácticamente el resto.

En la perspectiva del anti-éxodo suena aquí una retractación del compromiso del Sinaí: "si queréis obedecer" (Ex 19,5) / no obedeceremos (16); "haremos cuanto dice el Señor" (Ex 19,8) / haremos lo que hemos prometido (17 a la diosa); "lo que sale de la boca de Dios" (Dt 8,3) / lo que sale de nuestra boca (17).

44,17 "Nos iba bien": comparar con 22,15.

44,18 "Carecemos de todo": lo contrario de Sal 23,1.

44,19 El consentimiento del marido se requería para determinados actos religiosos de la mujer: Nm 30,7-16.

44,21-23 Ante semejante declaración, que suena como definición serpentina sobre el mal y el bien, Jeremías interviene apasionadamente para enderezar la interpretación de los hechos.

44,24-25 Una vez que el reo se confirma en su actitud criminal, no queda más que pronunciar sentencia. Al principio del libro, el profeta rechazaba al pueblo el no confesar su culpa (2,23). Lo que ahora hacen es mucho más grave: confiesan como culpa suya el haber servido exclusivamente al Señor, abandonando a la reina del cielo. Pero el Señor no admite rivales: se retira, y ése será el castigo mayor.

44,26 En la perspectiva del anti-éxodo, la frase adensa su significado. A Moisés le reveló Dios su nombre cuando lo envió a liberar a los hebreos; ahora ese nombre, en Egipto, se dejará de pronunciar. Jeremías es el anti-Moisés que anuncia tan terrible desenlace. Jurando por su nombre, pronunciándolo él mismo, el Señor lo retira de la boca de su pueblo infiel (23,27).

44,27-28 "Vigilaré": retorna el comienzo del libro. Aunque quemen el rollo, aunque se queme el profeta en su misión, aunque deje de pronunciarse el nombre del Señor, su palabra se cumple (Is 40,8).

44,28a Glosa posterior.

44,30 Ofra sucedió a Psamético. Acudió a defender a Sedecías contra los babilonios (43,7); murió en 566 a manos de su pariente y rival Amasis.

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