Recurso a Isaías (2 Re 19; Is 14,24-27)
371Cuando el rey Ezequías oyó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y se dirigió al templo del Señor, 2y despachó a Eliaquín, el mayordomo de palacio, a Sobná, el secretario, y a los sacerdotes más ancianos, vestidos de sayal, para que fueran a decirle al profeta Isaías, hijo de Amós:
3-Así dice Ezequías: Hoy es un día de angustia, de castigo y de vergüenza; los hijos llegan al parto, y no hay fuerza para darlos a luy. 4Ojalá oiga el Señor las palabras del copero mayor, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para ultrajar al Dios vivo, y castigue las palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. Reza por el resto que todavía subsiste.
5Los ministros del rey Ezequías se presentaron a Isaías 6y él les respondió:
-Decid a vuestro señor: Así dice el Señor: No te asustes por esas palabras que has oído, por las blasfemias de los criados del rey de Asiria. 7Yo mismo les meteré un espíritu, y cuando oiga ciertas noticias, se volverá a su país, y en su país lo haré morir a espada.
Segunda versión de la embajada (Is 10,5-16)
8El copero mayor regresó y encontró al rey de Asiria combatiendo contra Alba, pues había oído que el rey se había retirado a Laquis 9al recibir la noticia de que Tajarca, rey de Nubia, había salido para luchar contra él.
Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías a decirle:
10-Decid a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confiáis, pensando que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. 11Tú mismo has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, ¿y tú te vas a librar? 12¿Los salvaron a ellos los dioses de los pueblos que mis predecesores destruyeron: Gozán, Jarrán, Résef y los adanitas de Telasar? 13¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Sefarvaín, de Hená y de Avá?
Oración de Ezequías (Sal 44)
14Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó: 15después subió al templo, la desplegó ante el Señor y oró:
16"Señor de los ejércitos, Dios de Israel,
sentado sobre querubines:
tú sólo eres el Dios
de todos los reinos del mundo,
tú hiciste el cielo y la tierra.
17Presta oído, Señor, y mira.
Escucha el mensaje que ha enviado Senaquerib
para ultrajar al Dios vivo.
18Es verdad, Señor: los reyes de Asiria
han asolado todas las naciones
y sus territorios,
19han quemado todos sus dioses
-porque no son dioses,
sino hechura de manos humanas,
leño y piedra -y los han destruido.
20Ahora, Señor, Dios nuestro,
sálvanos de su mano,
para que sepan todos los reinos del mundo
que tú sólo, Señor, eres Dios".
Respuesta de Isaías (Is 10,5-16)
21Isaías, hijo de Amós, mandó decir a Ezequías:
-Así dice el Señor, Dios de Israel: He oído lo que me pides 22acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Ésta es la sentencia que el Señor pronuncia contra él:
Te desprecia y se burla de ti
la doncella, la ciudad de Sión:
menea la cabeza a tu espalda
la ciudad de Jerusalén.
23¿A quién has ultrajado e insultado,
contra quién has alzado la voz
y levantado tus ojos a lo alto?
¡Contra el Santo de Israel!
24Por medio de tus servidores
has ultrajado al Señor:
"Con mis numerosos carros yo he subido
a las cimas de los montes,
a las cumbres del Líbano;
he talado la estatura de sus cedros
y sus mejores cipreses;
llegué hasta la última cumbre,
hasta lo más denso de su bosque.
25Yo alumbré y bebí aguas extranjeras;
sequé bajo la planta de mis pies
todos los canales de Egipto".
26-¿No lo has oído? Desde antiguo lo decidí,
en tiempos remotos lo preparé,
y ahora lo realizo;
por eso tú reduces las plazas fuertes
a montones de escombros.
27Sus habitantes, faltos de fuerza,
con la vergüenza de la derrota,
fueron como hierba del campo,
como verde de los prados,
como grama de las azoteas
agostada antes de crecer.
28Sé cuándo te sientas y te levantas,
cuándo entras y sales;
29cuando te agitas contra mí
y cuanto te calmas sube a mis oídos.
Te pondré mi argolla en la nariz
y mi freno en el hocico,
y te llevaré por el camino por donde viniste.
Signo para Ezequías
30Esto te servirá de señal:
Este año comeréis el grano de ricio;
el año que viene, lo que brote sin sembrar;
el año tercero sembraréis y segaréis,
plantaréis viñas y comeréis sus frutos.
31De nuevo el resto de la casa de Judá
echará raíces por abajo
y dará frutos por arriba;
32pues de Jerusalén saldrá un resto,
los supervivientes, del Monte Sión:
¡el celo del Señor de los ejércitos lo cumplirá!
33Pues bien, así dice el Señor
acerca del rey de Asiria:
No entrará en esta ciudad,
no disparará contra ella su flecha,
no se acercará con escudo
ni levantará contra ella un talud;
34por el camino por donde vino se volverá,
pero no entrará en esta ciudad
-oráculo del Señor-.
35Yo escudaré a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi siervo.
Desenlace
36Aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres; por la mañana, al despertar, los encontraron cadáveres.
37Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive, y se quedó allí. 38Y un día, mientras estaba postrado en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Saréser lo mataron con la espada, y escaparon al territorio de Ararat. Y le sucedió en el trono su hijo Asaradón.
Explicación.
37,1 El templo era la garantía de la ciudad y de sus habitantes (por ejemplo, Sal 46; 48). El rey acude en actitud penitencial, como dispuesto a rezar un salmo de lamentación.
37,3 La imagen evoca esa maduración casi biológica de la historia, para el fracaso = dolores infecundos (Is 26,18).
37,4 Motivo de súplica frecuente en los salmos: que el Señor salga por su honor ultrajado (Sal 79,9-12; 74,10.18.22-23). El "Dios vivo" es título polémico en el contexto: diverso de los demás dioses, que son ídolos inertes (Sal 115).
Uno de los oficios del profeta es interceder (Jr 7,16; 11,14; 14,11). El concepto del resto es pieza típica de la teología de Isaías: el resto es la continuidad del pueblo tras la desgracia, el resto vuelve al Señor (Is 1,9; 6,13; 10,20-21).
37,6 Se supone que Isaías ya ha rezado y ha recibido en respuesta un oráculo de salvación, como indica la fórmula "no te asustes".
37,7 A gran distancia de la patria, en su cuartel general de campaña, el emperador depende continuamente de las noticias que llegan desde el centro y desde la orla del enorme imperio. Y como las noticias tardan muchas veces en llegar, se van haciendo urgentes con el retraso. El "espíritu" es un sentimiento de pánico o desconcierto, por el cual reacciona sin mesura a la noticia: queda atrapado por dentro y por fuera.
37,8-38 Suena como una segunda embajada. Mientras en la primera se insiste en la escena histórica, con un brevísimo oráculo de Isaías, aquí lo narrativo se encoge dejando espacio a la súplica del rey y al oráculo del profeta. El pueblo no entra en escena. Las palabras confiar y librar suenan otra vez, sin desarrollo.
37,9 Tarjaca era rey de Etiopía y de Egipto.
37,10 Sal 46.
37,10-13 El discurso insiste en la impotencia del Señor. Si en la primera versión el rey "engañaba" al pueblo, aquí es su dios quien engaña a Ezequías.
37,14 El mensaje oral, primario, va acompañado de un texto escrito que lo autentifica; el rey lo vuelve a leer. El gesto de desplegar la carta en el templo significa un dar a conocer al Señor los ultrajes.
37,15-20 La súplica abrevia el esquema clásico. En la invocación reúne títulos históricos, cósmicos y cúlticos del Señor. Motivos: la injuria va contra el Señor, el poder del enemigo; sigue un aparte sobre los dioses, en estilo deuteronómico, condicionado por las circunstancias. Termina con la fórmula de reconocimiento, que se extiende a todas las naciones. Así, la visión universal abre y cierra la plegaria. Es muy oportuna esta anchura de horizonte en aquel momento en que los hechos y las palabras del enemigo imponen una visión "universal" de la historia. Yhwh es señor, no sólo de Judá, sino de todos los reinos: en el escenario universal un emperador ha mostrado la impotencia de los ídolos, en el escenario de Jerusalén el Señor mostrará la impotencia de ese emperador. Será el acto culminante del drama, inesperado y sobrecogedor. Como un auto sacramental en vivo: Jerusalén, escenario para el mundo; todos los pueblos, el público.
37,16 "Sentado sobre querubines", es decir, entronizado como soberano. Referencia al arca.
37,21 A la súplica del pueblo o del rey suele responder un oráculo sacerdotal o profético: Isaías desempeña aquí dicha función.
37,22 La ciudad asediada, doncella no sometida al vasallaje del señor extranjero, puede burlarse del conquistador de pueblos.
37,23 Porque Senaquerib esta vez no ataca a un pueblo más, sino que se atreve sacrílegamente con el Santo. Ese Santo es de Israel y saldrá para su gloria. Es título común en los oráculos de Isaías.
37,24-25 El discurso recuerda Is 10; sólo que, en vez de pueblos, contempla la naturaleza sometida en sus campañas: el clásico botín de maderas preciadas del Líbano, pozos cavados para las tropas, los canales del Delta del Nilo vadeados por sus ejércitos. El pronombre personal "yo" abre enfáticamente las dos series de tres verbos; una gran riqueza de aliteraciones muy eufóricas ornamenta majestuosamente el discurso.
37,26-27 El Señor interrumpe el discurso arrogante (la misma técnica de Is 10): él es el verdadero sujeto de la historia. La planea con tiempo, la ejecuta en su momento; y el hombre es mero ejecutor del plan divino.
En contraste con los árboles centenarios del Líbano, los hombres se convierten en hierba efímera.
37,28-29 Como un domador que vigila todos los movimientos de una fiera y la reduce a la obediencia con un pequeño artificio (véase Job 40,25-32). Variación original y burlesca de la conocida metáfora del enemigo como animal feroz, común en los salmos. Dios observa el desarrollo de todo (Sal 139): cuando Senaquerib entra y sale por las fronteras, el Señor lo controla; cuando se atreve contra el mismo Señor, éste interviene pronunciando su amenaza infalible. La palabra hebrea "nariz" significa cólera; "hocico" puede significar el lenguaje, y "camino" la conducta; es una ambigüedad irónica.
37,30-32 El oráculo de salvación para el rey y su pueblo empalma con el oráculo precedente, o con los versos 6-7. Es anuncio de paz a través del sufrimiento, de restauración, después de disminuir la población. Las cosechas del presente año han sido saqueadas o destruidas por el ejército invasor, la nueva siembra ha sido imposible; al tercer año volverá la normalidad y se comprobará la validez de la promesa. La tierra continuará su ritmo fecundo, y lo mismo el pueblo como árbol frutal. Jerusalén, último reducto de la resistencia, será nuevo comienzo de vitalidad, por el amor apasionado del Señor (Is 9,6).
Estos versos, originales de Isaías, plantan un sistema de símbolos que crecerán y se desarrollarán en la teología de la esperanza escatológica. Más tarde se podrán leer también ellos como expresión de dicha esperanza.
37,33-35 Tercer oráculo. El asedio no se coronará con el asalto final, con la conquista; en este sentido, la campaña de Senaquerib fue un fracaso, aunque el emperador cobró un fuerte tributo. Jerusalén es la ciudad de David, la ciudad de la presencia de Dios en el templo; éste será su escudo y salvación.
Véase: Sal 18,3.31; 33,20; 84,12; 89,19.
37,36-38 Epílogo narrativo, presentado como cumplimiento de los oráculos precedentes.
37,36 Pudo tratarse de una peste violenta que diezmó el ejército y obligó a la retirada. El hecho está contado recordando la noche de la matanza de los primogénitos (Ex 12). En el paso del Mar Rojo, la mañana descubre los cadáveres (Ex 14,24). Véanse Is 17,14 y 29,7.
37,37 En la retirada también pudieron influir las noticias de Egipto.
37,38 El narrador considera esta muerte violenta como castigo de Dios. Precisamente es asesinado en el templo de su propio dios, que no es capaz de librarlo. En rigor, Senaquerib murió veinte años más tarde, el 681; y su muerte fue el comienzo de la decadencia de su imperio.
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