sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS. CAPÍTULO 33.

Esperanza en el Señor

331¡Ay de ti, devastador, nunca devastado;
saqueador, nunca saqueado!
Cuando acabes de devastar te devastarán a ti,
cuando termines de saquear
te saquearán a ti.
2¡Piedad, Señor, que esperamos en ti!,
sé nuestro brazo por la mañana
y nuestra salvación en el peligro.
3A tu voz atronadora se desbandaron los pueblos,
al levantarte tú se dispersaron las naciones,
4y se recogía botín como se recoge la langosta,
se abalanzaban a él
como avalancha de saltamontes.
5El Señor es excelso, porque habita en lo alto,
el ha llenado a Sión de justicia y derecho;
6la fidelidad será su adorno,
la sabiduría y el conocimiento
serán su provisión salvadora,
el respeto del Señor será su tesoro.

Lamentación

7Oíd, los heraldos gimen en la calle,
los mensajeros de paz lloran amargamente:
8están destruidas las calzadas
y ya no transitan caminantes.
Ha roto la alianza, despreciando a los testigos
y no respetando al hombre.
9Lanquidece y se marchita el país,
el Líbano se decolora y queda mustio,
el Sarón está hecho una estepa,
están pelados el Basán y el Carmelo.

Sentencia de Dios (Sal 15; 24)

10Ahora me pongo en pie, dice el Señor;
ahora me yergo, ahora me alzo:
11Concebiréis paja y pariréis tamo,
y mi aliento como fuego os consumirá;
12los pueblos serán calcinados,
como cardos segados arderán.
13Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi valor.
14Temen en Sión los pecadores,
un temblor se apodera de los perversos:
"¿Quién de nosotros habitará
en un fuego devorador,
quién de nosotros habitará
en una hoguera perpetua?".
15-El que procede con justicia,
habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias;
el que cierra los ojos
para no complacerse en el mal,
16ése morará en las alturas:
picachos rocosos serán su alcázar,
con abasto de pan y provisión de agua.

Restauración

17Un rey en su esplendor contemplarán tus ojos,
verán un país dilatado,
18y te dirás sobrecogido:
¿Dónde está el que contaba,
dónde está el que pesaba,
dónde el que contaba las torres?
19Ya no verás al pueblo violento,
cuya lengua es oscura y no se entiende,
que pronuncia de modo extraño
e incomprensible.
20Contempla a Sión, ciudad de nuestras fiestas:
tus ojos verán a Jerusalén,
morada tranquila, tienda permanente,
cuyas estacas no se arrancarán,
cuyas cuerdas no se soltarán.
21Que allí el Señor es nuestro capitán,
en un lugar de ríos
y canales anchísimos,
que no surcan barcas de remo
ni la nave capitana los cruza:
23a están flojos sus cordajes,
no sujetan el mástil
ni despliegan las velas.
22Porque el Señor es nuestro juez,
el Señor nuestro gobernador,
el Señor nuestro rey; él nos salvará:
23b entonces el ciego repartirá enorme botín
y hasta los cojos se darán al saqueo;
24y ningún vecino dirá: Me siento mal,
pues al pueblo que allí habita
le han perdonado la culpa.

Explicación.

33 Salvo la referencia a pactos históricos en 7-9, el capítulo está dominado por temas y visiones escatológicos. Si el autor emplea motivos o imágenes preexistentes, les asigna una función nueva. Si el devastador se llama Asiria, aquí representa a las naciones que luchan contra Sión; si la alianza es el vasallaje a Asiria, sus consecuencias trascienden el territorio judío; si el juicio es cúltico, se orienta a una purificación definitiva; si se menciona Jerusalén, es una ciudad transfigurada, irreconocible.

          Intentemos delinear una imagen coherente del capítulo: asalto de naciones contra Jerusalén, frustrado por el Señor, 1-6; Dios anuncia su intervención como juez, para eliminar a los pecadores y dar paz a los justos, 10-16; el Señor inaugura su reinado en la nueva Jerusalén, 17-24. Lo central es el señorío de Dios como rey, jefe, capitán, juez y salvador; y la plenitud de justicia, derecho, fidelidad, saber y respeto del Señor. Cambios de sujeto y destinatario, súplicas y respuestas, interpelaciones dan cierto movimiento dramático o litúrgico a la composición que hoy leemos.

33,1 El agresor tiene título, no tiene nombre: puede ser cualquier agresor de turno. A cada uno se le concede una hora de poder en la historia; abusa de él; pasará la hora y le tocará a él.

33,2-6 Se advierte el eje dispersar -reunir y vaciar - llenar. Dios tiene un puesto: la altura (18,4); un momento: la mañana (Sal 46,6; 90,14); un título: salvador.

33,3 Véanse Nm 10,35 y Sal 68,2.

33,4 Es dudoso el sentido de la comparación: de ordinario sugiere la multitud.

33,5-6 Partimos de 2,6-8, una ciudad llena de ídolos y riquezas; pasamos por los nuevos valores de 11,1-9; desembocamos en la presente visión ideal.

33,7-9 Se refiere a la situación histórica bajo el dominio de Asiria y a los intentos de rebelarse y quebrantar los pactos. Ezequías rompe la alianza, sin respetar a los testigos, que son sgarados (comparar con Ez 17,14, sobre Sedecías y Babilonia). La represión imperial deja arrasados campos, huertos y bosques.

33,10-16 El juez convoca a juicio. Lejanos y cercanos: dicho de los judíos serían la diáspora y los residentes en Judá; dicho de extranjeros, podrían ser reinos limítrofes y potencias distantes; también podría distinguir a paganos de judíos. Todos son convocados a juicio. El fuego consume a los extranjeros hostiles y a los ciudadanos pecadores.

33,10 Como 3,13.

33,11 Como 1,31 y 5,24.

33,12 Véase Am 2,1.

33,13 Véanse Is 57,19; Jr 25,26; Ez 6,12.

33,14 La acción de Dios contra las naciones paganas provoca un temor sagrado, en virtud del cual aflora a la conciencia la culpabilidad. Así brota la consulta litúrgica, semejante a la de los salmos 15 y 24. El Señor ha revelado como fuego que consume a los extraños (10,17; Sal 68,3): ¿quién podrá acercarse?

33,15 Responde una lista sintética de condiciones éticas.

33,16 Compárese con 30,20.

33,17-24 Según las tradiciones davídicas, hay una ciudad elegida donde reina una dinastía estable. En la futura ciudad ideal no habrá rey humano (al revés de 32,1), porque el Señor asume todas las funciones de gobierno: paladín, militar, legislador, gobernador y juez. La ciudad encaramada en un saliente rocoso, inexpugnable, se trasmuta mágicamente en ciudad de ríos y canales (como Babilonia Sal 137, o Nínive compitiendo con Tebas Nah 3,8s:) eco del Sal 46,5, quizá con un recuerdo nostálgico del paraíso con sus cuatro brazos fluviales. Al verla, se preguntan incrédulos los judíos: ¿es esta Sión?, y el profeta les contesta: "la verás con tus ojos". Ríos y canales desempeñan una función pacífica, no necesitan una flota bélica que patrulle y defienda sus calles acuáticas.

             Jerusalén será también la tienda ideal del desierto, centro de todas las fiestas. Capital de un reino de paz, ni agresora ni agredida.

33,18 Véanse Sal 48,13.

33,19 Véanse 28,11; Ez 3,5s; Sal 114,1.

33,20 Véanse 32,18; 54,2.

33,22 Véase de la conquista de Jerusalén por David, 2 Sm 5,6.

33,24 Deshaciendo la maldición de 22,4 y la acusación de 1,4. Pero queda muy por debajo de 25,8.

No hay comentarios:

Publicar un comentario