sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS. CAPÍTULO 17.

171Oráculo contra Damasco:
Mirad: Damasco va a dejar de ser ciudad,
será un montón de escombros.
2Sus pueblos, abandonados para siempre,
serán para los rebaños, que se tumbarán
sin que nadie los espante.
3Efraín va a perder su plaza fuerte
y Damasco su poderío,
y al resto de los arameos les sucederá
como a la nobleza de Israel
-oráculo del Señor de los ejércitos-.
4Aquel día la nobleza de Jacob quedará pobre,
y macilenta la gordura de su cuerpo:
5como cuando el segador abraza la mies
y su brazo siega las espigas:
como se espigan los rastrojos
del valle de Refaín
6y queda sólo un rebusco;
como cuando al varear el olivo
quedan dos o tres aceitunas
en lo alto de la copa,
cuatro o cinco en sus ramas fecundas
-oráculo del Señor, Dios de Israel-.

Fin de la idolatría (Jr 49,23-27; Am 1,3-4)

7Aquel día el hombre se fijará en su Hacedor,
sus ojos mirarán al Santo de Israel;
8y ya no se fijará en los altares,
hechura de sus manos,
ni mirará las estelas y cipos
que fabricaron sus dedos.

Los jardines de Adonis (1,29-31)

9Aquel día tus plazas fuertes serán como las que evacuaron los heveos y amorreos ante el avance israelita: quedarán desiertas.
10Porque olvidaste a Dios, tu Salvador,
y no te acordaste de tu Roca de refugio.
Plantabas jardines de Adonis
e injertabas esquejes extranjeros:
11el día que lo plantabas lograbas que germinara
y que floreciste el injerto a la mañana siguiente;
pero la cosecha se malogra
un día funesto de dolor incurable.

La marea de los pueblos (Sal 65,7; Ez 38)

12¡Ay!, retumbar de muchedumbres
como retumbar de aguas que retumban;
bramar de pueblos, como bramar
de aguas impetuosas que braman.
13El les da un grito, y huyen lejos,
empujados como tamo del monte
por el viento,
como vilanos por el vandaval.
14Al atardecer se presenta el espanto,
antes de amanecer ya no existen.
Tal es el destino de los que nos saquean,
la suerte de los que nos despojan.

Explicación.

17 En medio de oráculos desarrollados, el presente capítulo nos ofrece cinco piezas bastante diferenciadas y en parte no identificadas; contra Damasco y Efraín (1-3); contra la nobleza de Jacob (4-6); conversión (7-8); contra cultos paganos (9-11); contra naciones aliadas (12-14). Varios indicios muestran la autonomía de las piezas y su unión secundaria: los comienzos "aquel día" en 4.7.9; los finales de 3 y 6; el comienzo "ay" de 12. También hay indicios de composición significativa: un oráculo de conversión (7-8); entre dos y dos de amenaza. Como en los capítulos 13-14, con el centro en 14,1-4 o como en 15-16, con el centro en 16,1-5. Si referimos 9-11 a Judá y 12-14 a Asiria, apreciamos una disposición concéntrica (ABCBA); aliados - Israel - conversión - Judá - aliados. Este análisis no pasa de hipótesis.

17,1-3 La presencia de Damasco y Efraín coloca este oráculo en el contexto de la guerra contra Judá. Su intento fracasará miserablemente, como anunciaba 7,7.16.

17,4-6 Creo que Jacob se identifica con el reino septentrional; al final, el Señor lleva como título "Dios de Israel". Ambas expresiones pudieron aplicarse más tarde al Israel ideal. Por la comparación vegetal está emparentado con 10,17-23.

17,7-8 El oráculo coloca al hombre entre su Hacedor y sus hechuras: la mirada hacia el Hacedor lo eleva y libera; la mirada a sus hechuras lo esclaviza. En oposición al "Santo de Israel", el hombre es el israelita; en oposición a su "Hacedor", es cualquier hombre. El horizonte se ensancha, porque el Santo de Israel es el Hacedor de todos los hombres: Is 27,11; Job 31,15; Sal 95,6. Una glosa específica las "hechuras": estelas y cipos.

17,9-11 El texto es bastante dudoso al principio y al fin. Heveos y amorreos habitaban el territorio de Canaán antes de asentarse los israelitas. Como fueron expulsados por sus crímenes, así les sucederá a los judíos por su olvido culpable de su Dios.

            Adonis o Tamuz era un dios extranjero de la fertilidad, al cual se dedicaban jardines o plantas idolátricas (cfr. Ez 8,14). El castigo sobreviene en el mismo terreno de la agricultura.

17,12-14 En el horizonte histórico del profeta Isaías, ese ejército enemigo de pueblos confederados parece ser Asiria con sus vasallos (cfr. 8,6-10). El estruendo del ejército al avanzar está descrito con un alarde de onomatopeya. A Dios le basta un grito para acallar y dispersar el ejército inmenso: Sal 65,8; 93,3-4; Nah 1,4. Le basta una noche para acabar con el agresor: Is 37,36; Ex 14.

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