sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS. CAPÍTULO 29.

Contra Jerusalén (Is 22,1-14; Ez 22)

291¡Ay Ariel, Ariel, ciudad que sitió David!
Añadid años a años, gire el ciclo de las fiestas,
2y asediaré a Ariel, y habrá llantos y lamentos.
Serás para mí como Ariel:
3te sitiaré en redondo,
te estrecharé con trincheras
y alzaré baluartes contra ti.
4Abatida, hablarás desde el suelo
y tu palabra sonará
apagada desde el polvo,
como voz de fantasma desde la tumba
susurrarás tus palabras desde el polvo.
5El tropel de tus enemigos será como polvareda.
El tropel de tus agresores como nube de tamo;
pero de improviso, de repente,
6te auxiliará el Señor de los ejércitos
con fragor y estruendo de grandes truenos,
con huracán y vendaval y rayos abrasadores.
7Y acabará como sueño o visión nocturna
el tropel de los pueblos que combaten a Ariel,
sus trincheras, sus baluartes, sus sitiadores.
8Como sueña el hambriento que come,
y se despierta con el estómago vacío;
como sueña el sediento que bebe,
y se despierta con la garganta reseca,
así será el tropel de los pueblos
que combaten contra el Monte Sión.
9Quedad tardos y torpes, cegad y quedad ciegos;
os emborracharéis, y no de vino,
os tambalearéis, y no por el licor;
10sino porque el Señor os escancia
un viento de modorra
que os embotará los ojos
y os embozará las cabezas.
11Cualquier visión os resultará
como el texto de un libro sellado:
se lo entregan a uno que sabe leer,
diciéndole: Por favor, lee esto;
y él responde: No puedo, que está sellado.
12Se lo entregan a uno que no sabe leer,
diciéndole: Por favor, lee esto:
y él responde: Si no sé leer.

Formalismo religioso

13Dice el Señor:
Ya que este pueblo se me acerca con la boca
y me glorifica con los labios,
mientras su corazón está lejos de mí,
y su culto a mí es precepto humano y rutina,
14yo seguiré prodigando prodigios maravillosos:
fracasará la sabiduría de sus labios
y se eclipsará la prudencia de sus prudentes.

Malaventura (Sal 139,8-12)

15¡Ay de los que ahondan
para esconderle sus planes al Señor!
Hacen sus obras en la oscuridad, diciendo:
"¿Quién nos ve, quién se entera?".
16¡Qué desatino! Como si el barro
se considerara alfarero,
como si la obra dijera del que la hizo:
"No me ha hecho",
como si el cacharro dijera del afarero:
"No me entiende".

Salvación escatológica (32,15-20)

17Pronto, muy pronto, el Líbano se hará un vergel,
el vergel parecerá un bosque;
18aquel día oirán los sordos las palabras del libro,
sin tinieblas ni oscuridad
verán los ojos de los ciegos;
19los oprimidos volverán a festejar al Señor
y los pobres se alegrarán con el Santo de Israel,
20porque no quedarán tiranos,
se acabarán los cínicos
y serán aniquilados
los que se desvelan por el mal;
21los que acusan a uno en un proceso,
ponen trampas
al que defiende en un tribunal
y con falsedades hunden al inocente.
22Pues bien, esto dice el Señor,
Dios de la casa de Jacob,
que redimió a Abrahán:
Ya no fracasará Jacob, no sentirá sonrojo;
23cuando vean lo que hace mi mano
en medio de ellos,
santificarán mi nombre,
santificarán al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel.
24Los que habían perdido la cabeza,
comprenderán,
y los que protestaban, aprenderán la lección.

Explicación.

29,1-14 El segundo ay abarca en este capítulo cuatro piezas ligadas de dos en dos, ligadas al capítulo precedente por la repetición de temas comunes: vino y espanto, instrucción e incapacidad de aprender, acción maravillosa de Dios. Las dos primeras, 1-4 y 5-8 componen, con su unión insospechada, una obra extraña del Señor, perfectamente aplicable a la derrota de Senaquerib: cuando la capital es casi una difunta, el Señor desbarata al enemigo casi vencedor.

29,1-4 Entre dos asedios históricos discurre la sección: el primero, cuando David conquistó el bastión jebuseo, para convertirlo en capital de su reino y centro del culto. El segundo, el que se avecina, cuando el Señor asedie hostilmente a su ciudad escogida. Ariel es Jerusalén. Entre medias discurre el fluir profano de los años y el ciclo litúrgico de las fiestas. Los lamentos suceden a los festejos. La ciudad es un fantasma de sí misma (cfr. 1 Sm 28), casi sin voz para invocar al Señor.

29,5-8 En el contexto actual, la imagen sugiere la multitud envolvente y asfixiante, mientras la ciudad pertenece más a la muerte que a la vida. La situación extrema impulsa a Dios a intervenir en favor de su ciudad. Un vendaval repentino arremete y dispersa la polvareda. Ante la intervención del Señor, el asedio se esfuma como una pesadilla (cfr. Sal 73,20; Job 20,8).

29,9-12 Parece dirigido contra los judíos, rebeldes a la voz de Dios. El castigo es un viento que embota los sentidos, que impide comprender (lo contrario de 11,2). Una glosa explica: los ojos = profetas, cabeza = videntes.

29,13-14 Ligado al anterior por el tema de la incomprensión, resultado de la contumacia. Por la cual, las profecías se convierten en libro sellado. Servirán para una generación futura, que reciba un nuevo espíritu del Señor y abra los ojos (cfr. 8,16).

              Labios y corazón han de ir de acuerdo; de lo contrario, la tradición se vuelve rutina y el culto farsa. Dios se alza sobre las rutinas con su acción maravillosa, incomprensible. Ante esa revelación imprevisible (28,21), fracasa la prudencia humana: el hombre ve sin comprender, oye sin entender (6,10). Véase 1 Cor 1,18-25.

29,15-16 Por la forma de ay, nuevo comienzo; por el tema, continuación. Ataca a hombres que recurren a artes ocultas, mágicas, refugios subterráneos que piensan inaccesibles a la mirada de Dios. Tal saber mágico es desatino: como negarle conocimiento de su obra al que la hizo. Miarada inmanente del hombre, que se explica a sí mismo sin Dios. Véase el Sal 139.

29,16 Is 10,15.

29,17-24 Este oráculo tardío de restauración pasa por encima de 15-16 para empalmar con lo que precede en 28,1-29,14 y en capítulos más lejanos. Las maldiciones precedentes serán abolidas. Comienza con una transformación de la naturaleza, que restaura la destrucción (10,33s); vienen después las mutilaciones físicas, abolidas también en su función simbólica (6,10; 28,12.14.23; 29,10); siguen las opresiones de la justicia (1,21-26; 11,4; 28,6); finalmente, el hombre se enfrenta con Dios gozosamente (8,13). Se acabaron tiranos y cínicos burlones (28,14-22; 29,5), los insensatos comprenderán (28,7.9.19). La síntesis de naturaleza transfigurada, sentidos corporales, sentido ético y sentido religioso es semejante a la de 11,1-9.

29,17 El tiempo escatológico es inminente en su misterio. El hombre no puede precipitar sus plazos (5,19), sino que debe esperar.

29,18 Podría referirse al libro de Isaías (8,16; véase 34,16).

29,19-20 Falta el jefe davídico de 11,4.

29,21 Véase Am 5,12.15.

29,22 Recordando los nombres de los patriarcas, da profundidad histórica a la historia; falta Isaac.

29,23 Los ojos iluminados reconocen en la historia la santidad de Dios, su trascendencia que se nos impone, imprevisible y acertada.

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