Sión, centro del reino escatológico (Miq 4,1-3; Sal 87; Is 2,1; 66,18-24; Zac 8,20-23; Sal 76)
21Visión de Isaías, hijo de Amós,
acerca de Judá y de Jerusalén:
2Al final de los tiempos
estará firme el monte de la casa del Señor,
descollando entre los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán las naciones,
3caminarán pueblos numerosos.
Dirán: Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas,
porque de Sión saldrá la ley;
de Jerusalén, la palabra del Señor.
4Será el árbitro de las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados;
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
ya no se adiestrarán para la guerra.
5Casa de Jacob, venid,
caminemos a la luz del Señor.
Teofanía y juicio de Dios
6Has desechado a tu pueblo, a la casa de Jacob,
porque está llena de adivinos de oriente,
de agoreros filisteos,
y han pactado con extraños.
7Su país está lleno de plata y oro,
y sus tesoros no tienen número;
su país está lleno de caballos
y sus carros no tienen número;
8su país está lleno de ídolos,
y se postran ante las obras de sus manos,
hechas con sus dedos.
9Pues será doblegado el mortal,
será humillado el hombre
y no podrá levantarse.
10Métete en las peñas, escóndete en el polvo,
ante el Señor terrible,
ante su majestad sublime.
11Los ojos orgullosos serán humillados,
será doblegada la arrogancia humana;
sólo el Señor será ensalzado aquel día,
12que es el día del Señor de los ejércitos;
contra todo lo orgulloso y arrogante,
contra todo lo empinado y engreído,
13contra todos los cedros del Líbano,
contra todas las encinas de Basán,
14contra todos los montes elevados,
contra todas las colinas encumbradas,
15contra todas las altas torres,
contra todas las murallas inexpugnables,
16contra todas las naves de Tarsis,
contra todos los navíos opulentos:
17será doblegado el orgullo del mortal,
será humillada la arrogancia del hombre;
18sólo el Señor será ensalzado aquel día,
y los ídolos pasarán sin excepción.
19Meteos en las cuevas de las rocas,
en las grietas de la tierra,
ante el Señor terrible, ante su majestad sublime,
cuando se levante aterrando la tierra.
20Aquel día arrojará el hombre
sus ídolos de plata; sus ídolos de oro
-que se hizo para postrarse ante ellos-,
a los topos y a los murciélagos;
21y se meterá en las grutas de las rocas
y en las hendiduras de las peñas.
Ante el Señor terrible, ante su majestad sublime,
cuando se levante aterrando la tierra.
22Dejad de confiar en el hombre
que tiene el respiro en la nariz: ¿qué vale?
Explicación.
2,2-5 Un movimiento de peregrinación festiva (Dt 16; Sal 122) se transforma en visión profética del futuro. El espacio se proyecta en el tiempo, la lejanía se vuelve futuro remoto. El monte se vuelve centro de un doble movimiento: centrífugo de irradiación, de ley y palabra, centrípeto de concurrencia universal. El monte hace que el acceso sea ascenso, y se funden convergencia, progreso y ascensión en movimiento único y universal, encabezado por la "casa de Jacob".
Todo el episodio de Babel queda anulado. Frente a torre soberbia, monte de la presencia de Dios; frente a confusión de lenguas, una "palabra" que todos comprenden; frente a dispersión, reunión. La profecía se cumple en Pentecostés (Hch 2).
2,2 La presencia del Señor hace que el monte sea culminante.
2,4 Los instrumentos de guerra se transforman en instrumentos de progreso pacífico. Jl 4,10.
2,5 El monte es como un faro luminoso, que alumbra y orienta a todo el mundo. Is 60.
2,6-21 Una frase unifica, a modo de estribllo (10b.19b.21c), los temas afines de la codicia, la soberbia y la idolatría (6-10.11-17.18-21). El eje del poema lo forman dos frases: "será humillado el hombre... sólo el Señor será ensalzado".
2,6-10 La codicia, acumulación de bienes, es una autoafirmación del hombre que será doblegada. Los complementos se refieren al poder económico y militar, enmarcados por la adivinación y la idolatría, que disfrazan el engaño con capa de religión. Se puede recordar el ejemplo de Salomón (1 Re 5) y la ley del Dt 17,16s. La adivinación está prohibida en Dt 18,10s.
2,11-18 Es un "día" en que el Señor se presenta para juzgar. En diez versos, una poderosa enumeración erige y derriba seres heterogéneos, comunes en su alzamiento: bosques sobre los montes, montes sobre los llanos, torres y murallas, naves sobre el mar. Un movimiento regular e irresistible va acoplando y derribando todo lo que se yergue, como un huracán que viniese del monte (Líbano), avanzase por la montaña (Efraín), se dirigiese a Jerusalén y torciese hacia el mar.
2,20-21 Ante el terror de Dios, el hombre descubre la nulidad de sus "manufacturas", que ni protegen ni salvan; y arroja a sus ídolos a los animales inmundos. Rocas y polvo se abren y ahondan en cuevas y grutas. Se unen y confunden lo vacío, lo profano y tenebroso.
2,22-4,6 En la composición actual del libro, el proceso del juicio avanza hacia la restauración final. Lo primero es una etapa de anarquía (2,23-3,9). Después el juicio se enfrenta con los nuevos señores, ministros de injusticia (3,12-15). Después se vuelve contra el lujo femenino (3,16-24 y 3,25-4,1). La restauración llega en un texto que parece tardío (4,2-6).
2,22 Funciona como verso de empalme. Lo que tiene el respiro en la nariz (Gn 2,7), por la nariz lo pierde (Gn 7,22).
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