sábado, 22 de agosto de 2015

ISAÍAS. CAPÍTULO 25.

Himno de los salvados (Sal 76)

251Señor, tú eres mi Dios,
te ensalzo y te doy gracias,
porque realizaste planes admirables,
asegurados desde antiguo.
2Convertiste la ciudad en escombros,
la plaza fuerte en derribo,
el castillo de los bárbaros en ruina
que jamás será reedificada.
3Por eso un pueblo poderoso
reconoce tu gloria
y la capital de los tiranos te respeta:
4porque fuiste baluarte del desvalido,
baluarte del pobre en peligro,
reparo del aguacero, sobra en la canícula.
Porque el ímpetu de los tiranos
es aguacero de invierno, 5es canícula estival
el tumulto de los bárbaros;
tú mitigas la canícula con sombras de nubes
y ahogas los cantos de los tiranos.

El banquete del Señor

6El Señor de los ejércitos
ofrece a todos los pueblos, en este monte, 
un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera,m
manjares enjundiosos, vinos generosos.
7Arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones;
8y aniquilará la muerte para siempre.
El Señor enjugará las lágrimas
de todos los rostros
y alejará de la tierra entera
el oprobio de su pueblo
-lo ha dicho el Señor-.

Moab, la ciudad rebelde (Is 16,6-11)

9Aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara:
celebremos y festejemos su salvación.
10La mano del Señor se posará en este monte,
mientras que Moab será pisoteado en su sitio,
cmo se pisa la paja en el agua del muladar;
11allí dentro extenderá las manos,
como las extiende el nadador al nadar.
Pero él abatirá su orgullo
y los esfuerzos de sus manos;
12los altos baluartes de sus murallas
los doblegará, abatirá y tumbará
en el suelo, en el polvo.

Explicación.

25,1-5 Himno al rey victorioso. Ha derrotado a un pueblo "poderoso" (Sal 18,18), tiránico, para salvar al "pobre desvalido".

25,1 "Admirables": 9,4; "planes": 14,24-27.

25,3 El enemigo reconoce a su pesar la victoria del Señor: Sal 76,0-11.

25,4-5 La imagen coincide con 4,6, su explicación puede ser glosa.

25,6-8 El banquete real, después de la entronización de 24,23. Poder invitar a muchos es signo de poderío y riqueza (Est 1,3-8). El Señor invita a todos los pueblos a un banquete espléndido, que se celebrará en el Monte sagrado. En el banquete hace regalos a los comensales. El primero es su presencia y manifestación: antes los pueblos estaban como ciegos, tapados; ahora, removida la cubierta, pueden reconocerlo. El segundo es extraordinario: aniquila la muerte, la maldición original del hombre (Gn 3,19), para que los convidados vivan siempre con él, una vida sin dolor ni lágrimas. San Pablo (1 Cor 15,54) aplica un verso a la victoria de Cristo sobre la muerte; Ap 21,4, aplica dos versos a la vida en el cielo. Como una firma de tan estupenda promesa, afirma el texto que "lo ha dicho el Señor".

25,9-12 Nuevo himno de victoria. La batalla ha sido reñida, porque la ciudad ha resistido con todos sus medios. La ciudad hostil recibe un nombre emblemático: otras veces se llama Edom (Is 34), Filistea (Jl 4), o Gog (Ez 38-39). La salvación es la esperanza cumplida. El "polvo" puede simbolizar la muerte.

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