Contra los montes de Israel (Ez 36,1-15)
61Me dirigió la palabra el Señor:
2-Hijo de Adán, mira a los montes de Israel
y profetiza contra ellos.
3¡Montes de Israel,
escuchad la palabra del Señor!
Esto dice el Señor a los montes y a las colinas,
a las torrenteras y a las vaguadas:
¡Atención!, que yo mando
la espada contra vosotros
para destruir vuestros altozanos;
4serán arrasados vuestros altares
y rotos vuestros cipos;
haré que caigan vuestros muertos
delante de vuestros ídolos.
5(Arrojaré los cadáveres de los israelitas
delante de sus ídolos).
Esparciré vuestros huesos
en torno a vuestros altares.
6En todas vuestras comarcas
arruinarán las aldeas y arrasarán las lomas;
hasta que queden arruinados
y arrasados vuestros altares,
rotos y destruidos vuestros ídolos,
arrancados vuestros cipos
y borradas vuestras obras.
7Los muertos yacerán entre vosotros,
y sabréis que yo soy el Señor.
8Dejaré que algunos escapen
de la espada a otras naciones,
y cuando se dispersen por sus territorios,
9los que se salven se acordarán de mí
en las naciones adonde los deporten.
Les desgarraré el corazón adúltero
que se apartó de mí y los ojos
que fornicaron con sus ídolos;
sentirán asco de sí mismos
por lo mal que se portaron,
por sus abominaciones.
10Y sabrán que yo, el Señor,
no en vano los amenacé con estos castigos.
11Esto dice el Señor:
Bate palmas y bailotea, y di:
¡Bien por las graves abominaciones
de la casa de Israel!,
que a espada, de hambre y de peste caerán.
12El que está lejos morirá de peste,
el que está cerca caerá a espada
y el que aún quede vivo de hambre morirá.
Agotaré mi cólera contra ellos.
13Y sabréis que yo soy el Señor
cuando sus muertos y sus ídolos
yazgan juntos en torno a sus altares,
en las altas colinas,
en la cima de los montes,
al pie de los árboles frondosos
y al pie de las copudas encinas,
santuarios donde ofrecían a sus ídolos
oblaciones de aroma que aplaca.
14Extenderé mi mano contra ellos
y haré del país un desierto desolado
-todos los poblados
desde el desierto hasta Ribla-.
Y sabrán que yo soy el Señor.
Explicación.
6,1-14 Después de profetizar contra Jerusalén, ciudad que centra el universo y la historia, el profeta amenaza a los montes, que representan la tierra prometida. El capítulo es un díptico con una inserción central (8-10), articulado por tres fórmulas de reconocimiento (7.10.14).
La naturaleza se siente ligada a la conducta y destino del hombre desde el principio: Gn 3,17-19; 4,12; siente la perversión del hombre: Lv 18,24-30, y se resiente: Is 24,5; Sal 82,5.
Los montes son la patria recordada desde la llanura del desierto; definen la tierra prometida: Ex 15,17; 1 Re 20,23; Dt 32,13; Is 14,25.
Los altozanos eran algo así como nuestras ermitas dominando desde una colina aldeas y campos. Eran lugares favoritos de los cananeos. Allí daban culto a dioses de la vegetación. Según Dt 7,5, Israel recibió orden destruir los objetos de culto idolátrico. Transformó las colinas ya purificadas en centros de culto local. Muy pronto se convirtieron en centro de sincretismo religioso, que denuncian los profetas, hasta que Josías impone una rígida centralización del culto en Jerusalén. Como hay un solo Dios frente a los muchos ídolos, habrá un solo monte frente a muchos altozanos. Ezequiel contempla la historia infiel de Israel ligada a esos altozanos.
El castigo denunciará la falsedad de esas ermitas al aire libre: sus dioses no podrán salvar ni salvarse, y serán profanados con los cadáveres de sus devotos.
6,3 Cuatro términos sintetizan la orografía de Palestina. El Señor cumplirá en ellos lo que no quisieron hacer los israelitas.
6,5 Véase la profecía de 1 Re 13,2.
6,6 Las "obras" son a veces los ídolos; aquí parecen referirse a la actividad cúltica.
6,7 En el castigo ejecutado reconocerán al Señor como dueño de la tierra y vencedor de los ídolos.
6,8-10 En una etapa posterior se introduce aquí una profecía de conversión, que revela la función saludable del destierro: véase Lv 26,39-45.
"Adulterio y fornicación" son metáforas utilizadas para expresar la infidelidad del pueblo a su Dios.
6,9 1 Re 8,47-48.
6,11 Quizá sea esa danza parodia de danzas rituales idolátricas (cfr. 1 Re 18,26), quizá imitación de una danza guerrera (cfr. Sal 149), quizá pantomima de las burlas del vencedor.
6,14 Ribla fue el lugar del castigo de Sedecías (2 Re 26,6), límite septentrional, mientras que el desierto señala el límite meridional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario