461Esto dice el Señor: La puerta oriental del atrio interior permanecerá cerrada los seis días laborables. Sólo se abrirá los sábados y los días de novilunio. 2El príncipe entrará desde el exterior por el vestíbulo, deteniéndose junto a las jambas de la puerta; los sacerdotes ofrecerán el holocausto y el sacrificio de comunión; el príncipe se postrará en el zaguán de la puerta y volverá a salir. La puerta no se cerrará hasta el atardecer. 3También los terratenientes del país se postrarán ante el Señor, a la entrada de la puerta, los sábados y días de novilunio.
4Oblación del príncipe al Señor: Los sábados: un holocausto de seis corderos sin defecto y un carnero sin defecto. 5Como ofrenda, media fanega por carnero, y por los corderos, a voluntad, más un azumbre de aceite por cada media fanega. 6Los días de novilunio: un novillo sin defecto, seis corderos y un carnero sin defecto. 7Como ofrenda, media fanega por novillo, media fanega por carnero, y por los corderos, según sus posibilidades, más un azumbre de aceite por cada media fanega.
8El príncipe entrará por el vestíbulo de la puerta y saldrá por el mismo camino. 9Pero cuando los terratenientes del país vayan a presentarse ante el Señor en las festividades, los que entren por la puerta septentrional para hacer la adoración, saldrán por la meridional, y los que entren por la puerta meridional, saldrán por la septentrional; no se retirarán por la misma puerta por la que entraron, sino que saldrán por la de enfrente. 10Y el príncipe entrará y saldrá en medio de ellos.
11En las fiestas y solemnidades la ofrenda consistirá en media fanega por novillo, media fanega por carnero, y por los corderos a voluntad, más un azumbre de aceite por cada media fanega.
12Cuando el príncipe ofrezca voluntariamente al Señor un holocausto o sacrificio de comunión, le abrirán la puerta oriental, ofrecerá su holocausto o sacrificio de comunión como todos los sábados, y luego saldrá. Y cuando salga, cerrarán la puerta.
13Ofrecerás diariamente al Señor en holocausto un cordero añal sin defecto; lo ofrecerás todas las mañanas. 14Añadirás cada mañana como ofrenda un celemín, más un tercio de azumbre de aceite para rociar la flor de harina; esta ofrenda al Señor es un rito cotidiano y perpetuo. 15El cordero con la ofrenda y el aceite lo ofrecerán todas las mañanas como holocausto cotidiano.
16Esto dice el Señor: Cuando el príncipe dé parte de su heredad a alguno de sus hijos, a éstos les pertenece como propiedad hereditaria. 17Pero si da parte de su heredad a un súbdito suyo, a éste le pertenecerá hasta el año de la remisión. Luego retornará al príncipe. 18Es herencia de sus hijos y a ellos les pertenece. El príncipe no quitará al pueblo su heredad, expropiándole tiránicamente. Sólo podrá dejar a sus hijos lo que sea propiedad suya, para que mi pueblo no se desperdigue, despojado de su propiedad.
19Me llevó por la entrada de al lado de la puerta a los bloques de sacristías sacerdotales, que dan al norte; en la parte de atrás, al poniente, había un local. 20Y me dijo:
-Éste es el local donde los sacerdotes conocerán las víctimas de los sacrificios expiatorios y penitenciales y prepararán la ofrenda; así no tendrán que sacarlos al atrio exterior, pues consagrarían al pueblo.
21Me sacó al atrio exterior y me lo hizo atravesar hasta las cuatro esquinas del atrio; allí, en cada esquina del atrio, había un corral. 22Al abrigo de las cuatro esquinas había corrales de veinte metros de longitud por quince de anchura; los cuatro tenían las mismas dimensiones. 23Los cuatro estaban cercados; al pie de la cerca había hogares. 24Y me dijo:
-Éstas son las cocinas donde los servidores del templo cocerán los sacrificios del pueblo.
Explicación.
46,1-3 Se refiere a la puerta que une el atrio exterior, donde se queda el pueblo, con el atrio interior, donde se encuentra el altar y el edificio del santuario. El príncipe se queda a distancia, pues el acto de sacrificar compete a los sacerdotes.
46,9 No conocemos el sentido de esta disposición. Se diría ritual más bien que funcional.
46,12 Sobre ofrendas voluntarias y votos véanse Lv 7,16; 22,18-21; Nm 15,3; 30.
46,16-18 La tierra es don de Dios, repartida por suertes a tribus y familias; los lotes han de quedar por herencia dentro de la familia, por eso se llaman también heredad; así cada generación participa en el don original de Dios, mientras se siente arraigada en la tierra. El desarraigo lleva a la dispersión y la miseria. La acumulación de posesiones rústicas es en Israel una explotación que va contra el plan originario del Señor. En la nueva ordenación, el príncipe debe garantizar el reparto y debe comenzar con su ejemplo: no permitiendo el enriquecimiento indebido de algunos favoritos y no expropiando al pueblo.
46,19-23 La disposición sirve para los sacrificios de comunión, en los que participaban como comensales los asistentes.
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