Una historia de amor (Ez 20 y 23; Os 2)
161Me dirigió la palabra el Señor:
2-Hijo de Adán,
denuncia a Jerusalén sus abominaciones,
3diciendo: ¡Esto dice el Señor: Jerusalén,
eres cananea de casta y de cuna:
tu padre era amorreo y tu madre era hitita.
4[Fue así tu alumbramiento]:
el día en que naciste
no te cortaron el ombligo,
no te bañaron ni frotaron con sal,
ni te envolvieron en pañales.
5Nadie se apiadó de ti
haciéndote uno de estos menesteres,
por compasión,
sino que te arrojaron a campo abierto,
asqueados de ti, el día que naciste.
6Pasando yo a tu lado, te vi
chapotenado en tu propia sangre,
y te dije mientras yacías en tu sangre:
"Sigue viviendo y crece
como brote campestre".
7Creciste y te hiciste moza, llegaste a la sazón;
tus senos se afirmaron y el vello te brotó,
pero estabas desnuda y en cueros.
8Pasando de nuevo a tu lado,
te vi en la edad del amor;
extendí sobre ti mi manto
para cubrir tu desnudez;
me comprometí con juramento,
hice alianza contigo
-oráculo del Señor- y fuiste mía.
9Te bañé, te limpié la sangre y te ungí con aceite.
10Te vestí de bordado, te calcé de marsopa;
te ceñí de lino, te revestí de seda.
11Te engalané con joyas:
te puse pulseras en los brazos
y un collar al cuello.
12Te puse un anillo en la nariz,
pendientes en las orejas
y diadema de lujo en la cabeza.
13Lucías joyas de oro y plata
y vestidos de lino, seda y bordado;
comías flor de harina, miel y aceite;
estabas guapísima
y prosperaste más que una reina.
14Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza,
completa con las galas, con lo que te atavié
-oráculo del Señor-.
15Te sentiste segura de tu belleza
y, amparada en tu fama, fornicaste
y te prostituiste con el primero que pasaba.
16Tomaste tus vestidos y sobre ellos fornicabas,
y te hiciste capillos de colores*.
17Tomaste tus alhajas,
el oro y la plata que yo te regalé,
y te hiciste estatuas de varones
con las que fornicabas.
18Tomaste tus vestidos bordados
y las revestiste con ellos,
y les ofrecías mi perfume y mi incienso.
19El alimento que yo te daba
-flor de harina, miel y aceite daba de comer-
también se lo ofreciste
como oblata de aroma que aplaca
-oráculo del Señor-.
20Tomaste a tus hijos y a tus hijas,
los que diste a luz para mí,
y se los inmolaste para que comieran.
No bastándote tus fornicaciones,
21degollaste a mis hijos
pasándolos por el fuego en su honor.
22Con tus abominables fornicaciones,
no te acordaste de tu niñez,
cuando estabas desnuda y en cueros
chapoteando en tu propia sangre.
23Y encima de tanta maldad,
¡ay de ti, ay de ti! -oráculo del Señor-
24te edificaba alcobas
y te levantabas puestos en todas las calles.
25En las encrucijadas instalabas tus puestos
y envilecías tu hermosura;
abriéndote de piernas al primero que pasaba,
continuamente te prostituías.
26Fornicaste con los egipcios,
tus vecinos, de grandes miembros,
y la fuerza de prostituirte, me encolerizaste.
27Entonces extendí mi brazo contra ti,
te mengüé la ración,
te entregué a la avidez de tus rivales,
las hijas de los filisteos,
que se sonrojaban de tu conducta infame.
28Fornicaste con los asirios sin saciarte,
volvías a fornicar con ellos
y todavía no te saciabas.
27Sin cesar fornicaste en Caldea,
tierra de mercaderes,
y ni con eso te saciaste.
30¡Cómo me enfurecí contra ti
-oráculo del Señor-
cuando hacías todo eso,
lo que hace una ramera empedernida!
31Cuando instalabas tus alcobas,
en las encrucijadas
y levantabas tus puestos en todas las calles, no cobrabas el precio
como hacen las prostitutas.
32[¡Oh hembra adúltera,
que teniendo marido acoge a extraños!].
33A las prostitutas les hace regalos;
tú, en cambio,
diste tu regalo de boda a tus amantes;
los sobornabas para que acudieran
de todas partes a fornicar contigo.
34Tú hacías lo contrario que las otras hembras:
a ti nadie te solicitaba,
eras tú la que pagabas
y a ti no te pagaban, y obrabas al revés.
35Por eso, prostituta, escucha la palabra del Señor.
36Esto dice el Señor:
Por haber prodigado tus encatos
y desnudado tus vergüenzas,
prostituyéndote con tus amantes,
con tus abominables ídolos,
por haberles ofrecido la sangre de tus hijos;
37por eso aquí me tienes:
voy a reunir a todos tus amantes
a los que complaciste, a todos los que amabas
y a los que aborrecías.
Los reuniré de todas partes contra ti,
te dejaré desnuda delante de ellos,
para que miren tus vergüenzas.
38Te aplicaré las penas de las adúlteras
y de las homicidas,
descargando sobre ti mi furor y mi rabia.
39Te entregaré en sus manos:
derribarán tus alcobas,
demolerán tus puestos;
te quitarán los vestidos, te arrebatarán las alhajas,
dejándote desnuda y en cueros.
40Traerán un tropel contra ti que te apedreará
y te descuartizará a cuchilladas.
41Prenderán fuego a tus casas
y ejecutarán en ti la sentencia
en presencia de muchas mujeres.
42Aplacaré mi ira contra ti
y apartaré de ti mi cólera;
me serenaré y no volveré a irritarme.
43Por no haberte acordado de tu juventud,
por haberme provocado
con todas estas cosas,
también yo te pagaré según tu conducta.
-Oráculo del Señor-.
¿No has añadido la infamia
a todas sus abominaciones?
44Mira, todos se burlan diciéndote el refrán:
"De tal madre, tal hija".
45Hija eres de tu madre,
que aborreció marido e hijos;
hermana eres de tus hermanas,
que aborrecieron maridos e hijos.
Vuestra madre era hitita
y vuestro padre amorreo.
46Tu hermana la mayor
es Samaría con sus villas,
situada a tu izquierda;
tu hermana la pequeña,
situada a tu derecha,
es Sodoma con sus villas.
47No sólo seguiste sus caminos
e imitaste sus abominaciones,
sino que te pareció poco
y las ganaste en conducta depravada.
48Juro por mi vida -oráculo del Señor-
que Sodoma, tu hermana, y sus villas
no han obrado
como habéis obrado tú y tus villas.
49Mira, ése fue el delito de Sodoma,
tu hermana: soberbia, hartura de pan
y bienestar apacible
tuvieron ella y sus villas,
pero no dio una mano
al desgraciado y al pobre.
50Se engrieron frente a mí
cometieron abominaciones,
y las quité de en medio en cuanto lo vi.
51Y Samaría no pecó ni la mitad que tú;
tú has cometido más abominaciones que ellas,
y con las abominaciones cometidas,
has hecho buenas a tus hermanas.
52Pues carga, tú también, con tu vergüenza,
porque con tus pecados
dejaste en buen lugar a tus hermanas,
te envileciste más que ellas,
ellas son inocentes a tu lado.
Sonrójate también tú y carga con tu vergüenza,
porque has hecho buenas a tus hermanas.
53Cambiaré su suerte,
la suerte de Sodoma y sus villas,
la suerte de Samaría y sus villas
(también cambiaré tu suerte
junto con la de ellas).
54para que cargues con tu vergüenza
y te avergüences de cuanto hiciste.
55Y tu hermana Sodoma y sus villas
volverán a su estado antiguo:
Samaría y sus villas
volverán a su estado antiguo
(también tú y tus villas
volveréis a vuestro estado antiguo).
56¿No mentabas a Sodoma, tu hermana,
difamándola en tu época arrogante,
57antes de descubrirse tus vergüenzas?
¡Ahora eres el oprobio de las edomitas
y de sus vecinas las filisteas,
que zahieren por todas partes!
58Ahora cargas con tu infamia
y tus abominaciones
-oráculo del Señor-.
59Pues así dice el Señor:
Actuaré contigo conforme a tus acciones,
pues menospreciaste el juramento
y quebrantaste la alianza.
60Pero yo me acordaré de la alianza
que hice contigo cuando eras moza
y haré contigo una alianza eterna.
61Tú te acordarás de tu conducta
y te sonrojarás, al acoger a tus hermanas,
las mayores y las más pequeñas;
pues yo te las daré como hijas,
mas no en virtud de tu alianza.
62Yo mismo haré alianza contigo
y sabrás que yo soy el Señor,
63para que te acuerdes y te sonrojes
y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza,
cuando yo te perdone todo lo que hiciste
-oráculo del Señor-.
Explicación.
16 En este capítulo despliega Ezequiel un amplio cuadro histórico de Jerusalén en imagen matrimonial. Lo han precedido, que sepamos, Oseas, Isaías y Jeremías. Oseas 1-2 comienza en plena situación conyugal; Jeremías 2-3 se remonta al noviazgo, con dejo melancólico; Ezequiel se remonta al nacimiento, ligando la imagen al motivo popular del niño expósito. Si Jeremías va encadenando imágenes originales y expresivas, Ezequiel se detiene en detalles realistas, hasta brutales. Oseas compone un poema concentrado y bien trabado; Jeremías abre el flanco a amplificaciones; Ezequiel construye una alegoría de correspondencias intelectuales. Es probable que su texto original haya recibido adiciones secundarias; no es fácil decidir si lo hizo el mismo Ezequiel en recitaciones sucesivas, o alguno de sus discípulos.
El delito crece en boca del fiscal: por los antecedentes, por la contumacia, por otros agravantes. La pena invoca la ley y añade detalles que agravarán la infamia. Porque habla y se querella el ofendido, la sentencia no asume un tono objetivo y refrenado, sino que suena como arenga elocuente, intensamente personal. La pasión poética de Ezequiel encarna la reacción personal de Dios, el misterio revelado de su amor.
Los vv. 1-43 están articulados según el esquema clásico de delito y castigo, con la división detrás de 34. Los vv. 44-58 saltan al tema de las dos hermanas, propio del cap. 23; los vv. 59-63 anuncian la reconciliación. Hacen compañía a éste los capítulos 20 y 23.
16,2 Ezequiel recibe el cargo de fiscal, como Is 58.
16,3 "Cananea" era la población a la llegada de los israelitas (en la versión bíblica); gente malfamada por sus prácticas cúlticas e inmoralidad: Lv 18,3.24-30; Gn 9,25 (Canaán en el puesto de Cam). "Amorreo" significa occidental; designa a grupos semíticos de la región: Nm 21,13; Jos 10,5. Los hititas formaban grupos de población avecindados en Canaán en tiempo de los patriarcas: Gn 23; 25, 9s; 26,34; 27,46. Dicha de Jerusalén, la genealogía no es inverosímil; dicha de Israel, no es real. Es más bien un juicio religioso global: su origen es pagano y aun ilegítimo. Como el comienzo, el resto.
16,4-5 Vëase Os 11, que se remonta a la niñez de Efraín. El exponer o abandonar a las criaturas, sobre todo niñas, no era tan raro en la antigüedad: en la ciudad quedaba esperanza de que alguien las adoptara, en el campo quedaban expuestas a las fieras. En lo humano, la criatura está abandonada, nacida para morir.
16,6 Atraviesa la soledad el Señor, y su paso es salvador; véanse Dt 32,10 y Os 9,10. Pronuncia una palabra, casi creadora, como bendición eficaz: la criatura deberá la vida a ese imperativo de Dios. Apenas una vida vegetal, no cultivada.
16,8 El Señor conoce el sitio: pasa de nuevo y la reconoce. La cubre (cfr. Rut 3,9). Con su pura iniciativa la toma como novia, como esposa en alianza (cfr. Prov 2,17), con juramento. Después del imperativo inicial, casi todo es acción.
16,9 Tareas de la familia de la novia, que aquí desempeña el novio.
16,10 Tejidos y materiales propios de un rey o del templo: Ex 26-29; Sal 45.
16,11-12 Regalo de boda que luce la novia en la ceremonia: Gn 24,22.29.47; Cant 3,11; 4,4.
16,13 La referencia a la comida parece interrumpir el curso de la descripción, a no ser que se atribuya a esos manjares la virtud de embellecer las formas (cfr. Sal 104,15); también puede deberse al influjo de Os 2,10.
16,14 Verso de resumen y transición.
16,15 Cambio de sujeto: correspondencia de ella; como en Dt 32,15. Is 1,21 supone una primera época de fidelidad; Jeremías coloca la fidelidad en el desierto; Ezequiel salta violentamente de la boda a la infidelidad. La confianza en sí es comienzo de pecado: Is 30,12; 47,10; Jr 13,25; 17,5; Sal 49,7; 62,11 etc.
La metáfora "fornicar" significando la infidelidad es correlativa de la imagen conyugal. Su uso es fluido: puede referirse a la prostitución sacra, puede designar la idolatría como infidelidad al Dios único y celoso, puede convertirse en metáfora tópica y aun lexicalizada. Es expresión frecuente en la literatura profética y muy frecuente en Ezequiel. El verso termina en hebreo con un sintagma ininteligible.
16,16-21 Una serie anafórica de cuatro miembros (o cinco, si suplimos "tomaste" en 19) amplifica el pecado de idolatría. Es patente el influjo de Oseas.
16,16 Se refiere a centros cúlticos en los altozanos, decorados con tejidos de colores, donde practicaban quizá la prostitución sagrada; cfr Am 2,7s. * Al final del verso hay una frase ininteligible.
16,17-18 Véase el ejemplo clásico de Ex 32 y también 2 Re 23,7; Os 2,10. Dice "mi" perfume e incienso, porque son don suyo y a él debidos.
16,19 También flor de harina y aceite se ofrecen en el culto: Lv 2; no así la miel Lv 2,11. También es cúltica la expresión "aroma que aplaca".
16,20-21 Práctica prohibida por la legislación bajo pena de muerte y denunciada por los profetas: Lv 20,1-5; Dt 12,31; Jr 7,31. Siguiendo la imagen conyugal, los hijos son de Dios, y esa propiedad se reconoce con la ofrenda, no cruenta, del primogénito.
16,24-25 Identifica los lugares de culto ciudadanos con burdeles. Compárese con Jr 3,2.
16,26-29 Amplificación. Otro delito de infidelidad lo constituyen las alianzas políticas, ya denunciadas por Isaías: 30,1-5; 31,1-3; Jr 2,18. Ezequiel ensancha la serie a tres, para completar la síntesis histórica.
16,27 Puede referirse a un reparto de territorio israelita entre los filisteos hecho por Senaquerib en 701.
16,30-35 Nuevo agravante de la conducta, comparada con la práctica común de las rameras: Gn 38,17; Os 2,14; Is 23,17; Miq 1,7.
16,30 El comienzo del verso es dudoso. Gn 38,17.
16,32 Probable glosa. Véase la descripción de Prov 7.
16,35 Pasa a pronunciar sentencia, haciendo breve recuento de los delitos. La convocatoria de los cómplices sirve para preparar la ejecución. La adúltera tiene pena de muerte: Dt 22,22 y Lv 20,10; se ejecuta por lapidación: Jn 8,5.
16,37 Ella aborrece a unos amantes cuando se cansa de ellos o cuando encuentra uno nuevo: unos desengañados, otros despechados, todos se vuelven contra ella. La desnudez es ahora castigo, como en Os 2,11-12; Is 47,3; no es la desnudez inocente del comienzo.
16,38 "Homicida": por haber dado muerte ritual a los hijos.
16,39 Derribar y demoler es lo que tenían que haber hecho con los lugares de culto cananeos: Dt 7,5.
16,40 Descuartizar no está previsto en la ley.
16,41 Las "mujeres" son otras poblaciones o capitales, a las que servirá de escarmiento.
16,42 Una adición posterior anuncia que el castigo tendrá límite.
16,43 Nueva adición o simple recapitulación.
16,44-58 El oráculo precedente era de Ezequiel, antes de la destrucción de la capital. Este segundo oráculo parece posterior y ajeno. La catástrofe de la ciudad santa causó tremenda impresión entre los desterrados. Entonces un discípulo del profeta compuso un complemento inspirándose en Jr 3,6-10 y Ez 23. Para introducirlo recoge algunos elementos del oráculo original, pero no logra una buena coherencia poética.
Donde lo leemos ahora se puede escuchar como el coro de las mujeres invitadas a la ejecución de la sentencia. Un coro de burlas, que coloca a la ciudad culpable entre dos criminales. Más tarde otro autor, o el autor de 59-63, inserta los versos 53b y 55c, que turban el texto del coro. Éste abandona el estilo narrativo de la alegoría y recoge el estilo de interpelación. También se puede leer el texto como requisitoria pronunciada por el Señor, y sólo el primer verso como refrán coreado por el público.(Una recitación del texto por una voz solista, con repeticiones corales y antifónicas del refrán, sería muy expresiva).
16,44 Como nuestro: "de tal palo tal astilla".
16,45 Marido sería la divinidad propia, hijos serían el pueblo. La aplicación a Jerusalén es clara, no tanto a las otras mujeres.
16,46 Izquierda y derecha son en hebreo norte y sur. Históricamente no es exacto que Sodoma sea medio hetea ni Samaría de origen heteo y amorreo. Sodoma es puramente pagana, Samaría puramente israelita. Se invierte el orden cronológico. Samaría fue conquistada por los asirios en 722; Sodoma pertenece a la era patriarcal, Gn 19, y se convirtió en paradigma de maldad y castigo definitivo: Am 4,11; Is 1,9s; Lam 4,6 etc.
16,49 Se aparta de Gn 18-19 al especificar el delito de Sodoma. Aquí es pecado de omisión: hartura propia negando ayuda al pobre.
16,50 "En cuanto lo vi": diversos manuscritos y traducciones han leído "como lo has visto". Es decir: eres testigo y por eso tu culpa es mayor.
16,52-55 Se imagina un juicio comparativo. En justicia retributiva, si el juez ha sentenciado contra Jerusalén, tendrá que absolver a las otras dos para mantener la proporción de pena y delito; tendría que susponder el cumplimiento de la pena y devolver libertad y derechos a Sodoma y Samaría. "Cambiar la suerte" es expresión técnica: Os 7,1; Am 9,14; Jl 4,3; Sal 14,7 etc.
16,56 Traducción conjetural. Otros traducen: en tu época arrogante no te dignabas ni mentar a tu hermana Sodoma".
16,57 Idumeos y filisteos eran enemigos tradicionales de Israel, felices con su desgracia.
16,59-63 Después del trágico cuadro, trazado con amplitud y con amplificaciones, alguien ha añadido una última palabra de consuelo y esperanza. No para anular cuanto precede, sino para colocarlo en un horizonte más ancho. Hoy tenemos que leer estas líneas unidas a las precedentes, para que hagan sentido; pero tenemos que leer lo precedente desembocando en este final. Varios elementos aseguran la unión de ambas piezas.
El tema es una nueva alianza, una renovación de la antigua. Jerusalén ha sido infiel y ha sido justamente castigada. Pero el Señor es fiel a sí mismo, a su compromiso, y vuelve a recibir a la infiel. Sólo que ella no puede volver con la actitud de antes. Si al ver su culpa y sus consecuencias, se sentía avergonzada y fracasada, al recibir el perdón inmerecido, su sonrojo se ahonda y permanece como fondo de contraste de las nuevas relaciones. El terrible pecado ha exaltado así la increíble misericordia. Ya no podrá alegar mérito ni confiar en su belleza (cfr. Rom 5,20).
16,61 El cambio es sorprendente. Jerusalén, esposa perdonada y reconciliada, recibe otros hijos: pueblos extranjeros o pueblos convertidos y perdonados. No por derecho de conquista, sino por don del Señor, porque él lo llama y atrae.
16,672 En todo el capítulo es la única fórmula de reconocimiento, que adquiere así fuerza conclusiva.
16,63 La memoria humilde de Jerusalén responderá a la memoria compasiva (60) del Señor.
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