viernes, 16 de octubre de 2015

ISAÍAS II. CAPÍTULO 54.

Fecundidad de la estéril (Is 49,14-26; 62,1-9; 66,7-14; Bar 4,30-5,9; Tob 13,10-18)

541Canta de gozo, la estéril que no dabas a luz;
rompe a catar de júbilo,
la que no tenías dolores, porque la abandonada
tendrá más hijos que la casada -dice el Señor-.
2Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega sin miedo tus lonas,
alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas;
3porque te extenderás a derecha e izquierda,
tu estirpe heredará naciones
y poblará ciudades desiertas.
4No temas, no tendrás que avergonzarte,
no te sonrojes, no te afrentarán;
olvidarás el bochorno de tu soltería,
ya no recordarás la afrenta de tu viudez.
5Pues el que te hizo te toma por esposa:
su nombre es Señor de los ejércitos.
Tu redentor es el Santo de Israel,
se llama Dios de toda la tierra.
6Como a mujer abandonada y abatida
te vuelve a llamar el Señor;
como a esposa de juventud, repudiada
-dice tu Dios-.
7Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te reuniré.
8En un arrebato de ira
te escondí un instante mi rostro,
pero con lealtad eterna te quiero
-dice el Señor, tu redentor-.
9Me sucede como en tiempo de Noé:
juré que las aguas del diluvio
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra ti
ni reprocharte.
10Aunque se retiren los montes
y vacilen las colinas,
no te retiraré mi lealtad
ni mi alianza de paz vacilará
-dice el Señor, que te quiere-.

Reconstrucción de Jerusalén (Is 60,10-18; Tob 13)

11¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada!
Mira, yo mismo te coloco
piedras de azabache, te cimento con zafiros,
12te pongo almenas de rubí,
y puertas de esmeralda,
y muralla de piedras preciosas.
13Tus hijos serán discípulos del Señor,
tendrán gran paz tus hijos.
14Tendrás firme asiento en la justicia;
quedará lejos la opresió,
y no tendrás que temer,
y el terror, que no se te acercará.
15Si alguno de asedia, no es de parte mía;
si lucha contigo, caerá frente a ti.
16Yo he creado al herrero que aviva las brasas
y saca una herramienta, y yo he creado
al devastador funesto:
17ninguna arma forjada contra ti dará resultado;
y a la lengua que te acuse en juicio
le probarás que es culpable.
Ésta es la herencia de los siervos del Señor,
yo soy su vindicador -oráculo del Señor-.

Explicación.

54,1-10 Desarrollan con coherencia e intensidad la imagen matrimonial, de larga historia: Os 2; Is 1,21-26; 5,1-6; Jr 3; 31,21-22; Ez 16.

            Antes de la alianza, Israel era como soltera que no encuentra marido: sola y sin hijos, afrentada. Por la alianza, Israel es esposa del Señor y madre fecunda. A causa de su infidelidad, ha sido repudiada por el marido y ha quedado como soltera o viuda, otra vez sola y sin hijos. Pero Dios no olvida su amor: el repudio o abandono ha sido momentáneo, volverá a tomarla por esposa, a estar con ella, a hacerla fecunda. La reconciliación será perpetua y tendrá firmeza cósmica. Israel está personificado en la ciudad, en figura matriarcal y beduina. Todo el discurso lo pronuncia el marido, aunque sea el profeta su portavoz.

54,1 Repitió la experiencia de la estéril fecunda: Sara (Gn 18; is 51,2). Puede verse Sal 113,9.

54,2 Véase Jr 10,20.

54,3 Véase Gn 28,14.

54,4 Se repite la historia de Sara frente a Agar (Gn 16), de Raquel frente a Lía (Gn 30), de Ana frente a Feniná (1 Sm 1).

54,5 El marido da nombre a la mujer (Is 4,1); el Señor tiene un nombre ilustre y único. El "Dios de toda la tierra" escoge una ciudad, como escogió un pueblo en propiedad (Ex 19,5). El Señor es santo y santa será la ciudad (52,1), como debía serlo el pueblo (Ex 19,6).

54,6 Véase Jr 2,2; 3,1-13.

54,7-8 Puede más el amor incondicional: Os 2.

54,9 La evocación de Noé se abre a un horizonte universal.

54,10 Véanse Sal 46,3; Hab 3,6; Job 14,18.

54,11,17 En esa segunda parte domina la imagen física de la ciudad, que ha de ser reconstruida. La ciudad está amenazada por un peligro interno y otro externo. Interno sería faltar a su destino de justicia (Sal 122; Is 1,21-26). El externo, provocado por el interno, sería el ataque justificado del enemigo. Justificado en el fuero del enemigo y el de Dios (es la teología de Jeremías). Así sucedió. Pero ahora la nueva era vence ambos peligros: la ciudad será reconstruida con riqueza y belleza fantásticas; volverá a ser morada de justicia; el enemigo no podrá acusarla ni condenarla ni atacarla con éxito.

54,11 Véase Os 1,5.8; 2,3.25.

54,12 Véanse Tob 13,16s; Ap 21,10-21.

54,13 "Hijos": con cambio de vocal diría que los "constructores" son aprendices del Señor.

54,15 Véanse Sal 56,7; 59,4; 140,3.

54,16 El "devastador": Ex 12,13.23.

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