viernes, 16 de octubre de 2015

ISAÍAS II. CAPÍTULO 49.

Segundo cántico del siervo: la misión (Is 42,1-9; 50,4-9; 53)

491Escuchadme, islas; tended, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó;
en las entrañas maternas,
y pronunció mi nombre.
2Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba
3y me dijo: "Tú eres mi siervo (Israel),
de quien estoy orgulloso".
4Mientras yo pensaba: "En vano me he cansado,
en viento y en nada he gastado mis fuerzas";
en realidad mi derecho lo defendía el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.
5Y ahora habla el Señor, que ya en el vientre
me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel
-tanto me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza-:
6Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
7Así dice el Señor, redentor y Santo de Israel,
al despreciado, al aborrecido de las naciones,
al esclavo de los tiranos:
Te verán los reyes, y se alzarán;
los príncipes, y se postrarán;
porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel te ha elegido.
8Así dice el Señor:
En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo;
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
9para decir a los cautivos: "Salid";
a los que están en tinieblas: "Venid a la luz";
aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
10no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el que los compadece
y los guía a manantiales de agua.
11Convertiré mis montes en caminos
y mis calzadas se nivelarán.
12Mirad, unos vienen de un país remoto;
mirad, otros del norte y del poniente,
y aquellos del país de Siene.
13Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped en aclamaciones, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados.

Consuelo de Sión (Is 54; 66,7-14; bar 4,30-5,9)

14-Decía Sión: "Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado".
15-¿Puede una madre olvidarse de su criatura,
dejar de querer al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.
16Mira, en mis palmas te llevo tatuada,
tus muros están siempre ante mí;
17los que te construyen van más aprisa
que los que te destruían,
los que te arrasaban se alejan de ti.
18Levanta los ojos en torno y mira:
todos se reúnen para venir a ti;
por mi vida -oráculo del Señor-,
a todos los llevarás como vestido precioso,
serán tu cinturón de novia.
19Porque tus ruinas,
tus escombros, tu país desolado,
resultarán estrechos para tus habitantes,
mientras se alejarán los que te devoraban.
20Los hijos que dabas por perdidos
te dirán otra vez: "Mi lugar es estrecho,
hazme sitio para habitar".
21.Pero tú te preguntarás:
"¿Quién me engendró a éstos?
Yo, sin hijos y estéril, ¿quién los ha criado?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vienen éstos?".
22-Esto dice el Señor: Mira, con la mano
hago seña a las naciones,
alzo mi estandarte para los pueblos:
traerán a tus hijos en brazos,
a tus hijas las llevarán al hombro.
23Sus reyes serán tus ayos;
sus princesas, tus nodrizas;
rostro en tierra te rendirán homenaje,
lamerán el polvo de tus pies,
y sabrás que yo soy el Señor,
que no defraudo a los que esperan en mí.
24-Pero ¿se le puede quitar la presa a un soldado,
se le escapa su prisionero a un tirano?
25-Esto responde el Señor:
Sí, a un soldado le quitan su prisionero
y la presa se le escapa a un tirano;
yo mismo defenderé tu causa,
yo mismo salvaré a tus hijos.
26Hará a tus opresores comerse su propia carne,
se embriagarán de su sangre como de vino;
y sabrá todo el mundo
que yo soy el Señor, tu salvador,
y que tu redentor es el Campeón de Jacob.

Explicación.

49,1-13 Es opinión común considerar este capítulo como segundo canto del Siervo del Señor. El problema consiste en identificarlo. ¿Es un individuo, Ciro o profeta o personaje anónimo? ¿Es designación colectiva? El texto habla de un individuo, llamado Israel (3a), que tiene una tarea a favor de un grupo, llamado Jacob = Israel (6-7). En la tradición bíblica, sólo el patriarca lleva el nombre de Israel como individuo. Por eso algunos piensan que el nombre en 3a es glosa (aunque sólo falte en un manuscrito). Cabe hipotizar que el siervo lleva como nombre emblemático el del pueblo y el del patriarca. Esta hipótesis presta dos servicios. 

a) Ayuda a repartir las alocuciones del poema: habla el Israel individual citando al Señor (1-3): el Señor al siervo para que reúna a Israel pueblo (5-6); el Señor es un personaje en singular (¿el siervo?) (7-9a); cambioi de persona sin precisar (9b-13).

b) Despierta nuestra atención hacia resonancias de relatos patriarcales, según las siguientes correspondencias

1 en el vientre: Gn 25,29.

1 pronunció el nombre: 32,29; 35,10.

4 trabajo y salario: 30,25-43; 31,1-18.36.

5 traer a Jacob: 31,3.13.17s; 33,1s.13s.

Utilizar las figuras patriarcales para personificar poéticamente a la comunidad es práctica profética conocida desde Oseas. El siervo habla de su vocación y misión en términos proféticos: compárese con Jr 1,5-10.

49,1-3 La llamada comienza en la raíz de la existencia, en un horizonte universal, al servicio de la palabra (51,16s). La palabra de Dios es espada (Ef 6,17; Ap 1,16) y es flecha (Sal 57,5; 64,4; 127,4): arma de cerca y de lejos.

49,4 El fracaso aparente es la paradoja de la misión; Dios se encarga de pagar el servicio: Gn 31,42s; Jr 15,10-18; Ez 33,30-33.

49,5 "Traer y reunir" pueden aludir al destierro y también al cisma que será anulado (11,13).

49,6 La tarea del patriarca era doméstica, fundacional; la del nuevo personaje será internacional: un cambio de la suerte espectacular.

49,7 El rey está sentado en el trono, los nobles de la corte asisten de pie.

49,8-13 Es casi una síntesis de la entera profecía: salida, camino transfigurado, llegada. Abarca los extremos, Babilonia y Sión. El tono es exultante y cordial.

49,8 Citado por Pablo en 2 Cor 6,2. Repartidor de la tierra como Josué. Es también mediador de la alianza, como Moisés.

49,10 Citado en Ap 7,16. "Compasivo": 49,10.13.15; 54,7.8.10; cfr. Ex 34,6.

49,12 Cambia el punto de vista: Bar 4,36-37; 5,5-6.

49,14-26 El profeta interpela a Sión, presentada en figura de matrona. Como una madre abandonada por el marido, indefensa, no ha podido proteger a sus hijos; el enemigo los ha arrebatado como cautivos de guerra, y ella ha quedado solitaria (cfr. cap. 46). En la soledad rumia su desgracia, reprochando al marido ausente. Y cuando escucha palabras de consuelo, interpone las dudas de su dolor. Así discurre el desarrollo en tres ondas, cada una introducida por una queja u objeción de Sión: la primera piensa en el marido, la segunda duda ante los hijos, la tercera duda ante el enemigo.

49,14-20 Primera objeción: cfr. Is 40,27; Lam 5,3.20. La respuesta de Dios suena con acento de pasión maternal (cfr. Nm 11,12). Un amor que no se basa en la respuesta del niño, que tiene algo de irremediable e invencible.

49,16-17 La ciudad ceñida de la muralla es como un plano tatuado en las manos del artesano;no ha sido destruido. Toca a los constructores realizarlo.

49,18 Joyas y cinturón son como volver al noviazgo, con la primitiva ilusión: Os 2,16; Ez 16,10-13. Se ciñe un cinturón de hijos recobrados: novia y madre a la vez.

49,19 Como respuesta a Sal 74,3; vénase también Lam 2,1-3.7-9.16-17.

49,20 El resto se multiplica de nuevo y reclama su espacio. Véase Zac 2,8.

49,21 Segunda objeción: como los pensamientos de la vieja Sara (Gn 18,12), como Noemí a sus nueras (Rut 1,11-13). Suenan fórmulas de Lam 1,5.15-16.18.20; 2,12; 4,2-5.

49,22 Los hijos retornan: Jr 31,17; Bar 5.

49,23 Gesto de  vasallaje. Sal 72,11.

49,24-26 Tercera objeción. El enemigo se ha llevado a los judíos como botín por derecho de guerra (cfr. Dt 21,10-15); podría invocar la decisión del Señor para defender ese derecho (Jr 25,1-14). Además tiene fuerza: 5,29.

49,25 Más derecho y más fuerza tiene el Señor: él se encargará de liberar a los prisioneros.

49,26 La expresión violenta se ha de leer superpuesta a Lam 2,20 y 4,10. El "opresor" no tiene "derecho", sufre un castigo merecido. Como redentor, el Señor ejerce el derecho y función del rescate; como paladín, doblega la resistencia enemiga.

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