Humillación de Babilonia y de sus magos (Jr 50-51; Ap 18; Ez 28)
471Baja, siéntate en el polvo, joven Babilonia;
siéntate en tierra, sin trono,
capital de los caldeos,
que ya no te volverán a llamar
blanda y refinada.
2Agarra un molino, muele harina, quítate el velo,
alza las faldas, descubre el muslo,
vadea los canales,
3aparezca tu desnudez, véanse tus vergüenzas.
Tomaré venganza inexorable.
4Nuestro redentor, que se llama
el Señor de los ejércitos,
el Santo de Israel, dice:
5Siéntate y calla, entra en las tinieblas,
capital de los caldeos,
que ya no te llamarán Emperatriz.
6Airado contra mi pueblo, profané mi heredad,
la entregué en tus manos:
no tuviste compasión de ellos,
abrumaste con tu yugo a los ancianos,
7diciéndote: "Seré señora por siempre jamás",
sin considerar esto, sin pensar en tu desenlace.
8Pues ahora escúchalo, lasciva,
que reinabas confiada,
que te decías: "Yo y nadie más.
No me quedaré viuda, no perderé a mis hijos".
9Las dos cosas te sucederán,
de repente en un solo día:
viuda y sin hijos te verás a la vez,
a pesar de tus muchas brujerías
y del gran poder de tus sortilegios.
10Tú te sentías segura en tu maldad,
diciéndote: "Nadie me ve";
tu sabiduría y tu ciencia te han transformado,
mientras pensabas: "Yo y nadie más".
11Pues vendrá sobre ti una desgracia
que no sabrás conjurar,
caerá sobre ti un desastre
del que no te podrás librar;
vendrá sobre ti de repente
una catástrofe que no te imaginabas.
12Insiste en tus sortilegios,
en tus muchas brujerías,
que han sido tu tarea desde joven;
quizá te aprovechen, quizá los espantes.
13Estás harta de consejos:
que se levanten y te salven
los que conjuran al cielo,
los que observan las estrellas,
los que pronostican cada mes
lo que te va a suceder.
14Míralos convertidos en pajas:
el fuego los consume
y no pueden librarse del poder de las llamas;
ni siquiera son brasas para calentarse
ni hogar para sentarse enfrente.
15En eso han parado
aquellos con quienes traficabas,
con quien te atareabas desde joven:
cada uno se pierde por su lado,
y no hay quien se salve.
Explicación.
47,1-15 El oráculo contra Babilonia sigue modelos conocidos: pecado y castigo o denuncia del delito y sentencia de condena. Al presentar a la capital en figura de matrona, el poema prepara por contraste la figura de Jerusalén (49 y 54). Es notable el acoso irónico de imperativos, que el poeta dispara contra ella, sin dejarle siquiera hablar. Incluso su grito de triunfo se reduce a cita trágica o burlesca (7.8.10). "Yo y nadie más" es afirmación que sólo el Señor tiene derecho a pronunciar (45,6; 46,9).
47,1-3 La soberana de título ilustre tiene que ocuparse en menesteres domésticos de esclava, expuesta a la vergüenza.
47,3 Lam 1,8.
47,4 "Señor de los Ejércitos" es título clásico; "Santo de Israel" es típico de Isaías; "Redentor" es frecuente en Isaías II.
47,6 El destierro no fue simple triunfo humano, sino castigo divino. Babilonia se excedió cruelmente, incurriendo en delito.
47,7 "Se por siempre" es prerrogativa divina: Eclo 7,36.
47,8-9 Conmina la pena. "Viuda y sin hijos" son temas fundamentales de Is 49 y 54, referidos a Jerusalén. La última frase podría ser causal: "por tus muchas..."
47,10-11 De nuevo delito y castigo. "Nadie me ve" puede equivaler a ateísmo práctico: Sal 10,4; 73,11; 94,7; Eclo 16,17-23. Babilonia comparte con otras potencias la actividad intelectual, especialmente de carácter mágico. El castigo frustrará la seguridad del saber, y Babilonia no "sabrá ni podrá" librarse. Hace falta humildad para prever y prevenir la desgracia.
47,12-15 Desarrolla irónicamente el tema de la magia, en particular la predicción mensual, casi burocrática. Puesto especial ocupa la astrología, especialidad babilonia. Todo el esfuerzo y el cúmulo de predicciones acaban en paja y la paja en el fuego.
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