Según
el capítulo 19 del Evangelio de Lucas, cuando Jesús se acercaba a
Jerusalén, estaba mirando al Templo desde el Monte de los Olivos y
lloraba por la futura destrucción de la ciudad. El predicaba que los
enemigos derribarán el templo, y no dejaran "en ti piedra sobre piedra,
por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación" (Lucas 19:44)
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